Bangkok, la bulliciosa capital de Tailandia, antiguo reino de Siam, es una de las megaurbes más fascinantes del planeta, de esas a las que hay que ir al menos una vez en la vida. Una ciudad de contrastes —rica y pobre, amable y peligrosa, ordenadamente caótica— que ofrece al boquiabierto viajero un sinfín de posibilidades para todos los gustos: historia, naturaleza, gastronomía, compras, diversión nocturna sin límites… Todo el mundo tiene que pegarse una vez en la vida un viaje a Tailandia.
Hay mucho que hacer en una ciudad que nunca duerme, pero estos cinco planes son imprescindibles.
En busca del templo bendito
Bangkok, como Tailandia entera, está lleno de templos budistas. Para el turista son un verdadero oasis de paz, un lugar ideal para descansar del ajetreo del viaje por la tranquilidad, alejada de toda solemnidad, que reina en ellos. Por eso recomendamos parar en cualquiera que se nos ponga a tiro. Pero es indispensable acercarse a Wat Pho, que aloja a un Buda Reclinado de proporciones mastodónticas —46 metros de largo y 15 de alto— recubierto de oro. Impresionante. Además, en el recinto se encuentra la Escuela de Masaje Tradicional Tailandés, cuyos alumnos ofrecerán al cliente una de las experiencias más gustosas de su vida.
El club de la lucha
Tanto si se es aficionado al Muay Thai como si no, hay que ir al estadio de Lumpini para tomarle el pulso al ambiente que se respira en este templo consagrado al deporte nacional. Más allá del fascinante espectáculo que ofrecen los luchadores sobre el ring, el show de los corredores de apuestas y apostadores gritando frenéticamente es igualmente fascinante. Las veladas son animadas por una orquesta tradicional y solícitos muchachos proveen al espectador con comida y bebida a precios de ganga. Además, el gigantesco parque del mismo nombre es un lugar ideal para darse un baño de verdor en plena jungla de asfalto.
Un mercado de cuidado
El mítico eslogan de los grandes almacenes Harrods —“Todo para todo el mundo en todas partes”— se queda ridículamente pequeño ante la oferta del apabullante, mastodóntico y laberíntico mercado de Chatuchak, el paraíso para cualquier amante de las compras. Venden literalmente DE TODO, comida, animales, muebles… y sobre todo ropa, mucha ropa (moderna, vintage, cool, hipster, extravagante…) a precios bastante asequibles. Conviene comprar una maleta extra en el mismo recinto y conviene, desde luego, hacerse con un mapa o uno corre el riesgo de perderse en la marabunta de pasillos de este alucinante centro comercial. Conviene hacer una pausa en cualquiera de las cientos de cantinas del mercado y probar alguna especialidad local acompañada de sticky rice y regada con una cerveza local.
One night in Bangkok
El mercado nocturno de Patpong, además de compras, es un buen lugar para pasar una noche loca thailandesa. Existen cientos de locales para todos los gustos, la mayoría con banda residente especializada en éxitos bailables. Ojo porque están atestadas de prostitutas y los célebres ladyboys, bastante descarados a la hora de ofrecerse. Y, además, existen numerosos locales de dudosa reputación en los que observar uno de los espectáculos más decadentes y delirantes del mundo, el de las bailarinas que hacen auténticas locuras con su vagina: escupir pelotas de ping pong, disparar dardos, apagar velas, extraer ristras de cuchillas de afeitar… Ver para creer.
El final de la escapada
El último plan que proponemos es una huida de la ciudad hacia el paraíso de Phuket, el remate perfecto tras unos días intensos en la Ciudad de los Ángeles. La conocida como Isla de Cristal es un idílico paraje tropical de playas de arena blanca y tranquilas aguas turquesa ideal para desconectar y degustar los múltiples manjares de la gastronomía local. En la isla, por supuesto, abundan los templos, tanto religiosos como consagrados a la vida nocturna.
[ FOTO: BERNARD SPRAGG ]