Björk es una de las pocas artistas pop que ha conseguido trascender de la banalidad que se le confiere al género a una propuesta mucho más intelectual. ‘Bjork Digital’, la exposición que estará hasta el 24 de septiembre en el CCCB (Centre de Cultura Contemporánea de Barcelona) es una buena muestra de ello.
La cantante/performer/artista y actriz lanzó su primer álbum en solitario en 1977 con tan solo 11 años (un álbum que jamás trascendió de las fronteras islandesas) y se hizo conocida internacionalmente como vocalista del grupo The Sugar Cubes allá por 1988. El disco ‘Life´s too good’ convirtió a la banda en objeto de culto por dos razones bien distintas: no muchas bandas islandesas alcanzan los escenarios internacionales y, a ese atractivo de lo exótico, se unió el hecho de que la banda tuviera un sonido rompedor que se abría paso entre el dadaísmo, el punk, el pop y la electrónica, por aquel entonces, de vanguardia. Los siguientes tres discos que siguieron a este tuvieron un éxito irregular pero sirvieron para formar un nutrido grupo de entusiastas fans que siguieron a la banda hasta su disolución en 1992 y, posteriormente, se subieron al carro de la carrera en solitario de Björk Guðmundsdóttir (Björk a secas) que haría su puesta de largo con ‘Debut’ en 1993.
En todos estos años Björk se ha convertido en musa de gente como Michel Gondry, Jean Paul Gaultier, Madonna…y, en lo musical, ha habido verdaderos bofetones por colaborar con ella y/o convertir sus éxitos en remixes. La islandesa, siempre abierta a ir un paso más allá, ha tenido tiempo en todos estos años de tocar casi todos los palos de lo experimental u ofrecer, según el estado de su alma, obras más intimistas como ‘Vespertine’ (2001) o ‘Mèdulla’ (2004).
Tampoco ha estado fuera de la controversia tanto con la prensa amarilla con la que ha tenido varios encontronazos para intentar proteger su intimidad. En 1996, un fan despechado llamado Ricardo López, intentó asesinarla con una bomba casera de ácido sulfúrico construida por él mismo. Le había mandado cartas y ella no le había respondido. Grabó en video el proceso de construcción y cómo le hizo llegar un paquete con el artefacto escondido dentro de lo que, presuntamente, era un guión haciéndose pasar por un ejecutivo de su casa discográfica. López también dejó registrado en video el momento de su suicidio y un largo parlamento en el que culpaba a la actriz de su muerte.
Estos hechos dejaron huella en la artista que pasó mucho tiempo intentando huir de la vida pública para cisrcunscribirse únicamente en el terreno de la música.
Su momento de mayor popularidad mundial, trascendiendo otra vez al ámbito musical, fue su papel protagonista en la película ‘Bailando en la oscuridad’ (2000) con la que su director daba carpetazo definitivo a su DOGMA 95 firmando una película musical. El éxito de la cinta fue inversamente proporcional a la relación de Björk y del director danés que comenzó con promesas eternas de colaboración y terminó con un cruce de acusaciones donde chocaron dos egos de importante tamaño.
Hace dos años Björk sacó un disco titulado ‘Vulnicura’. Un trabajo complejo que, aunque alguna crítica se ha empeñado en tildar de ‘punto de inflexión’, parece más un nuevo peldaño de Björk hacia la faceta de artista (artista total) que hacia la búsqueda de nuevos sonidos o nuevas influencias.
La presentación de este disco se produjo en el MoMa de NY donde Björk, además, estrenó un cortometraje para la canción ‘Black Lake’ que fue la matriz de esta exposición que, con mucho esfuerzo por parte del CCCB ha llegado a Barcelona (Tras visitar NY, Londres o Reikiavik entre otras) tras unas intensas negociaciones con la artista para que se cumplieran todos los requisitos impuestos por ella que iban desde el color de las salas hasta la marca de los auriculares con los que se disfruta de algunas piezas.
‘Björk Digital’ pretende ser un paseo por el interior de la artista que nos lleva desde el dolor de su divorcio hasta cuestiones menos públicas. Durante 90 minutos el visitante puede hacerse una idea de lo que pasa por la cabeza, indescifrable, de la artista en una serie de estaciones de vídeo que conjugan el visionado experimental a través de multipantalla y una serie de experiencias virtuales en las que provistos de las gafas VR y el sistema de sonido adecuado Björk nos traslada a experiencias sensoriales que harán las delicias de los fans pero se quedarán, a nuestro entender, un poco crípticas para los no iniciados. Para llevar a cabo esta exposición Björk se ha provisto de un equipo de super estrellas donde están Michel Gondry, el difunto Alexander McQueen, Jesse Kanda, Andrew Thoms Huang etc.
El resultado del recorrido es un acercamiento al enigma de la atracción mundial por esta artista que siempre se dividirá entre su celoso cuidado de la intimidad (su visita al Sonar 2017 se convirtió en una prueba de fuego para el equipo de seguridad del festival) y, a la vez, necesitada de la atención mediática necesaria para dar a conocer su trabajo. ‘Björk digital’ es una celebración de la figura de Björk como mito pop y como mito contracultural que comienza ahora a escarbar profundamente en las posibilidades de que su obra trascienda hacia lo completamente digital pero, también, un intento de la artista por ofrecer una faceta más íntima y humana de sí misma, más carnal, cercana y accesible. Una dicotomía compleja.