“Mateo es uno de los mejores guionistas del cine español”. Alguien tenía que decirlo, y fue una espectacular Melina Mathews en la presentación de ‘Proyecto Lázaro‘ el sábado por la noche en un Auditorio Meliá de Sitges completamente abarrotado, con gente sentada en los pasillos y el run run que sólo tienen unos cuantos pases clave en los diez días del Festival de Sitges. ‘Abre los ojos’, ‘Nadie conoce a nadie’ y el mejor western de nuestro cine, ‘Blackthorn’, son obra suya.
Melina se queda corta. Mateo Gil (Las Palmas, 1972) no es uno de los mejores guionistas del cine español. Es el mejor. Capaz de ganar tres Goyas al mejor libreto sin haber dirigido ninguno de los tres; renunciar a una presumiblemente muy lucrativa carrera escribiendo para otros para meterse en un proyecto ya no inacabado, sino jamás del todo empezado como ‘Pedro Páramo'; jugársela de nuevo en ese maravilloso western llamado ‘Blackthorn‘, … Para regresar casi dos décadas después al territorio de ‘Abre los ojos‘ con una pieza arriesgadísima de hard science fiction en torno a uno de sus temas fetiche, la crionización.
Porque ‘Proyecto Lázaro’ termina unos pasos más allá de donde terminaba la segunda película de Amenábar. ¿Qué ocurre al despertar? ¿Cómo se adapta uno a vivir en un mundo que no es el suyo?: “Fueron cosas vomitadas y el motor para escribir era mi propio miedo a la muerte, estaba exorcizando ese sentimiento y escribir me sirvió de terapia, aunque siga estando cagado de miedo como mucha gente”, cuenta el propio Mateo a la prensa destacada en el festival. El punto de partida parece sencillo: un diseñador de éxito llamado Marc Janvis (interpretado por Tom Hughes) decide crionizar su cuerpo tras saber que le queda menos de un año de vida, para ser resucitado seis décadas más tarde en un Mundo con recuerdos en forma de gafas de realidad virtual, sexo en grupo como sustituto del amor romántico y seres humanos eternamente jóvenes, insultantemente perfectos. “La manera en que afrontamos nuestras vidas ya tiene mucho de ese futuro idealizado, y un ejemplo es la selección genética”, explica el canario, “La historia que narra puede ser próxima al espectador de hoy día, porque al final, casi todas las frases que dicen esas personas del futuro podrían decirlas personas de hace 40 años; y los escenarios son algo más asépticos que el presente actual pero no mucho más, no es algo tan distópico”.
Una trama distópica que oscila hacia el drama romántico cuando aparece en escena una intensa (y guapísima) Oona Chaplin como pareja del protagonista, pero es algo más allá de la hora de metraje cuando Mateo Gil tiene que decidir si agarrarse a los mecanismos del thriller o lanzarse definitivamente hacia terrenos inexplorados, entre la ciencia-ficción y la metafísica, con secuencias luminosas al más puro estilo Malick. Y es precisamente ahí cuando ‘Proyecto Lázaro’ pierde la pelea por liderar la taquilla en la próxima Fiesta del Cine pero sale como una nueva rareza exquisita en la filmografía de un autor diferente y singular.
Y es que es posible firmar una pieza apasionante de hard science fiction rodando siete semanas en Canarias y con siete millones de euros de presupuesto aportados por unos cuantos creyentes internacionales. Mateo puede. Un tipo tímido, inteligente, siempre cómodo en el segundo plano. Un director que se enfrenta al festival de cine fantástico más importante del planeta con una camisa blanca de lino y la sonrisa como escudo: “Nunca he hablado en público para tanta gente”, recibir una de las ovaciones de la semana, volver a su asiento y seguir a lo suyo. A rodar estos días una comedia romántica en Barcelona. A esquivar los focos del estreno de este ‘Proyecto Lázaro’ el próximo mes de enero de 2017. A seguir construyendo su propio camino.