Revista de humor gráfico e historietas nacida en 1987, en los convulsos e interesantes años ochenta. En sus páginas han tenido el honor de publicar los principales historietistas de nuestro país. Más que un puñado de chistes gráficos, el repaso a algunas de sus emblemáticas portadas constituye una entretenida y veraz crónica marginal de la acontecido en los últimos veinticinco años de historia en este país.
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Por Adriana Herreros
El TMEO es ante todo una obra desmesuradamente grupal, y por serlo así, de naturaleza caótica. De estructura descentralizada -aquí no hay jefes- su línea editorial es el resultado de la suma de las enormes y complejas personalidades que la han conformado a lo largo de varias décadas, eso sí, con una tendencia muy clara hacia lo gamberro y el humor irreverente. Pese a quien le pese. Más de veinticinco años de sátira social, sátira política, sexo, escatología… Entre sus firmas destacan ilustres dibujantes del panorama estatal como Álvaro Ortega, Abarrots, Ata, Mauro Entrialgo, Furillo, Javierre, El Listo, Ernesto Murillo, Roger, Santi Orue, Álvarez Rabo, Bernardo Vergara… El TMEO es una revista bimestral libre y de humor con todo lo que esto significa. No esperen paños calientes ni delicadezas. Entrevistamos a uno de los miembros más antiguos de esta entrañable revista de humor oda al desmadre. Bien.
Impresiona un poco eso de hablar con un miembro de la Junta del TMEO…
Antes que nada te aclaro que el TMEO es algo que hacemos y hemos hecho a lo largo del tiempo entre muchas personas de sensibilidades diferentes que nos repartimos responsabilidades un poco azarosamente. Lo cual quiere decir que estas preguntas en otro momento podría respondértelas otro representante del TMEO igual de legítimo que el que te está respondiendo en esta ocasión y decirte todo lo contrario.
¿Qué dirías que es exactamente el TMEO: un fanzine de humor, una revista de historietas, una revista de sátira política que es algo más fino…?
El contenido del TMEO son chistes, historietas, montajes y algún texto con intenciones humorísticas. Y su colaboradores no cobran por su trabajo, lo hacen de forma aficionada. Así que podría definirse como un fanzine de humor gráfico.
Nos gustaría saber quién de vosotros es el autor del mítico logo. Bueno, y también si el significado del mismo es el obvio, o es otro.
El autor es el Chapas. El Chapas murió hace muchos años y no podemos preguntarle ahora qué quiso representar al diseñar nuestro famoso logo. En el dibujo se ve a nuestra revista orinando en la cara a una persona con uniforme. Quizás un almirante, un oficial de policía, el bedel de un instituto o un guardia de seguridad. En todo caso, una autoridad de algún tipo.
Ja, ja, ja. Bien. Una breve, muy breve historia del origen del TMEO.
Pamplona, junio de 1987… A mediados de los ochenta, en el País vasco existen muchísimos fanzines de historietas con pequeñas tiradas. En Vitoria se publica Octopus; en Bilbao, el Apurtu; en Pamplona, elHamelín, etc. Se suman los ánimos de todos los responsables y colaboradores en una sola publicación que se llamará TMEO con sede en Pamplona, de donde proceden sus originarios ideólogos. Se idea un sistema de distribución exclusiva por bares y la financiación se refuerza con módulos de publicidad de pequeños comercios principalmente de hostelería. Ambos sistemas son cosa poco vista por aquel entonces, pero resultan efectivos. La unión hace la fuerza y del número cero se imprimen en rotativa 10.000 ejemplares con portada y varias páginas a color –algo nunca visto hasta el momento en un fanzine– que acabarán agotándose. La periodicidad muy irregular –tres o cuatro números al año– se estabiliza en bimestral con el traslado de la redacción a Vitoria en 1992. A lo largo de los años la distribución se abre a algunos kioscos y librerías especializadas, pero el 90% de la tirada sigue vendiéndose entre el País Vasco y Navarra siendo fuera de estas dos comunidades donde tiene fuerte arraigo popular, muy poco conocida.
