Tras preparar todo un especial Mundial y divertirnos más o menos por el camino, la necesidad de descompresión y de buscar el contrapunto, me lleva a tirar de hashtag y a hurgar en esas movilizaciones que en contra de la Copa del Mundo, Brasil 2014, están teniendo lugar en la tierra de la Bossa Nova. Que no es fútbol todo lo que reluce.
A tres horas exactas del inicio de la ceremonia inaugural y del posterior primer partido -Brasil-Croacia- varias columnas de manifestantes anti #Mundial2014 confluían en São Paulo en las inmediaciones del estadio donde se iba a celebrar ese primer encuentro. La selección de Brasil ganó 3-1 a la selección de Croacia: las cargas policiales, no se hicieron esperar. Las manifestaciones en el conjunto del país, tampoco.
La premisa que aglutina a los grupos que se han salido a la calle para alzar su voz contraria a tan magno acontecimiento deportivo, bajo varias etiquetas en redes sociales es bien sencilla: “No necesitamos un Mundial. Necesitamos resolver los problemas de la juventud y los trabajadores”.
Ya en enero de este mismo año y bajo el lema #NaoVaiTerCopa (No habrá Copa) distintas manifestaciones y acciones políticas convocadas en la red, tuvieron lugar con éxito de convocatoria en 36 ciudades brasileñas. Todo ello para protestar en contra de la celebración de la Copa del Mundo Brasil 2014. Los organizadores denunciaban los astronómicos gastos a costa del erial público que iba a suponer la celebración de tal evento deportivo (y de las Olimpiadas en 2016), los desalojos forzosos de viviendas para así “limpiar” el terreno para grandes proyectos inmobiliarios -el Comité Popular da Copa del Distrito Federal hablan ya de 250.000 afectados por los desalojos-, la falta de inversión en servicios públicos, la falta de recursos en sanidad y educación, y la violencia generalizada de las intervenciones policiales -tanto en la campaña de “pacificación” de las favelas, como en las distintas manifestaciones que los sectores populares y trabajadores han realizado-.
Un ejemplo de acción revindicativa que ha contado con gran apoyo popular es la llevada a cabo por el Movimiento de Trabajadores Sin Techo (MTST), celebrando un campeonato alternativo al derroche del evento oficial: la Copa do Povo (Copa del Pueblo). En estos encuentros deportivos, muy distintos al Mundial, juegan las selecciones de fútbol de los sin techo, los estudiantes, los barrenderos, entre otros. Las equipaciones y salarios de los jugadores, por supuesto, también son otros.
Hay un Brasil que no está celebrando el Mundial. Un Brasil que demanda una vida digna, un techo, inversiones en salud y educación. Como explica Bernardo Gutiérrez en su artículo de hoy para Eldiario.es: “La tan criticada Copa y su oleada de violaciones de derechos humanos está provocando una alianza inédita de ciudadanos de todas las clases sociales, de todas las razas. “La mezcla política entre blancos y negros, ricos y pobres, en luchas que contemplen también a la favela (por ejemplo, con la campaña “Cadê o Amarildo”), tienen un potencial subversivo muy grande en térmos de exponer la violencia policial y lanzar campañas”, sentencia el filósofo y activista Bruno Cava.”