El payaso de rodeo es un personaje tragicómico. Su misión es despistar a una res de entre 300 y 500 kilos para evitar que se lleve por delante al tipo que ha estado intentando montarla. La tradición del payaso de rodeo es antigua: enlaza con el circo y con el toreo bufo (espectáculos como el de ‘El Bombero Torero’). Es un personaje icónico de la derrota. En fin: es el personaje secundario, el bufón, de un show poco sofisticado basado en tradiciones rurales y cuyo público acude a él buscando un entretenimiento que alojamos en los antípodas de la ópera o el ballet.
¿Qué le ocurriría a un tipo que ha ido a estudiar a una escuela de París el arte del clown y termina trabajando en un rodeo de payaso?
Este es el arranque que propone ‘Baskets‘, la serie estrenada hace un mes por el canal FX y que firman Zach Galifianakis (también protagonista), Louis CK y Jonathan Krisel (ha participado como guionista y director episódico de ‘Portlandia’, ‘SNL’ y un largo etcétera).
‘Baskets’ podría ser el punto de partida de un dramón como ‘Dallas Buyers Club’ o ‘El Luchador’ que usan el trasfondo cutre y garrulo que rodea a los espectáculos a los que les ha sido cercenado todo el glamour pero es una comedia. Es una comedia amarga. Muy amarga.
Galifianakis se ha hecho famoso por haber construido un personaje en la tradición del de Charlie Chaplin. Ya saben: alguien que provoca la risa porque no sabe que es estrafalario, que no encaja. El personaje de Galifianakis se repite una y otra vez con tremenda consistencia. Da igual donde lo pongas que encaja a la perfección. Da igual que esté en ‘Resacón en Las Vegas‘ o en ‘Salidos de Cuentas‘. Incluso cuando no encarna a su personaje este siempre está presente. Echas un vistazo a ‘Birdman‘ donde interpreta a un personaje dramático, el representante del protagonista, y te das cuenta de que es capaz de dotar al personaje de una carga de profundidad tragicómica, de una especie de constante. En términos musicales es como hablar de una potentísima línea de bajo. Algo constante y, a la vez, imprevisible. En todo momento percibes la presencia de Galifianakis como una bomba de relojería mal calibrada que te va a estallar en la cara en cualquier momento. Si no estalla, como en el caso de ‘Birdman’, te hace gracia igual porque no te esperabas que no estallara. ¿Imaginas la carcajada nerviosa de un desactivador de explosivos que ha tenido que decidir entre cortar el cable rojo o el cable azul y ha acertado con su decisión? Así funciona Galifianakis, produciendo vértigo. Forma parte, por pleno dereche, de los cómicos que han elevado el vértigo a la categoría cómica de arte como Andy Kaufman (Buster Keaton, Los Hermanos Marx…) y que, por tanto, cuando se contienen en su labor provocan la risa incluso cuando parece que, intencionadamente, no usan los trucos de la comedia como hizo Peter Sellers en ‘Bienvenido Mr. Chance’ pero, claro está, con una ternura mucho menos evidente y más retorcida. Retorcida como un retortijón producido por la carcajada que nos provocan comedias que juegan de forma extrema con la rareza de sus personajes como ‘Harold y Maude’. Mucho más en esta serie donde Galifianakis interpreta a Chip Baskets y a su hermano gemelo Dale una suerte de gemelo malvado que resulta igualmente incómodo pero por otras razones diferentes lo que permite disfrutar de su talento dos veces en el mismo plano de realidad.
Si el humor de Galifianakis consiste en introducir la inconsciencia sobre la torpeza propia, sobre la incomodidad de no saber que se está haciendo/diciendo algo impropio y que estalla con un golpe de genialidad (Kaufman imitando a Elvis a la perfección después de un falsamente torpe número cómico o el propio Galifianakis marcándose un solo de piano espectacular en medio de uno de sus monólogos) el de Louis CK consiste en explotar los miedos: el miedo al fracaso, el miedo a envejecer, el miedo a que el último chiste sea , de verdad, el último chiste. En el fondo lo de CK es una reflexión profunda sobre el humor. No tuvo empacho, en plena emisión del programa del 40 aniversario de SNL, de comentar que los sketches del programa seguían siendo tremendamente largos. Hubo aplausos. Primero porque conoce perfectamente la profesión y, después, porque parte del personaje de Louis CK se basa en provocar la risa cometiendo una torpeza como criticar SNL el día de su 40 aniversario. Un gesto que, en el fondo, también sonó como la revancha de un cómico que no fue nunca seleccionado para trabajar en el programa. La mezquindad también es parte del personaje que le ha hecho famoso.
‘Baskets’ funciona muy bien. No es amable, no es educada, parte de una premisa extrema y absurda y por ello no es previsible; trabaja bien la incomodidad, explota la incomodidad pero no es muy sofisticada en la forma en la que lo exige el paradigma postmoderno de jugar con referencias muy profundas. Se puede resumir, en primera instancia, en una sencilla pregunta: ¿Qué pasaría si ponemos a un clown de ‘El Circo del Sol‘ en un rodeo, si sobreponemos el intento torpe de un cretino que ha tomado como nombre artístico ‘Renoir’ de ejecutar un estilizado y lírico número de clown en la arena de un rodeo?
Todo el mundo sabe cómo es ‘El Circo del Sol’ y todo el mundo sabe cómo es un espectáculo de rodeo. Todo el mundo sobreentiende que el choque de esos dos mundos provocará un dislate tras otro. Ahí es donde funciona bien Galifianakis. En la segunda lectura, en la tremendamente trágica, en la reflexión sobre el mundo del espectáculo, sobre lo cutre y lo triste de hacer reir, sobre la maquinaria de tristeza y frustración con la que se construye un chiste es donde entra en juego Louis CK. Jonathan Krisel, el tercero en liza, parece el idóneo para darle a todo forma, para haber conectado el talento de los otros dos. Para darle forma. No es una tarea secundaria tampoco. Es imposible no pensar en su talento en el tempo, en la medida, en la inclusión de personajes secundarios brillantes (‘La madre de Chip’, el protagonista, está interpretado por el actor Louis Anderson al que recordarán por ser uno de los pocos actores blancos de ‘El Príncipe de Zamunda’, el gordito entrañable que trabajaba como encargado en McDowell´s) y, claro está, en su capacidad para extraer el surrealismo de lo cotidiano.
Está por ver si ‘Baskets’ será comprendida, si será aceptada por un público mayoritario o si hará demasiada pupa como para convertirse en un éxito pero, mientras esté en antena, vale la pena echarle un vistazo. Lo bueno es que te reirás, lo un poco menos bueno es que seguramente te provoque un pellizco de desazón, no se asegura un visionado cómodo. Recuerden: la gracia está en disfrutar de un espectáculo donde cabe la posibilidad de que un tipo vestido de payaso sea arrollado por un toro de quinientos kilos. Y de saber si uno se va a reír de alivio o de puro nerviosismo. Si, a veces, se han sentido como un payaso de rodeo a punto de ser arrollado por una res (y donde digo “una res” digo “la vida”) es posible que se sientan un poco identificados. En todo caso no se sientan mal por esto último, quién más y quién menos se gana la vida haciendo piruetas. Disfruten.