Imagina un dúo irreverente que lo mismo le canta a la dieta mediterránea que destroza un clásico de Dylan. Tobo y Dun (como lo oyes) son dos aragoneses que Dios ha puesto en el mundo para hacer versos delirantes y rimas sin complejos . Son Los Gandules.
Gandules, flandules, azules… ¿sois más vagos, más dulces o más apitufados?
Nos alegra que nos hagas esa pregunta. No la entendemos, pero nos alegra, ¡Padre Abraham, te queremos!
¿Tobo y Dun son sus nombres reales? Nos suena más como aquellos osos de Yellowstone que robaban cestas a los domingueros.
Un oso nunca te ayudará a cambiar una bombilla, es cierto, pero cantan rancheras como los ángeles, sobre todo los pardos. Y los nombres, sí, son reales.
Citáis como referencia la película “El gran Lewosky”, ¿alguna fuente de inspiración más?
Las misas criollas y las escenas eliminadas de ‘Blade Runner’.
Os definis como “Trovadores de la chorrada sin complejo”, o sea, como La Trinca, Mojinos Escocios, Ojete Calor…
¿Quién es esa gente? Creemos que somos únicos y esos mindundis no nos llegan ni a la suela del zapato.
Vuestros temas hablan de la dieta mediterránea y de pelis de sobremesa, y se apropian de temas de Bob Dylan o Antonio Molina. ¿Qué es lo más gamberro que han hecho? (musicalmente hablando, se entiende).
Una vez, en un estudio de grabación le escondimos el pulmón de acero al ingeniero de sonido. Nos echamos unas buenas risas. Luego buscamos otro ingeniero.
Vendéis vuestro show como una mezcla entre ‘Lluvia de estrellas’ y un karaoke mamarracho. ¿De verdad que se consigue público con este reclamo? ¿Y qué tipo de público es ese?
El público que viene a ver a Los Gandules es un público culto y refinado. Beben gin fizz mientras fuman en pipa y recitan a Tagore en sueco.
Los puristas de la poesía estarán que trinan con su presencia en el Festival, ¿no? ¿Creen que puede haber revueltas y represalias?
No creemos, porque nosotros hacemos canciones que riman, y eso a los poetas les pirra.
Para un cameo, ¿llamarían a Jose Vélez, al muñeco Macario o a Serrat?
José Vélez es uno de nuestros ídolos. Serrat no. Y el muñeco ese, tiene siempre al lado a un señor que mueve mucho la boca cuando él habla. Creemos que debe de ser él quien lo maneja, pero no se da cuenta de que se le nota un montón.
Un poeta de referencia.
Nunca falta en nuestra mesilla una buena novela de Corín Tellado.