En los últimos años de su vida Elvis Presley fue dado a los periplos extraños. El consumo de alcohol y drogas complicó su relación con la realidad más aún que la fama y el éxito y le impedía estar demasiado en un mismo sitio ya fuera física o mentalmente. En la última década de vida Elvis podía desayunar en Memphis, ofrecer un concierto en Las Vegas, cenar en Los Ángeles e intentar dormir la mona en un hotel de Dallas.
Uno de estos periplos acabó en la Casa Blanca. La magia de las anfetaminas, esas hijas de puta que te gritan al oído todo el rato que te estás amuermando, hizo acto de presencia y el 21 de diciembre de 1970 Elvis acabó vestido de Elvis frente a un contrariado Richard Nixon sin que ninguno de los dos supiera muy bien qué narices hacían allí.
En los días anteriores a ese encuentro, Elvis había tenido broncas familiares y se había movido erráticamente entre Memphis y Los Ángeles. Con los papeles completamente perdidos, y sin saber muy bien cómo, el día 20 tomó un avión a Washington y, en primera clase, coincidió con el senador George Murphy (actor, cantante y bailarín con una larga carrera en Hollywood en su juventud) al que le trasmite su incomodidad por la situación que vive Estados Unidos. Un Elvis paranoico y con los papeles perdidos –paradójicamente una víctima del pánico sobre los enfrentamientos raciales, el aumento del consumo de drogas y la contracultura que había fomentado la administración Nixon en vista de asegurarse la reelección presidencial en el 72- le informa de su intención de ver al Presidente. Murphy, seguramente superado por la situación, le recomienda que le escriba una carta antes.
El Rey, con letra nerviosa, se pone manos a la obra y, usando papel con el membrete de la compañía aérea United Airlines escribe una larga declaración de intenciones sobre su petición de ser nombrado agente de la Oficina de Narcóticos y Drogas Peligrosas, un estamento federal dependiente del Departamento de Justicia que fue predecesor de la DEA. Dice ser un artista, alguien cercano a la juventud (ya no lo era, por desgracia) y, por su fama, tener una posición privilegiada para infiltrarse entre gente del espectáculo. Además, confiesa, durante diez años ha estado estudiando la cultura de las drogas y las técnicas de lavado de cerebro de ¡LOS COMUNISTAS!
Deja en el tintero que es un flipado de llevar chándal y de las artes marciales pero no el nombre de las personas que le acompañan en calidad de guardaespaldas, el hotel donde se va a alojar el Washington, el nombre falso con el que se ha registrado y todos los teléfonos en los que puede ponerse en contacto con él en caso de que le de por salir corriendo de nuevo.
A las 9:30 de la mañana Elvis se presenta en la puerta de la Casa Blanca y entrega a los miembros del Servicio Secreto dicha misiva que, al momento, llega a manos de Egil “Bud” Krough que es viceconsejero de transportes del Gabinete de Nixon y su más estrecho colaborador. Krough, Elvislieber, se pone manos a la obra. Tarda tres horas en convencer a los otros miembros del staff de que la reunión Nixon-Elvis será beneficiosa porque el presidente tiene que conectar con “gente joven” que dinamice su imagen pública. La contestación de otro de los colaboradores de Nixon, Dwight L. Chapin, es un sentencioso: “Debes de estar de coña” . Todos los pasos para que se produzca la reunión y la reunión misma se documentan de forma estajanovista. Todo queda registrado en dossieres e informes porque es la costumbre de una administración que, curiosamente, caería de pleno unos años después por esta misma costumbre y que fue la base del Caso Watergate.
A las 12:30, finalmente, Elvis entra en el Despacho Oval en compañía de Jerry Schilling, un miembro fijo de la “Memphis Mafia” (el nombre que Elvis dio a su grupo de colaboradores más cercanos), y de su guardaespaldas Sonny West. La charla es tan chiflada como la carta que había entregado El Rey del Rock And Roll en la puerta de la Casa Blanca pero, además, Elvis comparte una obsesión con el Presidente: The Beatles son una peligrosa fuerza antiamericana que difunde un mensaje de odio hacia la nación. También que las drogas están detrás de todas las protestas anti-americanas y que tienen una conexión directa con el mundo de la música y la contracultura como así lo atestiguan las muertes, ese mismo año, de Jimmi Hendrix y Janis Joplin.
Finalmente Elvis le muestra la colección de las placas policiales que ha recibido de algunos cuerpos policiales y le entrega a Nixon una pistola como obsequio que el Rey había conseguido colar en la reunión saltándose todos los controles de seguridad. Elvis consigue, a cambio, su nombramiento como Agente Federal y se marcha de allí claramente emocionado.
Pese a la promesa del cantante lo cierto es que la famosa chapa sirvió más para que pasara con mayor comodidad aún por los controles policiales de los aeropuertos cargado con todo tipo de armas y drogas que para detener a ningún peligroso comunista. En abril se estrenará la película “Elvis & Nixon” dirigida por Liza Johnson donde Michael Shannon interpretará a Elvis y Kevin Spacey a Richard Nixon y donde se cuentan todos los avatares de dicho encuentro.