Sabemos que durante estos 25 años de trayectoria, algunos dibujantes ha preferido emprender otros caminos: sin entrar en motivos, ¿nombres de dibujantes históricos que ya no están en vuestras filas?
Venga, sirva de homenaje. Durante estos años han pasado por el TMEO más de doscientos autores. Algunos colaboraron fugazmente, otros van y vienen. También hay algunos que fueron muy representativos en épocas determinadas y acabaron abandonando el barco por aburrimiento, mosqueos de todo tipo o cambio de intereses. Entre ellos: Jokin, Ernesto Murillo (creo que vuelve a colaborar en el número de septiembre), Álvarez Rabo, Luís Durán, Mikel Valverde…
Sois una publicación singular por mil y diversos motivos. Uno de ellos, la forma de tomas de decisiones de manera asamblearia (algo que parece que se está recuperando hoy al calor de ciertos movimientos sociales). Bueno, nos gustaría saber la razón de esta estructura, cómo os organizáis, y pros y contras de la misma.
Hemos tenido distintas formas de organización, pero hace más de un década que se mantiene, efectivamente, con un sistema asambleario. En la asamblea se presentan las cuentas una vez al año a todos los miembros de la asociación cultural que edita el TMEO y se deciden temas importantes. También se elige una junta de nueve miembros que decidirá hasta la próxima asamblea asuntos organizativos. La junta se comunica por una lista de correo. También existe un consejo de redacción presencial que elige páginas entre todas las recibidas, cuya composición está formada por todos aquellos colaboradores que puedan acudir el día que se convoque. En la práctica, suelen ir al consejo los que viven en Vitoria o están por allí ese día. La ventaja fundamental de este sistema de organización no personalista es que hemos conseguido durante mucho tiempo que ningún individuo fuera imprescindible en su funcionamiento, lo cual explica la longevidad de la publicación pese a deserciones o rencillas internas. La desventaja es que las tomas de decisión no son rápidas y el sistema acaban agotando a los que participan en él, por supuesto, de forma desinteresada.
También es curioso -o hijo de una época en la que el bar de barrio era la célula de socialización primaria- vuestro sistema de distribución. Nos lo resumís un poco para que los jóvenes editores aprendan. O no.
Es sencillo: una furgoneta, una repartidora y bares. Los bares han sido siempre pieza clave de nuestra existencia. Los bares venden los TMEOs sin quedarse ningún porcentaje de su precio de venta. Lo hacen por ayudar a la causa, de la misma forma que los autores entregan páginas sin cobrar nada a cambio. Y no solo eso, sino que muchos de ellos colaboran económicamente colocando publicidad en la revista. Es quizás un sistema que nació en una época y lugar determinado. Vemos difícil que este mismo sistema de distribución pudiera haberse desarrollado con igual eficacia en cualquier otro tiempo y lugar. Actualmente, este sistema se compagina con la distribución tradicional de prensa en quiosco en el País Vasco, y otro por librerías especializadas en todo el Estado.
Sabemos que en ocasiones vuestra declarada no adscripción ideológica, os ha metido en alguno que otro lío. Cuenta, cuenta…
Nos han dado por todos lados. En alguna ocasión nos dijeron que éramos de la ETA, pero en alguna ocasión también se negaron a vender algún número nuestro en alguna Herriko Taberna. En el gastetxe de Bilbao no quisieron vender el TMEO durante una temporada, pero al mismo tiempo no nos habría extrañado tanto que Garzón o Marlaska nos cerrara el chiringo como hicieron con otras publicaciones de la época solo por tener demasiadas ikurriñas y boinas en sus páginas.
¿Alguna visita a la Audiencia Nacional? ¿sí? ¿en qué circunstancias?
