Era un James Ellroy cañí, aunque con sanguinolentas tarascadas a lo Bret Easton Ellis. Y advirtió antes que nadie que la Marca España se encontraba, en realidad, emboscada entre los párrafos de las crónicas de Sucesos. Poseía un pedigrí tan ‘noir’ como el sobaco de un grillo. Masticaba clavos ardiendo cuando escribía, con hambre siempre atrasada, frente al foliaco virgen que habitaba aprisionado en el rodillo de su Olivetti eléctrica, y escupía sus espinas chamuscadas. Elevó a los altares, santificándolos, los ocho pecados primordiales del buen ‘thrillero’. Reinventó el ‘pulp’, cuando aquí todavía lo llamábamos novela de quiosco, en aquellos tiempos en que nos costaba llegar hasta la última línea del reportaje de portada de ‘El Caso’. El suyo tenía todo el sabor de un ‘pulp á feira’. Genuino y celtibérico. Algo tan nuestro como la siesta o el reguero de bilis que dejan, a su paso, algunas reyertas de mus.
Oveja ‘noir’, churra y descarriada de aquella famélica legión de escritores cuyo único error consistió en anticiparse 30 años a la ‘burbuja’ negropolicial que estaba al caer por estos pagos. Poemas, guiones, novelas, críticas de cine, relatos, ensayos… Pura supervivencia. Toda arma blanca, cargada con la inmaculada blancura del folio, era lícita para apuntar al lector a la frente, hacer ¡pum! y desperdigar su sesera en un reguero de miserias.
“Los escritores de novela negra en España somos tan pocos, que Juan Madrid es uno de los dos”. Lo dijo Manuel Vázquez Montalbán. Se olvidó de incluirle a él. A Carlos Pérez Merinero [Écija (Sevilla), 1950-Madrid, 2012], autor de culto, semimaldito y ochentero -leído y releído de sobra gracias a sus novelas ‘hard-boiled’ publicadas en la mítica colección negra de la editorial Bruguera-, coguionista responsable de obras maestras de cine negro español como ‘Amantes‘ o ‘La buena estrella’ y único militante acreditado conocido del ‘noir’ de izquierdas hispano. Del bueno. Del de verdad.
Carlos e Ion Arretxe en el rodaje de ‘Rincones del Paraíso’
“El más conocido de los escritores poco conocidos de novela negra”. Así lo define Óscar Urra en el prólogo de ‘Días de guardar’, mítica novela de Carlos Pérez Merinero recientemente recuperada por la editorial Reino de Cordelia. Aunque las cosas, por fortuna, están empezando a cambiar. Notablemente. A la reedición de buena parte de sus descatalogadas obras, se suma ahora la contundente recopilación de sus ‘Cuentos completos’, perpetrada gracias al buen hacer y la constancia de David Pérez Merinero, hermano del novelista, para El Garaje Ediciones, y acompañada de ilustraciones de Ion Arretxe.
“El (gran) Perich nos dejó dicho que ‘En el país de los ciegos, el tuerto está… en la cárcel’ –asegura David, el recopilador de la obra, a Revista Don-. A Carlos, el ‘raro’ dentro de los novelistas ‘negros’, siempre habrá alguien que lo quiere en el ‘corredor de la muerte’ de la ‘cárcel del olvido’; siempre, por tanto, habrá que hacer por sacarlo de ahí. Los merineristas son muchos, pero dispersos, y hasta ahora no han conseguido formar grupo parlamentario”. Después de casi un año de trabajo, en busca y captura de los 31 relatos que conforman el libro, muchos de los cuales andaban desperdigados en revistas y antologías, o manuscritos en papeles reciclados de tamaño B5 cuya transcripción llevó su tiempo, el resultado no puede ser más aplastante.
440 páginas que rebosan historias negrísimas e ideadas para que se te queden tatuadas en la memoria. Como tumores que te llevan, finalmente, a replantearte un lugar en este ‘video game’ de policías y ladrones que llamamos vida. Y todo para sacar el ‘psichokiller’ que todos llevamos dentro. En la onda de aquel escupitajo certero que lanzó, en forma de sentencia, Luis Buñuel: “La imaginación nunca delinque”.
Carlos y David en ‘Digamos que fue entonces’ (2002)
‘El paisaje de los sueños’. Tal es el título del cuento con el que, de verse obligado a elegir, se queda David Pérez Merinero: “Era el preferido de Carlos. Fue accésit de un premio en el que también lo fue un relato de su admirado Antonio di Benedetto. Ah, y también un desconocido Roberto Bolaño”.
Sin embargo, ninguna de las otras 30 historias tiene desperdicio. Sus ambientes huelen a lejía y a algo más, algo dulzón y empalagoso, desconocido y siniestro, como la sangre ajena. Típico olor a escenario de un crimen múltiple cometido en el extrarradio de una ciudad en ruinas. En sus argumentos, el mal está conectado por todos lados a todo tipo de cosas. Frente a sus párrafos, cada cierto tiempo, entre disparo y navajazo, al lector sólo le queda levantar la mirada al cielo. Tomar aire. Aclararse la garganta. Parpadear varias veces. Rezar un padrenuestro. Prepararse para el próximo puñetazo.
Las ficciones ‘noir’ de Pérez Merinero son como un trozo de mierda de perro que no logramos quitarnos de la suela de las Converse. Permanecen de por vida pegadas a nuestros pies. “Mi opinión favorita sobre todo lo que hasta ahora se ha dicho sobre mi hermano Carlos y su obra –confiesa, sonriente, David-, es la de Jorge Martínez Reverte, quien afirmó de ‘Días de guardar’ a los pocos meses de su salida: ‘Un intento de corromper a los lectores con una generosa exhibición de porquerías’. Por lo demás, si fuese yo el que tuviese que definirlo en una sola frase, te diría que Carlos era un iluso… ¡hasta pensaba que el Real Betis Balompié podría volver a ganar la Liga! Le echó un pulso (cara a cara, eso sí) a la realidad; pero perdió”.
Ahora, gracias a este ‘Cuentos completos’, ganamos todos.
¡Marchando una de justicia poética! ¡Con extra de cebolleta y picante!
Lee el cuento favorito de Merinero ‘El Paisaje de los Sueños’, que forma parte del recopilatorio ‘Cuentos completos’ (El Garaje Ediciones).