La mirada de Sarah Lancashire, la actriz que interpreta a Catherine Cawood en ‘Happy Valley‘, podría sujetar toda la trama. Es un mensaje en sí. Es un “mirad con qué gente me las tengo que ver, qué seres hay sueltos por este mundo y, por dios, qué deprimente que esto ocurra en un sitio tan deprimente, pequeño y donde llueve tanto”.
Catherine Cawood es una policía que sirve en la comisaría de West Yorkshire. Tuvo un puesto de más importancia pero, cuando los problemas familiares arreciaron y el peso de su cargo anterior comenzó a pesarle, decidió aceptar un trabajo que, a primera vista, parecía de menos enjundia. Para su desgracia el trabajo policial de West Yorkshire tampoco es una perita en dulce: yonkis problemáticos enganchados a drogas baratas, broncas con alcohólicos, violencia de género y un largo etcétera de problemas que, a primera vista, parecen de fácil resolución han conseguido que mire al mundo así, con esa mezcla de conmiseración y tristeza que invade cada primer plano que nos brinda la realización de cada episodio.
‘Happy Valley’ es el resultado de que nuestros vecinos ingleses no se hayan detenido en el un debate sobre si es posible hacer producciones de género en un lugar como Inglaterra y que resulten tan creíbles como las producciones USA. Un poco en la línea de ‘In The Flesh‘, donde se ahondaba en las consecuencias postapocalípticas de un brote zombi en plena campiña norteña británica, ‘Happy Valley’ es una producción policiaca que podría haber sido protagonizada por un duro detective de homicidios y haberse desarrollado en un paisaje urbano desolado. Es decir, se ha alterado el paisaje pero, en lo esencial, siguen siendo creíbles producciones de género.
La humanidad y la cercanía de ‘In The Flesh’, donde la excusa para explicarnos el drama de la homofobia y la exclusión social encontraba un símil ideal en un grupo de zombis resucitados, era ese paisaje rural y deprimido, siempre lluvioso donde una sociedad pequeña y atomizada servía como muestra de lo que podía encontrarse en el interior. En ‘Happy Valley’ es un poco lo mismo: el paisaje dota a los casos de humanidad y cercanía y en el trabajo policial de Catherine Cawood (y su mirada) hallamos una coartada perfecta para hablar de inmigración, maltrato, exclusión social y, sobre todo, de la violencia de género.
No me atrevería, nadie podría, a asegurar que ‘Happy Valley’ es una serie feminista pero, sin duda, le pone otra mirada a la problemática de muchas mujeres pues habla de su indefensión pero, también, de cómo son capaces de sobrevivir y defenderse. Sally Wainwright, su creadora, ha sabido tejer una serie donde el paradigma del personaje de la mujer policía se rompe en mil pedazos dotándola de inteligencia, fuerza, buen hacer y, sobre todo, saltando sobre la tentación de colocarle al lado a un “buddy” masculino que sirviera como contrapunto. El personaje de Catherine Cawood no lo necesita. No es necesario el concurso de ningún compañero que resalte su carácter heroico o su sexo porque es la trama y el modo en el que se desenvuelve (una lucha a brazo partido con los casos y la vida) la que nos van dibujando su carácter. Para reforzar ese realismo no hay que olvidar que su personaje rebasa con creces la edad media de las policías protagonistas de series de TV. Sí, es verdad, Marg Hengelberger interpretaba a la detectiva Catherine Willows en ‘C.S.I. Las Vegas’ que era una detective madura pero ‘Happy Valley’ también ha huido del canon de belleza más extendido entre la audiencia.
La serie tiene un toque profundamente “almodovariano” en ese sentido: es una historia de mujeres que se desenvuelven en un ambiente hostil sin el concurso de los hombres. Un relato honesto, a veces tierno y casi siempre descarnado donde no necesitamos más que esa mirada dura y tristona dirigida hacia el lugar del crimen para entender al personaje.
Es inevitable recordar también a ‘Fargo‘ por el modo en el que los hechos criminales van desarrollándose en la realidad dejando un rastro de más estupidez y más violencia a su paso. En ‘Happy Valley’ no vamos a encontrar enrevesados casos policiales protagonizados por grandes mentes criminales o investigados por grupos de expertos multidisciplinares que, a cada paso, recuerdan una cita de Baudelaire que viene al pelo. No es necesario porque, como en la mejor novela negra, los casos de ‘Happy Valley’ se parecen más a los del detective Carvalho que a los de “Mentes criminales”.
En fin, 12 episodios divididos en dos temporadas ya finalizadas que pueden verse en nuestro país a través de Movistar TV y que les dejarán sin aliento. Para desgracia de los fans de ‘Happy Valley’ es muy posible que la producción siga el mismo camino de ‘In The Flesh’ y nos quedemos con las ganas de ver una tercera temporada. Pese a todo no estará mal el viaje por este submundo de la delincuencia de proximidad y los lugares más deprimentes (humanos, arquitectónicos y climáticos) de todo el Reino Unido.