La televisión es un medio extraño. Algunos dirían que además de extraño, a menudo absurdo (trabajo en la televisión hace muchos años, por cierto). Un día, una serie se encuentra sin fecha de estreno, con sólo uno o dos episodios listos para emisión. La semana siguiente, debuta con un 21.5% de share, De por medio, el polémico secuestro del libro ‘Fariña‘, de Nacho Carretero, en el que está basada la serie de Bambú para Antena 3, como medida cautelar en la demanda del ex alcalde de O Grove, José Alfredo Bea, por un supuesto delito de “injurias y calumnias”. Pocas veces un dicho popular como “de aquellos polvos vienen estos lodos”, ha tenido tanto sentido. Dominó, camisas abiertas, pantalones de campana, acento gallego, mariscadas a golpe de fajos de billetes de diez mil pesetas, coches rápidos y planeadoras aún más rápidas esquivando bateas con la misma habilidad con la que Bebeto sorteaba defensores. Bienvenidos al universo ‘Fariña’.
El eje principal de la serie es también el narco más famoso de su época. Se ha publicado estos días que José Ramón Prado Bugallo, Sito Miñanco, tenía una copia del guión de la serie en su mesilla cuando fue detenido el pasado 5 de febrero. Leyenda o realidad, seguro que no tendrá queja del casting. Javier Rey borda un Sito mucho más apuesto de lo que se aprecia por las fotos de la época, finísimo y embutido en unos outfits imposibles, pero extremadamente puntilloso en los detalles (ojo a cómo coge el cigarrillo, espeluznante). El actor de Noia, localidad bastantes kilómetros al norte del Cambados natal de Sito, adapta su acento al personaje a la perfección.
El estilo narco
El narco gallego cerraba (o cierra) marisquerías para liarla con sus colegones. El narco gallego cerraba puticlubes de carretera para celebrar una descarga exitosa. El narco gallego vive con su madre, con su mujer y sus hijos en la misma casa de pueblo de siempre (aunque a veces esconda un Ferrari en la leira de atrás y tenga a la amante en un pisito a un par de kilómetros). España se ha dado cuenta de que el narco gallego no tiene nada que envidiar al colombiano en cuanto a carisma y sentido de lo cool. Otro de los grandes valores de la producción de Bambú. Vestuario de la época, coches, localizaciones de la Ría de Arousa pero sin caer en lo obvio (el precioso cementerio de Santa Mariña de Cambados, por ejemplo, que no falta en peli de narcos que se precie), toda la ambientación resulta perfecta.
Más allá de Javier Rey, muy conocido por su papel en la serie ‘Velvet’, ‘Fariña’ presenta un puñado de interpretaciones notables. Tamar Novas, ese actorazo descubierto por José Luis Cuerda en ‘La lengua de las mariposas’, y Goya al Mejor Actor Revelación por ‘Mar adentro’, se mete en la piel del lugarteniente de Sito de manera brutal. Muchos espectadores lo descubrirán por esta serie, y con suerte algunos de ellos repasarán papelones como el que hace en ‘La Ira’, telefilme de Daniel Calparsoro sobre otro episodio notable de la historia negra de Galicia. Tristán Ulloa, de origen gallego aunque nacido en Francia, encarna a un prometedor sargento Darío Castro… Pero capítulo aparte merece Antonio Durán Morris, veterano actor muy conocido en la Televisión de Galicia por sus papeles de comedia, y que hace un impresionante ejercicio de mímesis con su papel de Manuel Charlín, el viejo patriarca del clan de los Charlines. Si el parecido físico en pantalla asusta, la intensidad de la interpretación, directamente acojona.
Junto al estupendo tema de cabecera compuesto e interpretado por Iván Ferreiro, uno de los puntos fuertes del primer episodio de ‘Fariña’ a nivel musical pasa por la recuperación del grupo Heredeiros da crus, uno de los mayores exponentes del llamado rock bravú, movimiento autóctono (y rockero) gallego de finales de los 90, junto a Os Resentidos de Antón Reixa, Os Diplomáticos de Monte Alto, Ruxe Ruxe o Skornabois, y que terminó por popularizar entre los más jóvenes el ya mítico programa ‘Xabarín Club’, presentado por Silvia Superstar ¡en una televisión pública y autonómica! Ay, los 90…
Si el gallego es un idioma rico y precioso, sus insultos y exabruptos acarician a menudo lo sublime. ‘Cara de cona’ (en traducción literal “cara de vagina”) es quizá el que más ha llamado la atención después del primer capítulo, y no es descartable que se convierta en el “hijoeputa” de las primeras temporadas de ‘Narcos’, pero es que los guiones de ‘Fariña’ están debidamente trufados de expresiones impagables del gallego más coloquial, de pequeños ataques contra el idioma más normativo, y de arranques tan genuinos como cuando Tamar Novas le espeta a Javier Rey un “¡no me joder, eh!”. Como algún tuitero ha apuntado con acierto: “Ha hecho más en un episodio ‘Fariña’ por la difusión del gallego que muchas políticas lingüísticas en los últimos años.
Una razón más para seguir hablando de ‘Fariña’, y para seguir viendo ‘Fariña’, por supuesto. Un solo episodio y ya es una de las series del año.