Lo primero que uno pensó cuando comenzó a ver ‘Preacher’ es que Ruth Negga hubiera sido la actriz ideal para haber interpretado a Perdita Durango, el personaje que llevaron al cine Isabella Rossellinni en ‘Corazón salvaje’ (David Lynch, 1991) y Rosie Pérez en ‘Perdita Durango’ (Alex de la Iglesia, 1997). En cierto modo, cualquiera que tuviera suficiente edad para ir al cine a ver cualquiera de las dos películas en el momento de su estreno, siempre que vea ‘Preacher’ pensará automáticamente en las novelas de Barry Gifford y en las películas antes mencionadas. Seguramente también en la canción ‘Un día en Texas’ de Parálisis Permanente (En el viejo matadero/se oye un ruido chirriante/alguien hace horas extras/hay un fuerte olor a sangre…), en ‘2.000 maniacos’ (Hershell Gordon Lewis, 1964) y en todo el subgénero ese de paletos aterradores que incluiría películas como ‘La jauría humana’ (Arthur Penn, 1966) o títulos menos estilizados como ‘La matanza de Texas’ (Tobe Hooper, 1974) o la que consiguió el adecuado equilibrio entre discurso y violencia: ‘Deliverance’ (John Boorman, 1972).
‘Preacher’ mantiene ese pánico hacia el Sur de los Estados Unidos y que se sustenta, históricamente, en la Guerra de Secesión americana pero, también, en el hecho de que es un territorio de frontera arrebatado a sangre y fuego a indios, españoles, franceses y mexicanos. Texas, en sí, es un territorio anexionado a los Estados Unidos hace relativamente poco tiempo, tiene una extensión tan grande como Europa y parece tener una entidad bastante más marcada que la mayoría de los estados de la Unión. Tampoco se nos puede olvidar que esa extensión territorial permite que haya una variedad intelectual, sociológica e ideológica que se aleja bastante del topicazo “western” y que explica estupendamente bien Richard Linklater en una de las primeras secuencias de ‘Bernie’ (2011). Más allá de todo eso ‘Preacher’ ama a Texas y le saca todo el jugo al territorio en la primera temporada resaltando todo lo que nos atrae de la pesadilla y que tendrán que descubrir por ustedes mismos.
Como ya sabrán ‘Preacher’ es una adaptación de cómic homónimo de Garth Ennis (guionista) y Steve Dillon (dibujante) que comenzó a publicarse en 2000 en los Estados Unidos y que puede encontrarse en nuestro país gracias a Ediciones Zinco primero y a Planeta DeAgostini después que se quedó definitivamente con los derechos.
La historia es la de un predicador de un pueblo desértico de Texas, Jesse Custer (Dominic Copper), que es poseído por Génesis, una entidad que es la mezcla entre un demonio y un ángel. Mientras tanto, y sin que se sepa si tiene alguna conexión o no con la posesión de Custer, Dios ha abandonado su trono celestial y se ha perdido en la Tierra sin dejar dirección conocida o forma de contacto y sus seguidores se han puesto nerviosos y quieren la cabeza del predicador que, por su cuenta y acompañado por su novia Tulip (Ruth Negga) y el vampiro irlandés Cassidy (Joseph Gilgun), decide iniciar la búsqueda del Todopoderoso en un submundo de entes divinos y diabólicos, creyentes, ateos, asesinos y chalados que se superpone a la realidad material.
El resultado es un relato de género, con un aspecto de ruina generalizada (también moral) que va sumergiéndonos poquito a poco en la pregunta que todo el mundo se ha hecho alguna vez: ¿No es normal que ni Dios, literalmente, quiera dar la cara?
Fuera de estas cuestiones existencialistas, en el fondo todas las obras con un alto componente de violencia visual no son más que una forma de plantearnos nuestra fragilidad y la certeza de la muerte como bien nos enseñó Sam Peckinpah y últimamente el ‘Hannibal’ de Bryan Fuller, ‘Preacher’ resulta una atracción de feria trepidante, llena de trucos divertidos y de loops vertiginosos. ¿Otra cosa a favor? Mientras avanza la segunda temporada da la sensación de que hay un enorme margen de mejora todavía por descubrir. Sardónica e intencionalmente pesadillesca las referencias se mueven entre las antes citadas al comienzo del texto y, claro está, producciones más recientes como ‘True Blood’ o ‘Sobrenatural’. Sí, lo bueno de ‘Preacher’ es su capacidad para moverse entre lo “artie” y lo “mainstream” sin despeinarse.
Es notable que se haya respetado el estilo del cómic y su espíritu original pero, como ocurre con ‘The Walking Dead’ (la otra adaptación comiquera de la cadena AMC junto a esta) la adaptación televisiva se aleja rápidamente de los presupuestos de la obra original por una cuestión, como pasa siempre, de que no todas las historias funcionan igual de bien en todos los formatos y también por cuestiones presupuestarias.
Pese a ello te puedes visionar la primera temporada de un tirón, vale la pena, y los cuatro episodios estrenados hasta la fecha (todos los lunes se estrena uno nuevo) de la segunda temporada que está resultando aún mejor que la primera y cuya entrega más destacada ha sido el segundo episodio titulado ‘Mumbai Sky Tower’ aunque, como ya hemos comentado, ninguno de los episodios vistos puede disgustar a nadie.
‘Preacher’ es una opción de entretenimiento óptima, para echar unas risas mientras ves cabezas estallando y, sobre todo, para recuperar toda una tradición literaria y cinematográfica que ama y odia al Sur de los Estados Unidos, escenario de historias cargadas de violencia, paletos armados y temerosos de Dios pero, a la vez, como dijo John Ford (La cita se le apunta a él pero quién sabe) sobre el desierto: “El único lugar de la Tierra donde nuestra atención puede centrarse en rodar lo más interesante: el rostro de un ser humano”. Recuerden, relájense, saquen lo peor de ustedes mismos mientras tanto y, sobre todo, piensen en que a veces lo repulsivo va unido a lo inocente y que lo inocente es lo único que puede ser corrompido. Lo descubrirán cuando no puedan mirar a la cara al personaje de Caraculo (Ian Colletti). ¿Ya les hemos dicho que ‘Preacher’ se mueve entre lo divino y lo humano con total naturalidad? Pues ahí tienen la prueba. No se la pierdan.