OTROS FAMOSOS POLICÍAS
Pero Elvis no es la única celebridad estadounidense que ha sido nombrada Policía de forma más o menos oficial: James Woods, Dan Aykroid, Lou Ferrigno, Shaquille O´Neal, Ted Nugent (chiflado de las armas, por cierto y hater de Obama), Steven Seagal y otras grandes estrellas dan servicio real o testimonial a fuerzas policiales locales bien por pura afición al cumplimiento de la ley bien por mor de haberse embarcado en un reality show y hacerlo de manera temporal (Latoya Jackson y Jack Osbourne participaron en “Armed and Famous”).
Que los nombramientos policiales a dedo –más o menos porque el baloncestista O´Neal o el actor Ferrigno han pasado por la academia- sean una práctica habitual en los USA no quiere decir que lo sea en todo el mundo y menos en España donde conseguir una placa, una pistola y un coche patrulla con radio te obliga a pasar por un examen de acceso a uno de los cuerpos de seguridad del Estado.
Más allá del nombramiento como “madrina” de alguna miss, actriz o cantante –un título, como diría aquel, propio de otros tiempos en los que el ejército y la cultura popular estaban más unidos- no teníamos noticia del nombramiento de civiles como miembros honoríficos de un cuerpo policial. Desde 1975 existía un Real Decreto que regulaba el nombramiento honorífico de personas que hubiera prestado algún servicio notable a la Policía Nacional (en ese momento llamada Policía Armada) y que, normalmente, se reservaba para policías jubilados a los que se permitía mantener de una forma testimonial su categoría profesional. Esta ley fue derogada el año pasado y sustituida por la Ley orgánica 9/2015 de Régimen de Personal de la Policía Nacional que incluye este extremo en su artículo 86.2.
Las razones y méritos para recibir esta mención honorífica, que no tiene mucha importancia a efectos legales, se recogen en un informe secreto por lo que es imposible saber los méritos que acumula un civil para merecer este nombramiento. Eldiario.es informaba de la concesión de este honor al director de La Razón, Paco Marhuenda.
¿Qué honores ha acumulado Marhuenda para recibir semejante honor? No lo sabemos bien. Creemos que su curro de tertuliano y de Director de La Razón no le deja espacio en el día para colaborar con la policía. No decimos que no nos haga ilusión que Marhuenda sea una especie de agente secreto, un Kingsman hispano de tomo y lomo (no está necesitado de elegancia), un 007 carpetovetónico (encanto no le falta) pero, vamos a ver, es demasiado conocido como para estar infiltrado en la Mara Salvatrucha o haciendo de agente doble dentro de una red de tráfico de armas. Por más que se ponga una peluca y un bigote alguien le reconocería.
Los motivos para nombrar a Paco Marhuenda comisario honorífico, por tanto, serán desclasificados dentro de unos años y entonces nos enteraremos de todos los méritos que ha hecho para alcanzar este honor. Quizás como Elvis es un especialista en las técnicas de control mental que usan los comunistas. Por ahora eso solo lo sabe el ministro Jorge Fernández Díaz.
Jorge Fernández Díaz es un ministro majo. Para qué nos vamos a engañar. Un ministro que nos cae bien por diversas razones: la primera de todas ellas es porque Dios, en persona, se le apareció en Las Vegas (Nevada, USA). Lo contaba él mismo sin miedo a las habladurías en una entrevista que concedió en 2009 al director del semanario católico Alba, Gonzalo Altozano, y que fue publicada en el libro “No es bueno que Dios esté solo”. No perdamos detalle de eso: Las Vegas, la ciudad en la que Elvis vivió tantos años y actuó tantas veces. A la que cantó aquello de “Viva Las Vegas”.
A Don Jorge Dios se le apareció porque llevaba una mala vida tremenda. Dios se le cruzó en el camino en 1991 durante un viaje organizado por la Cámara de Comercio estadounidense. Dicen, las malas lenguas, que después de una noche bastante mala. Su camino de vuelta al catolicismo no culmina hasta 1997, como él mismo afirma, que es la fecha en la que abandona todo rastro de pecado. La naturaleza de estos pecados la sabe solamente Fernández Díaz y es objeto de elucubraciones y controversias. Nosotros, pecadores como somos, preferimos no hacernos eco de todos los rumores alrededor de este asunto y nos abstenemos de echarle más leña al fuego.
Si bien el Ministro ha dejado la lista de sus pecados pasados a buen recaudo de la privacidad a la que todo español, creyente o no, tiene derecho no lo ha sido su adhesión y su entusiasmo a la hora de mostrar que es un hombre renacido en la fe católica. Tan contento está el ministro de su conexión con lo divino y sobrenatural que ha tenido a bien condecorar a dos representaciones de la Virgen María: Nuestra Señora del Santísimo Amor fue distinguida con la Medalla de Oro al Mérito Policial (enlace: ) y La Santísima Virgen de Los Dolores con la Cruz de Plata de la Guardia Civil. Ni que decir tiene que ninguna de las Cofradías que recogieron estos honores en nombre de la Virgen cumplían ninguno de los requisitos exigidos para recibir dichas distinciones pero, también es verdad, que es complicado valorar desde lo terrenal los méritos de una entidad de carácter divino.
