Seguramente ya lo sepan pero ‘La La Land’ ha sido agraciada con 14 nominaciones a los Oscar. Entusiasmo entre los muchos amantes de esta cinta musical y un aviso a los que no les gustó: películas como ‘Shakespeare in love’ o ‘Titanic’ fueron también bendecidas con muchos premios y, a día de hoy, poca gente se acuerda de las razones por las que se llevaron semejante cifra de premios.
Bien, como ya se me ha visto un poco el plumero, pasemos a lo importante. En Don, que somos un poco quisquillosos, nos ha dado por pensar en diez musicales que nos gustaron más que ‘La La Land’ y que, ustedes, los que se han aficionado a este género gracias a la película de Damien Chazelle deberían de conocer si quieren bucear en las pelis con canciones. Nos parecía injusto tirar de mitos como Fred Astaire, Ginger Rogers o Gene Kelly así que nos hemos circunscrito a las cuatro últimas décadas.
GRANUJAS A TODO RITMO
(John Landis, 1980)
Dan Aykroyd y Jim Belushi se sacaron de la manga a los Blues Brothers para tocar sus canciones preferidas en Saturday Night Live. La cosa tuvo tanto éxito que la ficción tomó forma y el dúo y su banda grabaron discos y dieron conciertos. De paso el aspecto elegido (trajes negros, sombrero, Ray Ban, camisas blancas) se convirtió en un icono. La adaptación cinematográfica, dirigida por un Landis en su mejor momento, permitió que Aykroyd y Belushi compartieran escenas con gente como Cab Calloway, Aretha Franklin, Ray Charles…la añoradísima Carrie Fisher hacía de despechada ex novia de Belushi y Steven Spielberg de funcionario del Ayuntamiento de Chicago. Su número musical más recordado es este ‘Everybody needs somebody’.
DINERO CAÍDO DEL CIELO
(Herbert Ross, 1981)
Steve Martin quiso darse aire fuera de la comedia protagonizando este musical extraño y tristón que transcurre en los años posteriores al Crack del 29. Los números musicales son playbacks de canciones originales de su época y las coreografías corrieron a cargo de Danny Daniels. Aunque no hay ningún número musical malo nos quedamos con el número de Vernel Bagneris cantando y bailando ‘Pennies from heaven’ (título original de la película) que Arthur Tracy grabó en 1931.
HAIR
(Milos Forman, 1979)
A mediados de los 60, Gerome Ragni y James Rado escribieron este musical que cantaba las virtudes de la contracultura americana y llegó a tener cerca de 2.000 representaciones en Broadway. Luego se convirtió en película que se abría y cerraba con las canciones ‘Aquarius’ y ‘Let the sunshine in’, respectivamente. Entre medias números míticos repletos de mensajes contra el racismo y a favor de la libertad como este ‘Hair’ que explicaba por qué es importante tener pelazo.
ROCKY HORROR PICTURE SHOW
(Jim Sharman, 1975)
Una de las piezas más desacomplejadas y mamarrachas que se haya escrito jamás. La cosa parecía tan sencilla que le salieron muchísimos hijos bastardos que no habían entendido nada de su mensaje. Un homenaje a los clásicos del terror, el glam, el rock, y a la libertad sexual que vio la luz por primera vez en 1973 en vivo y que fue escrito por Richard O´Brien (interpretaba a Riff Raff en la película). Nos quedamos con el número musical en el que vemos por primera vez al Doctor Frank-N-Furter (un dulce travestido de la Transilvania Transexual) al que dio vida el inigualable Tim Rice.
LA TIENDA DE LOS HORRORES
(Frank Oz, 1986)
Roger Corman, el hombre que nunca ha perdido ni un centavo haciendo películas, dirigió y produjo la película ‘La pequeña tienda de los horrores’ (adaptación de un cuento de John Collier a cargo de Charles B. Griffith) en 1960. La película, además de ser uno de los primeros trabajos de Jack Nicholson en la gran pantalla, resultó tan divertida que el compositor Alan Menken le puso música y Howard Ashman adaptó el guión para convertirla en un musical del off Broadway con mucho éxito. Ya en los 80 Frank Oz dirigió su adaptación al cine de esta historia en la que una planta venida de otro planeta se cruza con un bienintencionado florista. Nuestro número preferido es el del dentista interpretado por Steve Martin.
