Esta es la historia de un hombre que estaba llamado a reinar pero que se quedó en, simplemente, un dios menor. Una pena porque Pete Maravich, apodado desde muy joven como ‘Pistol’ (Pistola), se adelantó a su tiempo y se convirtió en uno de los primeros jugadores contemporáneos.
Esta es la historia que cuenta ‘Pistol: La increíble historia de Pete Maravich’, el relato de un jugador de baloncesto mítico cuyo infinito talento no fue suficiente para vencer a sus peores defectos. Mark Kriegel, su autor, escribe uno de esos relatos que parecen de ficción pero que, en realidad, están hechos con solo material real. La vida de Maravich fue literatura, parece de ficción (como algunos de sus pases o su forma de botar el balón) pero, sin embargo, fue dolorosamente real. Una narración sobre un humano eternamente insatisfecho, que nunca supo muy bien donde estaba su lugar fuera de la cancha y que, sin embargo, dominaba como nadie el tempo y el ritmo del juego, de su juego.
Pete Maravich nació en Aliquippa (Pennsylvania, USA) en 1947. La zona estaba atestada de familias de emigrantes que venían de Serbia. Su padre, Press Maravich, fue también jugador profesional y entrenador. Jugador en una época en la que se comenzaba a construir el deporte profesional y luego entrenador de instituto, universitario y profesional. Press trasladó a sus hijos su obsesión por el baloncesto, por la belleza de ese deporte (casi emergente entonces, intentándose hacer un hueco entre el baseball y el football americano) y fue Pete el que recogió el testigo de su padre.
Es curioso que Press Maravich, con raíces serbias, fuera uno de los primeros balcánicos en refrendar el sistema que ha hecho famosos a los jugadores de baloncesto balcánicos (serbios, croatas etc.) basado en la repetición, en el duro entrenamiento, en la perfección y, sobre todo, en la obsesión por la victoria. Por aquel entonces ni siquiera el baloncesto era muy popular por aquellos pagos.
En su etapa de instituto y en la universitaria Pete Maravich, ya apodado ‘Pistol Pete’, alcanzó records que todavía no han sido superados y sorprendió a todo el mundo con una técnica, un conocimiento del juego y una capacidad para mejorar la técnica y la táctica que no eran conocidas hasta entonces.
Su padre aprieta las tuercas por un lado y las afloja por otro: permite a Pete cualquier macarrada fuera de la cancha (emborracharse, meterse en peleas, llegar tarde) pero se comporta como un tirano en la cancha. Un caso claro de un padre depositando todas sus esperanzas y frustraciones en un hijo que le ha salido un genio. También es el culpable de dirigir mal la carrera de su hijo, de elegir mal los equipos, de cruzar sus intereses con los de su hijo. Pete va de equipo menor en equipo menor, arrastrando su talento que, paradójicamente, queda en entredicho porque sus números astronómicos se consiguen dentro de equipos menores. El paso al profesionalismo es un claro ejemplo de esto: Press negocia con las dos ligas profesionales de baloncesto del momento, NBA y ABA. La NBA es una liga sólida y seria mientras que la ABA incorpora todo tipo de ‘trucos’ para atraer al público (balones tricolores, línea de tres puntos, cheerleaders, actuaciones, potencia a los jugadores a vestir y peinarse como estrellas…). La negociación a dos bandas con ambas ligas hace que Pistol, que siempre se había inclinado por ir a la NBA, pierda opciones en el draft y acabe en los Hawks de Atlanta. Pasa allí cuatro temporadas pero es incapaz de alzarse con el anillo. Mientras tanto sigue acumulando récords y honores a título personal. La gloria se le escapa y jugadores como Bob McAdoo o Abdul-Jabbar le adelantan en anotación, brillan más y se disponen a ganar títulos. Maravich, por su parte, se marcha a New Orleans Jazz (el equipo actual de Utah) que es una franquicia nueva en ese momento pero que no tiene posibilidades de ganar el título. Ni Atlanta, ni Jazz construyen un equipo alrededor de él (algo que hubiera sido normal ahora) porque Maravich no es una estrella, los bases (en su momento) no son estrellas. Los honores recaen en los pivots.
‘Pistol. La increíble historia de Pete Maravich’, de Mark Kriegel
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Maravich vive con angustia este hecho, intenta ser una persona mejor fuera de la cancha pero no lo consigue. En la cancha su rodilla no aguanta y los Jazz se ven obligados a moverse a Salt Lake City para resolver los problemas financieros de la franquicia. Maravich, con la rodilla muy castigada, es traspasado a los Celtics en la temporada 79-80 y todo apunta, ese año, a que los Celtics (con un rookie llamado Larry Bird) se alzarían con el título. El papel de Maravich, en cancha es testimonial, pero fuera de ella se encarga de colaborar con la construcción del equipo. Finalmente los Celtics caen ante los Sixers de Filadelfia capitaneados por Julius Erving y estos caen contra los Lakers.
Maravich y su rodilla dicen basta y se retira. Solo tiene 33 años. McAdoo se retiraría en Italia con 42 en 1993, Chamberlain con 37 (pensó retornar a las canchas y recibió su última oferta profesional con 44, que acabaría declinando), Bird con 36 (y alzándose con la medalla olímpica en Barcelona 92), Erving con 37…
Pasa dos años recluido estudiando los ovnis, el hinduismo, el vegetarianismo, las ciencias ocultas y, finalmente, se convierte en cristiano renacido en la Iglesia Evangélica. Fallece en 1988, con solo 40 años. Unos meses después de recibir el homenaje de la NBA y entrar en el Hall of Fame.
Mark Kriegel exprime con fiereza la biografía de Maravich, de principio a fin. No se deja nada. Construye un retrato fiel de un astro que llegó demasiado pronto y explora al personaje hasta sus últimas consecuencias dándonos uno de los retratos más fieles de una de las estrellas del deporte más complejas de la historia. No se le puede pedir más a una biografía. Buena oportunidad para los amantes del baloncesto actual que, a golpe de youtube, puede explorar en el juego espectacular de Maravich o, incluso, jugar usando sus habilidades en el videojuego oficial de la NBA. Talento arrollador que no fue capaz de vencer a la tristeza, a la construcción de un ser humano con un solo objetivo frustrado educado para reinar en la cancha pero incapaz de manejarse en sociedad. Un relato brutal a la altura del personaje.