Cuatro días después de cumplir setenta años, el líder de la banda de rock Motörhead Ian ‘Lemmy‘ Kilmister (24 de diciembre de 1945, Stoke-on-Trent (Inglaterra), ha fallecido en Los Angeles “después de una corta batalla contra un cáncer extremadamente agresivo”, ha anunciado en un comunicado su banda:
“No podemos comenzar a expresar nuestra conmoción y tristeza, no hay palabras.
Hablaremos más en los próximos días, pero por el momento, por favor … poner a Motörhead en voz alta, poner Hawkwind en voz alta, reproducir la música de Lemmy ALTA.
Tomar una copa o varias.
Compartir historias.
Celebrar la vida de este hombre encantador y maravilloso como él la celebró tan vibrantemente .
El habría querido exactamente eso”.
Sonando a todo trapo ‘Orgasmatron‘, un clásico de Motörhead, la banda que Lemmy montó cuando fue despedido de Hawkwind, queremos rendir homenaje a una persona cuyo modelo de conducta creemos un modelo a seguir. Básicamente porque creemos ciegamente que es de las pocas personas que hizo siempre lo que le vino en gana sin prestar la más mínima atención a lo que pensaran de él. Parece fácil pero no lo es.
Más allá de su imprescidible discografía (qué queréis que os contemos que no se haya contado ya sobre este hombre con voz de trueno), dos obras maestras pueden acercar al personaje a quien no lo conozca (da igual si te va el rock duro como si no, hazte con ellas): la primera es el documental ‘Lemmy’, de 2010, en el que esta fuerza bruta de la naturaleza te acerca a sus terroríficas aficiones que se pueden resumir por este orden: Fumar, meterse speed y beber bourbon como si ni hubiera un mañana; coleccionar material bélico a poder ser nazi; tocar el bajo de una manera muy violenta y a un volumen infernal; jugar a una máquina tragaperras en el Rainbow, un mítico garito de Sunset Strip al lado de su apartamento de West Hollywood y follarse a todo lo que se mueva.
La otra obra imprescindible es el libro ‘Lemmy, la autobiografía‘ (Es Pop Ediciones) en el que ahonda en una vida siempre ligada a la música, desde el conjunto beat The Rocking Vicars en los años sesenta, pasando por su llegada a la banda de culto Hawkwind en los setenta, pero sobre todo por Motörhead, una de esas grupos de rock con permiso de los Ramones que las reconoces tan sólo escuchar unos compases. Un trío infernal que ostenta récords por su alto volumen en directo.
«Si piensas que eres demasiado viejo para el rock ‘n’ roll, es que lo eres», decía Lemmy quien hasta hace escasos meses siguió llevando al límite su excesiva vida. Retomando el titular de esta especie de obituario, es evidente que las aficiones de Lemmy no sean a primer golpe de vista el ideal de comportamiento, bajo el punto de vista de una sociedad donde predomina la políticamente correcto. Producto de una época y un lugar: la Inglaterra de los sesenta, la vida de Lemmy es un ejemplo a seguir porque hizo lo que le dió la absoluta gana independientemente de lo que se pensara de él: no era un drogadicto, ni un alcohólico, ni un nazi, ni un machista, ni un ludópata. Era un portento de la naturaleza, que vivió más de medio siglo haciendo lo que le pedía el cuerpo más allá de lo que los médicos, los gobiernos, la religión, la sociedad y la asociaciones anti todo recomiendan. Un estilo de vida que, sinceramente, muchos deseamos vivir.
Descansa en paz Lemmy, gracias por existir. Aún nos queda entre nosotros Jorge Martínez, de Los Ilegales, otro ejemplo a seguir.
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