Es lo que sugiere una escandalosa biografía no autorizada de David Cameron que atufa a ajuste de cuentas y que tiene revolucionada al Reino Unido.
POR ÁNGEL RAMOS / ILUSTRACIÓN: PERRACA ABISAL
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Martin Amis en ‘Perro callejero‘ (Anagrama, 2005) hace un retrato feroz del periodismo amarillo británico y de cómo se ha convertido en una máquina de hacer dinero. También de cómo ha afectado a la forma en la que se nos ofrece la información (Nótese que este artículo está encabezado por un titular en forma de pregunta que les obligue a ustedes “a darnos su click” para acceder a la jugosa información saltándonos cualquier definición periodística de “titular”) y, claro está, de cómo los magnates de la prensa amarilla se han convertido en “powermakers” (gente que quita y pone a políticos en el poder).
El ya conocido como #piggate o #Hameron (Traducimos como #ElCasoDelCerdo o el #Jamerón que sería una mezcla entre “jamón” y el nombre del protagonista de la noticia) parte del avance que la editorial Biteback Publishing ha entregado generosamente al Daily Mail (y otras publicaciones de igual catadura) de ‘Call me Dave‘, la biografía “No autorizada” (la fórmula que han encontrado las editoriales para publicar biografías ajenas sin consentimiento de sus protagonistas) del primer ministro inglés David Cameron firmada por Isabel Oakeshott y Michael Ashcroft.
Isabel Oakeshott fue encargada de las páginas de política del Sunday Times (un tabloide cuyas páginas de deportes es una fuente muy usada por la redacción de ‘Jugones’ para hablar de cualquier tema referente a la Premiere League inglesa ) desde 2011 a 2014 hasta que abandonó esta labor y la de corresponsal en el Parlamento inglés para centrarse en la escritura de esta biografía y Michael Ashcroft es Lord, despiadado hombre de negocios, un furibundo conservador y, sobre todo, uno de los donantes económicos del partido conservador al que, asegura, ha entregado una cifra que va de los 8 a los 10 millones de libras –entre 11 y 13 millones de euros- en los últimos años.
En ‘Call me Dave’ los autores hacen un poco favorecedor retrato de David Cameron centrando su atención en la disipada juventud de este donde se mezclan el alcohol, la ligereza sexual y las drogas. Por si faltara un escenario que hiciera aún más aborrecible estos asuntos digamos que David Cameron estudió en Oxford y que todos los pecados descritos se produjeron dentro del Bullingdon Club y el Piers Gaveston Dining Club, dos clubes elitistas para “niños de papá”. Al parecer, y según Lord Ashcroft, para ingresar en el segundo hay que pasar por una serie de humillantes ritos de iniciación que incluyen, no dice si siempre, introducir partes de tu anatomía en la cabeza de un cerdo (Nótese que “partes de su anatomía” es una forma de dejar volar la imaginación de los lectores y un formalismo legal aconsejado por todos los abogados del mundo para evitar una causa por libelo).
¿Es lo de la cabeza del cerdo lo más importante? Teniendo en cuenta que el texto parece sugerir bacanales sexuales interminables, rayas de cocaína que hacían más sombra que el Himalaya y alcohol suficiente como para tumbar a la afición del Liverpool era normal que a alguien le acabara pareciendo buena idea introducir una parte de su anatomía en la cabeza de una bestia porcina. Mucho peor es el hecho de que todo esto, al parecer, ocurriera con la connivencia y el conocimiento de todo el círculo de amistades, y luego colaboradores políticos, del actual primer ministro que alcanzó el poder tras una campaña en que intentó por todos los medios dar una imagen de hombre cercano y conectado con las necesidades del pueblo británico y, claro está, se hizo alguna que otra foto en una granja de cerdos que, ahora, ha sido convenientemente sacada de contexto.
¿Importa que un político haya esnifado cocaína y haya bebido como un cosaco? No desde que Bush se presentara delante de los votantes norteamericanos como un devoto cristiano renacido que había aprendido de los errores del pasado y se había comprometido con un estilo de vida ranchero (¿Se acuerdan de aquellas estampas de Bush cortando madera con una motosierra y ahuyentando a los armadillos de su rancho?). El problema es que ya no estamos en 1999 y que el ambiente informativo británico actual es perfecto para hacer caer una bomba como esta.
