Santiago domina el lenguaje anacrónico, viejuno, incluso rancio pero que en él queda tan, tan bien. Bueno, Santiago Lorenzo domina el lenguaje, controla los recursos del humor y sabe provocar risa. Y además sabe cómo desnudarnos, hablar de nosotros, de nuestra tragedia, de la de siempre.
Por Adriana Herreros.
El reportaje original está publicado en el nº 2 de la Revista Don (diciembre de 2013). Descarga GRATIS:
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Yo de los Grupos de Resistencia Antifascista Primero de Octubre, de los GRAPO, sé poco. Era pequeña. Supuestamente están desarticulados, pero quién te dice que ti que ese vecino solitario con jersey de lana desgastado tan de finales de los setenta, no sea uno de ellos. Pues un poco de eso, de la importancia de llevar el DNI en la cartera, de las miserias cotidianas y de algunas otras cosas importantísimas, va ‘Los Millones’ (primigeniamente editada por Mondo Brutto y ahora recuperada por Blackie Books), la imprescindible tragicomedia de Santiago Lorenzo.
Santi (Portugalete, Bizkaia, 1964) –artista artesano, director de cine, productor, guionista, escritor y una buenísima persona– decide publicar este guión inédito, este proyecto de peli que no fue y convertirlo en libro para deleite de las personas con buen gusto. Y es que tras una larga temporada como habitante en esa ingrata industria del cine –ese pasado suyo, que no echa de menos, nos regaló dos de los títulos más interesantes de la historia cinematográfica de este país: ‘Mamá es Boba’ (1997) y ‘Un buen día lo tiene cualquiera’ (2007)– decide lanzarse a la novela de ficción y a hacernos felices.
Tras esa negrísima novela como las de antes ‘Los Millones’ (Libros de Mondo Brutto 2011), un libro especial losers con corazón, llegó ‘Los huerfanitos’ (Blackie Books 2012). Los protas, unos desventurados y desvalidos hermanos, los Susmozas, han de hacer frente a una deuda enorme contraída por el patriarca, hacerse cargo del ruinoso negocio familiar y asumir una producción teatral. Ni más ni menos. Quién velará por estos huerfanitos. Y, ¿por todos nosotros?
Santiago es un sabio alquimista, su obra se mueve con deselvoltura entre la comedia y la crueldad. Entre la risa y la pena. Santi, sabe. Y mientras, él sigue escribiendo (sabemos que se encuentra perpetrando otra bella y triste novela) en su propio paraíso alejado del mundanal ruido, fumando un cigarillo puntualmente cada hora, apurándolo sin prisa hasta el filtro. Y soñando juguetes, laboriosas maquetas, soldaditos de plomo, y complicadímas locomotoras.
DON- Tenemos una curiosidad enorme: ¿de dónde surgió la idea argumental de ‘Los Millones’? Si conoces a alguno del GRAPO, haz un leve gesto con la ceja…
Santiago Lorenzo: Subiendo Alonso del Barco, calle de Madrid que años más tarde se haría famosa por ser punto de reunión de “cundas”.
DON-¿Tú dirías que ‘Los Millones’ es una comedia, una tragicomedia, una oda a la fatalidad de lo absurdo?
SL- Y yo que quería hacer una historia de mucho llorar…
DON- Pongámonos serios: ¿cómo definirías tu tipo de humor? Humor negro negrísimo, humor blanco, humor infantil, humor marciano…
SL- Humor de rebote: por involuntario y porque creo que sale de los rebotes que uno se coge.
DON- Nos encanta que el libro vaya a tener una nueva vida en las librerías gracias a la reedición de la buena gente de Blackie Books. Una vez escuché que tú eres un autor de long sellers. Me pareció acertado. Dime, ¿cómo van las ventas?
SL- Burlando la crisis con garbo.
DON- En algunos momentos podría parecer que ‘Los Millones’ es un decálogo de consejos para sobrevivir a la pobreza, una especie de manual práctico para resistir sin un duro.
SL- Eso está bien, porque así funcionará también como libro de autoayuda, que siempre se venden más que las novelas. La clave está en reaprovechar cosas, como también hacen los Guajardos en Los Huerfanitos. Yo he sido muy pobre. La amenaza de la pobreza siempre suele estar hanging over me.
DON- Un recurso del humor constante en toda tu obra es la sátira. Principalmente, sátira a lo institucional, lo normativo, lo burocrático. En consonancia con esa tradición tan nuestra de lo esperpéntico. ¿Es tu particular homenaje a Valle-Inclán?
SL-Yo no entiendo cómo alguien puede escribir tan bien como el venerable Valle-Inclán. Pero lo mejor es no encomendarse al espíritu de nadie, que luego te sale ‘Águila de blasón’ y a ver cómo lo explicas.
DON- Dinos, ¿qué cosas te hacen reír siempre, pase lo que pase?
SL- A mí los disgustos siempre me acaban derivando en ataques de risa. Los disgustos míos, ojo.
DON- Igual lo recuerdas, ¿tu mayor ataque de risa?
SL- En 1979. Un niño del colegio mete un dedo en una anilla de las que llevan las porterías de fútbol para atar la red. No puede sacarlo. Una hora entera ahí atrapado. Por supuesto, para el que no lo vio no tiene nada de gracia.
DON- ¿Con qué humorista aprendiste a reír?
SL- Con el clásico ‘Valor y…¡al toro!’, de Ibáñez. Uno de los niños que sí vio lo de la portería y yo seguimos contándonos las viñetas. “Y cuando va y dice…”
DON- Un tema al que se le suele dar vueltas de forma recurrente: ¿tiene límites el humor? ¿Se puede hacer humor sobre cualquier cosa?
SL- Mis amigos y yo tenemos chistes privados que a mí me matan de risa y que sé que no tienen ninguna gracia para nadie más. La mayor parte de las cosas no suelen valer para escribir sobre ellas. Por lo demás, vía libre para todo.
DON- Para ser comediante, ¿es necesario haber tenido una infancia disfuncional?
SL- Qué va. Me imagino muy feliz de crío a Francisco Camps.
DON- ¿Cuándo te diste cuenta de que eras gracioso para otros?
SL- Te juro por Dios que sigo sin darme cuenta.
DON-¿Crees que de verdad se liga siendo gracioso?
SL- Los tíos y tías más graciosos que he conocido tenían siempre serios problemas para ligar.
DON- Dime, y esto me interesa: ¿algún humorista que seguro nos estemos perdiendo?
SL- Uno de Bilbao (Manu Gaínza), uno de Valencia (Vicente Villanueva), uno de Barcelona (Miguel Noguera) y uno de Madrid (Pablo Valiente). No es que nos los estemos perdiendo, porque están ahí para quien quiera verlos, pero quizá todavía habrá gente que no les conozca, aunque parezca mentira.