Paco Roca se confiesa historietista nato. Y no hace falta que lo jure. Suyas son algunas de las mejores novelas gráficas publicadas en Europa en los últimos años. Dueño de un trazo personal (deudor de la escuela de línea clara francobelga) y poseedor de un enorme talento narrativo, el autor nos habla desde diversos ángulos de los que siempre ha sido su pasión: dibujar.
Por FITA MORALES / Ilustración : COCO DÁVEZ
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“A mi siempre me gustó dibujar y contar historias, el dibujo es la forma de expresión que me sale de forma más natural”.
“Al principio tampoco es que dibujar se me diera tan bien, igual si hubiese sido más virtuoso hubiera tirado por otro camino, pero el cómic es un híbrido de muchas cosas y me sentía cómodo, ni siendo un escritor ni siendo un virtuoso del dibujo”.
“Dibujaba todo el tiempo. No me gustaba el fútbol, así que era un bicho raro, y cuando no eres un líder escolar acabas desarrollando más tu vida interior”.
“Recuerdo que me impactó ‘La guerra de las Galaxias’, y como mis padres no me podían llevar a verla todas las semanas ni estaba el vídeo, pues hice un cómic que me servia para recuperar esos momentos. Revivía las sensaciones que había tenido con la película, las hacía mías, las contaba de otra manera, metía otros personajes… Mi madre guarda uno sobre ‘El retorno del Jedi’ que es una risa”.
“Estudié diseño gráfico y de ahí pase a la ilustración publicitaria, donde estuve cerca de 20 años. Se aprende mucho, tanto gráfica como temáticamente, pasas de dibujar el esquema de un Boing a ilustrar las fases del acné juvenil. Y se ganaba dinero”.
“El poco tiempo que tenía lo dedicaba a algún proyecto que fuese publicable en alguna revista. Ya no estaban Tótem ni Cairo, sólo quedaban el Víbora y el Kiss Comix. En Víbora era difícil entrar pero en Kiss no tanto, así que empecé a dibujar pequeñas historias pornográficas. No era lo que mas me apetecía, pero al menos el proceso de documentación me gustaba. Luego pasé al Víbora, donde hice un cómic, Road Cartoons, medio ciencia ficción, medio erótico, medio Peckimpah. medio John Woo, medio Russ Meyer… ojalá hubiera estado a la altura de semejantes referentes”.
“Empecé a hacer cosas fuera de la revista, lo primero fue ‘El juego lúgubre’, que es lo que quería hacer, documentarme sobre algo y hacer una historia con un principio y un final, en este caso sobre Salvador Dalí. Inicie un camino que me llevo hasta ‘Arrugas‘, hacia la novela gráfica”.
“Ahora no sabemos cómo dibujar una gabardina o un sombrero, así que para ‘El invierno del dibujante’ eché mano de películas de la época, de neorrealismo español, y del NODO, una fuente enorme. Y para determinados dibujos me fotografío en la pose que quiero representar. Para ‘Los trucos del azar’ hice hasta unas maquetas de tanques”.
“Hago unas páginas para la prensa, ‘Un hombre en pijama’. Tienes que entregar algo cada 15 días, así que siempre ando pensando qué voy a hacer, tengo muchas ideas, la mayoría se me olvidan, así que apunto cosas. Las ideas pueden ser buenas o malas, la clave es el partido que le vas a sacar, una chorrada o una nimiedad me dan para reflexionar y acabas construyendo una historia en base también al oficio que vas teniendo, ser capaz de sacarle partido a cualquier cosa”.
“En mi obra hay mucho de mí. En ‘Un hombre en pijama’ cuento lo que me interesa y lo que no, lo ficciono. Diría que es es un 70% de realidad y 30% de ficción”.
“Para trabajar me gusta la rutina, aunque no siempre lo consigo. Me levanto pronto, hago horario de oficinista. Trabajo siempre con música. Intento tener cierto orden en el estudio e intento estar en un solo proyecto. Tomo poco café, es como una droga, si lo tomo voy acelerado, así que trabajando bebo agua”.
“El proyecto en el que estoy ahora, ‘La casa’, es un poco autobiografía ficcionada, vuelvo a trabajar con los recuerdos, con la memoria, un tema recurrente en mi obra. Cuando buceas en tus recuerdos, como en ‘Arrugas’, piensas que liberando eso te vas a sentir mejor pero resulta que no”.
“Los premios te facilitan la vida. El Premio Nacional hace que seas más mediático y tus obras se vendan mucho más y te llegan más trabajos, en ese sentido está muy bien. Pero también son un lastre, hacen que arriesgues menos. Se crea con mas libertad fuera del foco mediático, sin presión, sin miedo al fracaso”.
“El cómic es la libertad absoluta, la única limitación que tienes es la tuya como autor. Y el cine es lo que puedes hacer con el dinero que tienes, y eso es una putada”.
“Me interesa la historia. Mi próximo proyecto es sobre un asunto histórico reciente. Y en cuanto a géneros, me gustaría poner mi forma de contar las historias al servicio del periodismo, otra forma narrativa”.
“Me considero un privilegiado, no me hago rico pero vivo de hacer lo que quiero y estoy feliz, así que con no perder esto, seguir con esta ilusión… Y si consigo mantener mis lectores o tener más, eso sería mi sueño colmado”.
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