La semana más musical de Don culminó con nuestra visita al Dcode de la mano de Kia. La compañía automovilística nos llevó al festival literalmente, en sus Nuevo Soul. Los que estuvisteis allí pudisteis ver la versión más fresca del clásico de Kia campando por el césped del recinto. El patrocinador del festival presentó el nuevo modelo a medios e influencers en los apartosuits de Sabaniti, sede del museo del automóvil. Y de allí al Dcode con zona VIP incluida. Vamos, que nos trataron como a marajás. Queremos ser VIPs para siempre. Llegamos a lo grande pero un poco tarde porque una animada charla con los chicos de Chvrches nos entretuvo (más información en próximos capítulos de Don). Esto significó que nos perdimos a una de las bandas que más ganas teníamos de ver, Belako. Según nos han contado, nuestras previsiones no fallaron y los que pudieron verles alucinaron con la energía de estos jovenzuelos. A Belako les precedieron Kitai, el grupo ganador del concurso organizado por Dcode, que a pesar de la funesta hora de su actuación y del calor tuvo bastante público. Los madrileños se están creando una base de incondicionales gracias a temas como Melodrama. Esperemos que este empujón les ayude y tener la oportunidad de verles más a menudo en directo. La jornada siguió con una elegante Anna Calvi que impregnó de un sonido oscuro el día aún soleado. Un contraste extraño que el público siguió atentamente desde el cómodo césped de la Complutense. De Bombay Bicycle Club se esperaba mucho, concretamente que consiguieran elevar el ambiente al tono festivo que destilan sus canciones. Sin embargo, la actuación de éstos fue correcta sin más y apagó los ánimos de unos cuantos fans que empezaban a bailar con frenesí al comienzo de su hit Luna para ir echando el freno a los 20 segundos viendo que la banda no les seguía el ritmo. Entonces llegó el momento que consiguió dividir al público del Dcode en dos partes prácticamente iguales: los que querían ver a la dulce Russian Red electrificada y los curiosos por comprobar de qué iba esa nueva banda de la que todos hablan, Royal Blood. Los de Brighton llenaron hasta los topes el escenario más pequeño del festival. Entre el público sólo de escuchaban interjecciones del tipo “ufff!” y “guau!” acompañadas de comentarios sobre lo increíble que resulta escuchar ese sonido saliendo tan solo de un bajo y una batería. La impresión que produjo su directo nos hace pensar que en su próxima cita en Madrid en noviembre, la sala Lemon se les va a quedar pequeña igual que se les quedó el escenario Campus Live. Jake Bugg y su guitarra sonaron muy folk en la primera mitad de su concierto (imposible no pensar en Dylan) y mucho más rockero en la segunda mitad. Aunque nos gusta más esta segunda parte cuando llegaron los hits como Slumville Sunrise , hay que ameritar la impecable ejecución de ambos registros, con lo que consiguió que el público se fuese más que contento. Beck llegó a un escenario cercado por un cordón policial recordando que llevaba 7 años sin venir a España. Quienes temían un concierto introspectivo en la línea de su nuevo disco se olvidaron de sus miedos en los primeros minutos. Beck le dio al público lo que quería: clásicos como Loser nada más empezar y preciosos nuevos temas como Blue Moon que no bajaron el ritmo de la fiesta. Con Sexx Laws animó a romper las reglas y el cordón policial que rodeaba el escenario quedó destrozado y colgando de su cuello. Beck le dobla la edad a la mayoría de los artistas de este festival (en una edición especialmente marcada por la precocidad de éstos), pero quedó demostrado que a él no le tose nadie. Aún con el subidón en el cuerpo nos trasladamos al escenario contiguo a presenciar el que sería el concierto protagonista de la noche: Vetusta Morla. El espectáculo comenzó arriba del escenario, desde donde se defendió con ímpetu los temas de su último trabajo, La Deriva, que sonaron ya a clásicos, pero se trasladó rápidamente a la arena. El karaoke que montaron los fans puso los vellos de punta al más escéptico con el éxito del grupo. La Roux aparcó los temas más tranquilos de su nuevo disco para darle caña a la noche y moverse de lado a lado del escenario animando al público a bailar. A una hora algo intempestiva para un grupo de Glasgow (según ellos mismos dijeron) aparecieron Chvrches con la misión de continuar la fiesta que había comenzado La Roux. Sin embargo, a pesar de un sonido impecable, se echó de menos un poco más de energía sobre el escenario. El festival lo cerró el dúo de electrónica Digitalism que acabaron siendo adorados hasta por los más rockeros, que a las 4 y media (hora del cierre) pedían más música para seguir bailando. Hordas de jóvenes aún extasiados abarrotaron entonces las paradas de autobús y el largo camino hasta Moncloa en una lucha encarnizada por conseguir un taxi. Si algo le pedimos a este festival de impecable organización es un par de DJs que completen la noche y eviten el caos que supone volver a casa a una hora en la que el transporte público aún no funciona con normalidad. Eso y unos precios más ajustados para un festival de un sólo día. Aún así salimos con buen sabor de boca, despidiendo al verano por la puerta grande y contentos de que por fin exista una cita veraniega que reúna en Madrid a las bandas más interesantes que circulan por los festivales europeos. Échale un vistazo a la galería para ver cómo fue nuestra visita al festival con Kia.