ALL THAT JAZZ
(Bob Fosse, 1979)
Bob Fosse falleció en 1987 a causa de un ataque cardiaco. Ya se vaticinó ese triste final en 1979 con esta película en la que aprovecha para contar su azarosa trayectoria, sus vicios, sus caprichos y su absoluta devoción por la música y la danza. El tipo que modernizó los musicales y que le dio un nuevo sentido a todo el asunto se convierte, en esta ocasión en el coreógrafo Joe Gideon (su alter ego) interpretado por Roy Scheider. Por espectacular y malrollero elegimos mostrar el número final en el que la canción de Everly Brothers ‘Bye Bye Love’ se convierte en ‘Bye Bye Life’ interpretada por Ben Veeren.
NEW YORK, NEW YORK
(Martin Scorsese, 1977)
Un castigadísimo y encumbradísimo Martin Scorsese (por asuntos que tenían que ver con la cocaína) dirigió esta historia de amor entre un saxofonista obsesivo (Robert de Niro) y una cantante muy humana (Liza Minelli)…¿Les suena de algo? Toda una canción de amor a NY y al jazz que nadie, excepto Scorsese, entendió como importante. La producción resultó una ruina pese a la belleza, la calidad y la música de la película. Evidentemente, lo que mejor recordamos, es a Liza cantando “New York, New York”.
CABARET
(Bob Fosse, 1972)
Adaptación al musical de la novela homónima de Christopher Isherwood por parte de John Kander y Fred Ebb que fue convenientemente maquillada y puesta a punto por Bob Fosse para la gran pantalla. Sally Bowles (Liza Minelli) es la estrella de un cabaret berlinés llamado Kit Kat Club. Allí conoce a un inglés, Brian Roberts (Michael York), al que intenta seducir sin éxito porque el muchacho tiene dudas sobre su sexualidad. Números musicales para la historia con el libérrimo ambiente berlinés anterior al muermo nazi de Hitler y este ‘Mein Herr’ que elegimos porque la pinta de Liza se ha convertido en parte de la historia del cine aunque nos quedamos con ganas de ponerlos todos.
NOCHES DE SOL
(Taylor Hackford, 1985)
Kolya Rodchenko (Mijail Barhysnikov) es un bailarín clásico soviético que ha escapado de la URSS y al que un problema con un avión devuelve allí. Las autoridades de aquel país deciden quedárselo de nuevo y deciden que viva con Raymond Greenwood (Gregory Hines), un bailarín norteamericano que se marchó de su país y recaló en la antigua Rusia tras combatir en Vietnam. El asunto es muy de la Guerra Fría y tal, muy partidista y tal y todo lo que ustedes quieran pero funde a la perfección la sensibilidad de un bailarín clásico (Baryshnikov) y la de un bailarín moderno (Hines). Sobre todo en este numerazo musical que nos parece más grande que la caída del Muro de Berlín.
TOMMY
(Ken Russell, 1975)
El grupo británico The Who saltó definitivamente la banca pasando del asunto de los discos conceptuales (un rollo antiguo de cuando la gente no tenía más remedio que comprar los discos completos) a marcarse su propia ópera rock (otro concepto un tanto antiguo y exagerado de cuando las discográficas tenían pasta para experimentar) titulada como el nombre del protagonista al que da vida el cantante de la banda, Roger Daltrey. Tommy es un muchacho ciego y sordomudo que encuentra su lugar en el mundo cuando descubre que es un hacha jugando al pinball. El resultado es un locurón setentero de proporciones astronómicas que alcanza cotas impresionantes en este número musical en el que Tommy desafía al campeón del mundo de pinball interpretado por Elton John (nos gustaría también sacar el número protagonizado por Tina Turner, ‘Acid Queen’, pero no tenemos sitio. Googleen)