Quizás alguna vez te ha ocurrido que antes de someterte a una intervención, al aplicarte la anestesia el médico te ha dicho: piense en algo bonito. Y entonces te sumerjes en el sueño, a veces con éxito, de que compras un décimo y ganas la lotería. Él, después de meses estando enamorada, por fin te mira. Sales de casa, vas a trabajar y de repente alguien ha cambiado tu Opel Vectra del año de la tana por un Ferrari. Gratis. Un sueldo vitalicio de una cifra que no sabes ni pronunciar. Fuera hipoteca. Un cazatalentos descubre por casualidad una de tus canciones en Internet y te lanza de lleno al estrellato. Nadie sabe qué ha ocurrido, pero el diagnóstico ha salido positivo, se ha curado.
Y miles de sueños más que todos confabulamos en nuestra cabeza a lo largo de nuestras vidas. Juntamos ilusión y realidad, y creamos un mundo paralelo que sí satisface nuestros deseos. Sin embargo, son sueños que fabricamos despiertos, que creamos siendo conscientes. Todo cambia cuando cerramos los ojos por la noche y, de repente, una lluvia torrencial de pensamientos, preocupaciones y, por qué no, ilusiones se juntan en un cóctel molotov que hacen que tu cabeza cree sueños incomprensibles. Aunque bien es cierto que Freud dejó escrito en ‘La interpretación de los sueños‘ que es precisamente durante ese trance cuando uno puede llegar a conectar con el ‘yo’ más íntimo, lo cierto es que para el resto de los mortales éstos resultan inexplicables. Se ha escrito mucho del mundo de Morfeo, desde teorías científicas hasta exóticas ideas traídas del mundo del esoterismo, desde psicoanalistas a la Biblia, pasando por diarios y novelas. Todos soñamos. Por qué o para qué ya es otro tema.
¿Y si pudieras controlar tus sueños? Ya que no se puede controlar la realidad, y si se pudiera conseguir que al menos durante tus horas de sueño sí seas rico, sí te mire, sí tengas un Ferrari, sí seas conocido por tu música, sí se cure, sí, sí, sí… Pues es posible. O mejor dicho, será posible en diciembre. ¿Cómo? Parafraseando a Juan Ramón Jiménez: “tecnología, dame el nombre exacto de las cosas”. Se llama iBand, y es un proyecto impulsado por crowfunding que ya ha conseguido reunir 1.172,833$ , llegando incluso a superar la cifra que habían fijado como objetivo (los 350.000 $). Las aportaciones oscilan entre los 169$ y los 600$ y han conseguido 2 141 patrocinadores.
Funciona de la siguiente manera: los sueños ocurren cuando estás en fase REM. Durante este periodo, el cuerpo está claramente desconectado del cerebro, haciendo que tus músculos no se puedan mover. Aquí es donde entra en juego iBand, que en realidad es una cinta que está equipada con un sistema de encefalografía. Esta cinta hace que cuando tú estás en fase REM, comience a reproducir impulsos audiovisuales. Serán esos impulsos externos, reproducidos a través de luces LED y unos sonidos que saldrán de los altavoces incorporados en la almohada, cuando el usuario reconozca anomalías en su sueño. Así, automáticamente, comenzará a estar consciente de que está soñando pero sin despertarse. De esta forma, puedes llegar a controlar lo que haces en tus sueños de una manera virtual y vivirlo como si fuera una experiencia real. ¿Qué quiere esto decir? Que si tú quieres soñar con que puedes volar, comienzas a hacerlo en tu sueño. Es decir, eres dueño de tu mundo onírico.
El aparato se controla a través de una aplicación en el teléfono móvil que incorpora otras funciones ‘menores’ pero muy prácticas como una alarma inteligente que te despierta en el momento preciso para que te levantes fresco y descansado.
Esto con Freud no pasaba. Seguro que manda un mensaje a través de alguna tarotista denunciando el surrealismo monotorizado y el dominio impuro del subconsciente. “Sueña el rey que es rey”, quiere soñarlo, soñarlo en serio, y lo consigue. ¿Se puede controlar el indomable mundo del sueño? Parece que sí. Lo sentimos, Freud. Sabemos que duele, pero antes de la intervención de iBand en el mercado (llegará en diciembre), piensa en algo bonito…
Y duerme.