Lo que sí está claro es que la Virgen no ha tenido nada que ver con la conducta errática del ministro que ha tenido uno de los mandatos más accidentados de la etapa democrática donde se entremezclan varios cambios en la cúpula ministerial, enfrentamientos varios con los mandos policiales, de enfrentamientos con los mandos de la Guardia Civil por beneficiar a la Policía Nacional, operaciones policiales sospechosas de atender más a asuntos partidistas que policiales y, últimamente, diversas informaciones sobre la aparente estrecha colaboración del Ministerio del Interior y algunos medios de comunicación que, al parecer, tienen acceso a investigaciones policiales antes que los propios policías.
Tampoco ha tenido que ver con esto el Ángel de la Guarda del ministro al que, cariñosamente, llama Marcelo y del que habló distendidamente, y por primera vez, en una entrevista concedida a La Vanguardia. La labor de Marcelo es alegrarle la vida al ministro para que nunca se sienta solo y tenga con quién hablar. El ministro le consulta a Marcelo pero, sobre todo, el ángel de la guarda le busca aparcamiento. La naturaleza de las charlas, como la noche aquella de Las Vegas, pertenecen a la relación de privacidad que se establece entre el ángel de la guarda y el ministro y no han sido revelada.
Pero Paco Marhuenda, haya hecho los méritos que haya hecho, no es la única persona que llama la atención en los nombramientos de Comisario Honorífico. Además de una serie de policías retirados –algo que atiende a la naturaleza del propio título como ya hemos comentado anteriormente- cabe destacar el nombramiento Silverio Núñez, conocido como Don Silverio. Silverio, o Don Silverio, tuvo una vocación tardía y se ordenó sacerdote a la edad de 51 años al poco de fallecer su madre. Antes de ser cura fue radiotelegrafista, policía y juez por oposición llegando luego a ocupar el cargo de director jurídico de la Conferencia Episcopal. En ambientes policiales se le identifica como uno de los fontaneros del Servicio Secreto Vaticano, red que fue tejida gracias a la experiencia policial que el actual cura acumuló durante su paso por la policía y que le llevaron primero a prestar servicio como subinspector en la Comisaría del barrio de Ventas (Madrid), luego a servir como radiotelegrafista de la Interpol y después pasarse al Servicio de Información de la Policía.
Silverio Núñez tuvo una influencia más que notable en el nombramiento de los altos cargos de la cúpula policial que llevó a cabo el ministro y su dirección ha sido determinante dentro de los quehaceres del ministerio. En dicha línea el nombramiento de Marhuenda llama la atención por lo aparentemente arbitrario del mismo y, sobre todo, porque el director de La Razón lleva imputado desde 2014 por publicar en portada las fotos de 33 jueces catalanes que firmaron un manifiesto a favor de la consulta sobre la independencia catalana y que, al parecer, podrían proceder de la base de datos del DNI lo que vendría a reforzar las buenas relaciones que existen entre el Ministerior del Interior y su rotativo pero que afectarían a la relación del mismo con la Policía Nacional que es el cuerpo policial que protege dichos archivos. Más cuando, en el transcurso de las declaraciones tres policías reconocieron haber “consultado” esos datos para incluirlas dentro de un informe que se les había encomendado sin que pudieran precisar con qué fin.
Por otro lado es notable el enfrentamiento del director de La Razón con diversos miembros de la cúpula policial nombrada por el gobierno de Rodríguez Zapatero y la puntualidad con la que dicho periódico informa sobre posibles reuniones conspirativas organizadas, presuntamente, por estos antiguos cargos.
En definitiva, Elvis fue nombrado Agente Federal Antidrogas y Nixon tuvo su Watergate. Fue un nombramiento arbitrario que, seguramente, solo Elvis se tomó en serio. En realidad nunca llevó a cabo ninguna detención, ni se recuerda que detuviera a ningún delincuente. En este caso, aquí y ahora, en nuestro país, en 2016, Paco Marhuenda ha sido reconocido con un título similar que nadie, excepto Paco Marhuenda, puede tomarse en serio o pensar que tendrá alguna repercusión más allá de hacernos llegar el mensaje de que piensa seguir tomándonos el pelo.
La sensación de irrealidad es un poco la misma que nos invadiría si, en medio de una enorme resaca, la Virgen se nos presenta en medio del salón para decirnos que tenemos que llevar una vida mejor, una vida más sana. Para alguien como Jorge Fernández Díaz que está familiarizado con esa sensación, con que la vida tiene cosas que se nos escapan, que nuestros actos están dirigidos por una mano todopoderosa e invisible que no llegamos a atisbar es posible que todo esto le parezca normal, incluso justo. Para los que no hemos tenido la suerte de participar de ningún hecho sobrenatural, que no tenemos confesor personal y que atisbamos que nuestro ángel de la guarda está ausente o ha perdido su trabajo por un ERE celestial no entendemos nada. Sin duda los designios de dios y los del señor ministro son inescrutables.
El autor quiere agradecer los consejos y la consultoría legal de @dariodieguez y @jacobodopico.