La pareja de la guardia civil que paró aquel día la furgoneta de nuestro repartidor tenía poco sentido del humor. Registraron el vehículo y robaron un par de números del TMEO, pero molestaron poco más. Pocas semanas después nos llegó una citación de la audiencia nacional causada por una denuncia de uno de aquellos picoletos. La denuncia era por injurias a la corona en una página en la que anunciábamos unas pegatinas con la cara de varias personalidades con la boca abierta destinadas a ser pegadas en el interior del inodoro para poder darse el gustazo de cagar encima. Algunas de esas pegatinas eran miembros de la familia real. Tuvimos suerte porque la denuncia del guardia civil era por la fabricación de esas pegatinas y las pegatinas no existían: era un anuncio de broma. El juez se enteró de esto en el interrogatorio en la audiencia de Madridy desestimó la denuncia.
Podríais nombrar algunos hitos temeístas: en número de ventas, en repercusión social, en prensa, en fiestas sonadas, en festivales populares…
Premio al mejor fanzine europeo en el festival de Grenoble del 89, premio al mejor fanzine dos o tres veces en el salón de Barcelona, más premios en más sitios, fiestas de todo tipo, nuestro número extraordinario 100 con colaboraciones especiales… Un hito de nuestro desmadre es que el número 11 no existe. La persona que en ese momento debía llevarlo a imprenta se confundió y lo numeró como 12. Después seguimos numerando a partir de ahí y llevamos veinte años volviendo locos a los coleccionistas a los que siempre les faltará un número.
No sé si estáis familiarizados con el concepto CT o Cultura de la Transición. Básicamente, es un modelo cultural creado en la incipiente transición consistente en eliminar cualquier posibilidad desestabilizadora, contestataria. En ese modelo se financia la cultura desde el estado, y así se neutralizan las posibles voces discordantes. La cultura como elemento propagandístico del sistema. Se supone que con el movimiento 15M, o al menos coincidiendo en el tiempo, comienza a requebrajarse este consenso artificial. La gente comienza a cuestionarse cosas. Sin embargo, creemos que el TMEO es un ejemplo primigenio del no respeto por esa cultura homogénea, plana, artificial y engañosa, centralista que trataban de imponer. ¿Os salió así o era algo meditado?
Nuestra revista tiene dos razones fundamentales para existir: una es ser el campo de pruebas de papel en el que pueden pulirse autores primerizos y la otra es ser el espacio de libertad –o de desmadre, si prefieres– en el que los autores profesionales pueden publicar aquello que ninguna otra revista se atrevería a publicar. Que existían estas dos necesidades lo teníamos claro desde el principio, por supuesto. Pero en el TMEO no hemos sido jamás cultura oficial porque no hemos operado en esos cauces de medios subvencionados –y, por tanto, amaestrados,– de forma que tampoco hemos participado en ese consenso de respetar ciertas reglas que llaman ahora CT. Hicimos chistes de mal gusto de lo que nos dio la gana cuando nos dio la gana: los hicimos de la ETA cuando nadie se atrevía a hacerlos, de la monarquía cuando no tocaba o de los intocables héroes de las hagiografías de la transición. También fuimos políticamente incorrectos antes de que esta expresión comenzaran a autoaplicársela los fascistas para justificar sus excesos. Ahora nuestra excepcionalidad no es tan acusada debido a que la aparición de internet ha dado más espacio a la disensión en el escenario informativo y a que algunos medios de comunicación tradicionales se han visto forzados por ello a no ser tan monolíticos. Pero aun así, en formato papel, seguimos siendo singulares.
¿Y el futuro del TMEO?
La dichosa crisis nos ha obligado a reducir nuestra infraestructura y a abrirnos a nuevas formas de distribución, pero seguimos contando con un número más que suficiente de colaboradores desinteresados y lectores acérrimos como para poder seguir orinando en la cara a esa autoridad de algún tipo que aparece en nuestro logo durante todo el tiempo que sea necesario.
