La amistad, como la vida, es pasajera.
Se la puede llevar la muerte, una boda o una herencia. Pero mientras dure, bienvenida sea.
La amistad es menos fragil que el amor, en el que intervienen decisivamente compuestos quimicos de caducidad severa.
A veces las amistades se parecen al amor porque surgen inexplicablemente y de forma sorpresiva aunque, en estos casos, casi siempre existe un conocimiento previo de las cosas a las que se dedica ese mamifero que va a ser tu amigo en 5 segundos. Hay cierta informacion.
El de la foto es uno de estos casos de amistad a primera vista, a primera palabra, a primer gesto, a primera birra… una de esas pocas personas que te la presentan y parece que la conocieras. Talavante era mi amigo mucho antes de que lo viera. Y claro, asi todo rula de forma sencilla, natural, enriquecedora y productiva.
Alejandro es mi amigo desde antes que naciera. Y nos reimos, nos respetamos, aprendemos, nos despedimos y nos encontramos. Y tenemos para rato. Asi de facil.
Asi de facil surgio tambien, hace muchos años, mi amistad con Javier Krahe que acaba de poner de luto a Zahara y a sus Atunes. Para mi la gente que muere, es gente que simplemente no veo desde hace mucho tiempo. Nunca sabre si ahora mismo esta jugando una partida de ajedrez en La Ballena Verde.
Los amigos son pasajeros; de mi tren. Un tren lleno de vida, de cambios, de proyectos y de risas.
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