En julio de este mismo año el Sun “destapaba”, cámara oculta mediante, una orgía de otro Lord, John Sewel, con dos prostitutas (“De las caras” parecía dejar a entender el cuerpo de la noticia) con las que consumió una generosa cantidad de cocaína (haciendo comentarios “nivel experto” mientras esnifaba que no dejaban lugar a dudas sobre un posible consumo esporádico de la sustancia) llevando puesto un sujetador naranja (¡¿Qué les pasa a los políticos ingleses con la lencería?!). Lord Sewel, rebautizado en los titulares como Lord Cocaína, no se dejó nada en el tintero y llevado por el ambiente de camaradería que, intuyo, se produce en las orgías de las clases altas hizo comentarios sobre otras infidelidades, comentarios racistas y sexistas y puso a bajar de un burro al primer ministro. Sewel, hasta la fecha, era conocido por haber sido un aliado de Tony Blair en la cámara alta británica y por pertenecer a un comité de ética que estaba promoviendo medidas a favor de la visibilización de la conducta pública y privada de la clase política.
Es inevitable, por tanto, que este último escándalo esté fresco en la memoria de los británicos y que, claro está, estos hagan sus propias componendas sobre la situación de la esfera política del país y, mucho más, cuando se acaba de elegir a Jeremy Corbyn como líder del partido laborista cuyo pasado como activista izquierdista (vegetariano, pacifista, cercano a los sindicatos que plantaron cara a Margaret Tathcher etc.) y que los tabloides –muy conservadores- se han lanzado a una campaña de descrédito del nuevo líder en base a acusaciones –hasta ahora todas falsas- sobre cierta connivencia de Corbyn con el IRA.
En el fondo, y en la forma, todo parece una venganza de Lord Ashcroft milimétricamente estudiada para hacer algo más que daño y dificultar la reelección de este como candidato en las próximas elecciones. Las razones para esta venganza son de índole política: Ashcroft esperaba ser recompensado con un puesto notable dentro del ejecutivo de Cameron después de haber donado mucho dinero al partido conservador pero comenzaron a caerle acusaciones de tipo fiscal (se ponía en duda si sus donaciones eran o no legales) y los conservadores, pese a defenderlo públicamente, pusieron tierra de por medio. Esto ocurrió en 2010. Durante estos cuatro años siguientes la relación entre Ashcroft y Cameron se ha ido enfriando y el primero ha decidido tomar medidas y, al parecer, impulsar a otro candidato más afín a sus pretensiones.
La trama periodística tan bien calculada por Lord Ashcroft tiene todos los alicientes de ficción necesarios para hacer de cualquier rumor algo tan incomprobable como alimentado de los suficientes datos como para ser realista: se alimenta del episodio inaugural de la serie ‘Black Mirror‘ (conocido como “el episodio del cerdo”…y que causó controversia y honda huella en la cultura popular actual convirtiéndose en un clásico instantáneo) y, claro está, de ‘House of Cards’. La novela de Michael Dodds (publicada en español, al fin, en 2014 por Alba) que inspiró primero la serie británica (muy fiel al original) y luego su versión USA (no tan fiel ya que indaga en otros terrenos de lo escalofriante y lo despiadado). Dicen que Dodds, que fue un entusiasta colaborador de Maggie Thatcher, también se tomó cumplida venganza con el partido conservador publicando su libro y que este tiene más de real que de inventado.
Icónicamente hay que pensar también en Mario Puzo y en ‘El Padrino’: Tom Hagen, el consigliere de Don Corleone, visita a un productor de Hollywood llamado Jack Woltz para intentar convencerle de que le de un papel en una de sus películas a Johnny Fontaine. Este se niega y le dice que no se lo dará por “muchos italianos que vengan a hacerle la puñeta”. Al día siguiente se despierta con una cabeza de caballo ensangrentada entre sus sábanas. Dicen que la historia tiene algo de real que Harry Cohn, director de Columbia, tomó la decisión de incluir a Frank Sinatra en el reparto de ‘De aquí a la eternidad’ (1953, Fred Zinemmann) pese a que el director no quería oír hablar de Sinatra al que no consideraba actor y que las razones de ese cambio de opinión pudieran tener relación con los lazos del cantante italoamericano y la mafia.
‘Call me Dave’ parece la cabeza de caballo (en este caso de cerdo) que Lord Ashcroft ha puesto entre las sábanas del primer ministro. A lo mejor esta es toda su venganza o, simplemente, es una advertencia de todo el desierto mediático que el político va a tener que atravesar en los próximos días.
Y volviendo al titular de este texto, recordando qué les ha traído hasta aquí y por qué están lamentándose de habernos dado su click: ¿Se folló el primer ministro británico la cabeza de un cerdo?
Pues, sinceramente, no lo sabemos pero lo que sí tenemos claro es que alguien se está intentando follar al primer ministro británico, políticamente hablando, y que ha puesto todas las armas de seducción mediática que tenía a su disposición para conseguirlo y, claro está, para hacérnoslo saber porque, díganme ustedes, si una historia que implica a un Lord despechado, un primer ministro, un grupo de pijos alcoholizados y puestos de yeyo y un ritual que incluye una cabeza de un cerdo no hubiera hecho las delicias de Tom Sharpe, el creador de ‘Wilt’. Y las de nuestros bajos instintos, claro está.
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