Algunos personajazos del TMEO
Herminio Bolaextra
Herminio lleva publicándose de manera ininterrumpida desde el primer TMEO. Herminio Bolaextra es el periodista de los tres huevos, redactor de tercera fila del periódico amarillista El Caos. Adicto al Ricard y amigo de la jarana, dedica la mayor parte de su existencia a su pasa-tiempo favorito: el gamberrismo prácticamente indiscriminado. El personaje creado por Mauro Entrialgo vio a luz en 1987 y posteriormente multiplicó sus apariciones desdoblándose a otras revistas como Makoki. En 1994 sus aventuras fueron llevadas a escena por el grupo Sobradún en la obra de teatro Herminio y Miguelito. La guía definitiva de su universo es el best seller ‘Cómo convertirse en un hijo de puta‘, volumen publicado por la editorial Astiberri en cuya elaboración también colaboraron los temeolaris Ata y Santi Orúe.
Toni Bolinga
El icónico personaje de Nono Kadaver. El detective Toni Bolinga apareció número tras número desde 1987 hasta junio de 2008. La friolera de 22 años de aventuras de uno de los personajes más zafios, borrachuzos, corrosivos y arrogantes del mundo del cómic. Su actitud nihilista y predisposición a la violencia y su jovial alcoholismo no podían terminar de otra manera: al parecer, Toni sufrió una embolia mientras se masturbaba . Su fiel compañero de aventuras, Heinrich encontró su cuerpo siete días después.
El Maestro
Creado por Furillo en el 2000, es uno de los personajes del TMEO más emblemáticos. Un claro exponente del gusto por las guarras y la escatología, así, en general, de la publicación. No tiene dientes, pero tiene unas uñas fascinantes, un sombrero castizo y una bolsa escrotal que le llega hasta las rodillas.
Los Euskalorros
La incombustible chavalada creada por Abarrots en 2002. El autor, juega diestramente para desactivarlos con los tópicos del abertzalismo (a saber: contenedores en llamas, zipayos que lanzan pelotas de goma, ropa de montaña, pendientes de aro, tardes de entrenamiento en el Gorbea, reuniones clandestinas en el Sur de Francia). Pero lo que realmente define a los Euskalorros es precisamente montar líos y, siempre que sea posible, bien puestos de alguna sustancia dopante. Comportamientos los de estos muchachos que, como es normal, sacan de quicio a sus siempre ortodoxos compañeros borrokas. Grandioso.
El Listo
Es un personaje creado por Xavier Águeda en 2003. Su verdadero nombre es Evaristo, pero sus amigos le llaman El Listo desde que era pequeñajo, porque lleva gafas y porque ha leído mucho. Le gusta hablar con voz en off, pero sus tres grandes aficiones son el cine, la literatura y el sexo oral. Estudió ingeniería de telecomunicaciones pero no encuentra empleo porque le ponen nervioso las psicólogas de RRHH, y conoce todos los secretos del arte de la seducción pero le falta practicar un poco. Tiene miles de amigos en el Facebook y cuatro más en el mundo real: Borja, el antisistema; Juanjo, el cachas; Tito, el tímido, y Rodrigo, el gordo. Actualmente se enfrenta a la crisis de los 30 sin haber superado del todo la adolescencia.
Tifus
Es el representante supremo de la escatología, y la degeneración total. El apestoso personaje protagonista de los cómics de Piñata. Entre sus hobbies se encuentran el sexo anal y la zoofilia con ratas. Y mejor, no añadimos más.
Las Mallas Parlantes
Personaje de Mery Cuesta, también conocida como La leoparda de Rekalde que aparece en la páginas de la revista desde 2008. Unas mallas residentes en Zara confieren superpoderes a cualquier mujer que se las pruebe. Inspiradas en las Supervixens de Russ Meyer, todas las historietas de las Mallas acaban en sangrienta tangana. Las mallas han masacrado por el momento a personajes como Los Chichos, hosteleros catalanes, galeristas de arte o Mariano Rajoy.
Claudia Foreveryoung
La pelirroja tarada de Mamen Moreu, y con toda seguri-dad un trasunto de la propia dibujante. Uno de los personajes de nueva incorporación a la variedad temeolari. Claudia es una irresponsable treintañera, una juerguista desenfrenada y una fresca. Mucho sexo, drogas, R&R y baretos guarros. Fans.
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