El viernes 13, considerado como un día nefasto, será recordado en 2017 como su opuesto. Hoy comienza Spannabis, la feria del cáñamo mas grande del mundo (unos 200 expositores) que este fin de semana se celebrará en el Pabellón de Cristal de la Casa de Campo en Madrid. Anteriormente se celebró en Barcelona, pero esta vez es el turno de Madrid.
Lo que primero que nos llama la atención al entrar es un stand con barra de bar. Es Cannabeer, el espacio de la cerveza con CBD, el principal componente de la marihuana, la que en teoría solo tiene fines medicinales. Lo que iba a ser una sencilla cata, acaba en la ingesta de tres cervezas. Mi acompañante, el cámara y yo nos perdemos durante un rato y esto no acaba más que de comenzar. La cerveza empieza a hacer efecto. El primer síntoma, la desorientación. Encontramos a nuestro fotógrafo captando un espcaio que recogía la historia de la marihuana en el arte. Desde objetos de antiguas civilizaciones en las que ya se fumaba cáñamo, hasta los discos dónde se habla abiertamente de la marihuana. Los aterradores Black Sabbath destacaban sobre el resto.
Tras esta primera experiencia en el piso de arriba, visitamos la planta de abajo. Expositores con fertilizantes y focos de luz mas potentes que el sol, para que las plantas crezcan como secuoyas, armarios de cinco estrellas para que vivantranquilas. Hay incluso máquinas que hacen la manicura de las flores para aquellos que no quieran coger unas tijeras y hacer esta artesanía. Lo cierto es que había stands que iban claramente focalizados a la producción en masa de marihuana. La dimensión de plantar en casa es inimaginable. No muy lejos de allí, una pareja de hippies holandeses mostraban un invento perturbador: un aparato que fusiona un vaporizador con una cachimba. El resultado era un monstruo de algo mas de un metro de alto que exponían para que la gente “fumase” aplicando la misma norma que para el cigarro electrónico. “Vaporizar no es fumar” nos repetían todo el rato. Pero lo que se quemaba allí era maría. Probamos varias veces el aparato. SE coloca la marihuana en la parte superior, que conectaba con un tubo que introducía el vapor del agua de la parte inferior directo al pulmón. Unos pasos más allá, nos topamos con el cigarro electrónico mas hipster de la Tierra. Su caja tenía exactamente la misma presentación que la del iPhone. De lejos era exactamente como un smartphone.
A los pocos minutos, en medio de los vapores producidos por el vaporizador, salimos a la terrza para que nos dé un poco el aire. Tenían montado un pequeño Viñarock, más por el público que por la indescriptible música. Algo que podríamos denominar techno cannábico. Hacemos un poco más de hambre visitando más stands y nos damos cuenta de que en realidad está prohibido fumar. Los de seguridad vigilan su cumplimiento y todo el mundo juega al gato y al ratón fumando sin ser descubierto. Los puestos de comida comienzan a hacer su agosto. Un poco caros, pero el hambre aprieta. Destaca la astucia de Navidul, que coloca un camión en la feria. Bien jugado. Buscamos algo raro, tras ver las nubes de algodón con CBD que habíamos visto a algunos visitantes. Optamos por la comida india. Comemos un hojaldre recubierto de azúcar con pollo empanado al curry y una samosa de hojaldre relleno de una pasta de garbanzos, al curry obviamente. Qué bien sienta.
A los postres nos topamos con unas monjas que querían llevar la palabra de Dios al cáñamo. Nos dan una especie de cacao cannábico que hace que se me duerman los labios y empiecen a vibrar. “Pues bien, esto te lo puedes echar en el pene, imagínate esa sensación ahí” , me dice Sor María Juana. Se consagran mis expectativas puestas en Spannabis. Al rato, la gente empieza a perder la compostura jugando al frisbee en medio de la multitud.
Regresamos a la plamta baja. Nos llama la atención el stand de WeedMaps, el Google Maps de los canutos, que como bien pone en su web ofrece la ubicación de doctores, repartidores y asociaciones. ¡Guau! Cerca de allí, nos encontramos un autentico laboratorio propio de Heisengberg que daba bastante mala espina y que no asociábamos con la marihuana mas allá de algo relacionado con la obtención de BHO. Avanzamos y nos encontramos con el puesto de CannaShot, una bebida energética con CBD (doble taquicardia inside); a su alrededor había galletas de la misma sustancia (no sabemos si para mojarlo en el Red Bull cannábico). Ciertamente eso nos dio la vida necesaria para intentar volver a darle al vaporizador, cosa que no logramos. Deprimidos ante la negativa de los holandeses de que volviéramos a probar su invento, decidimos marcharnos, no sin antes probar, ya en la calle, una muestra que un amable señor hindú nos había regalado. El camino a casa se hace eterno.
Spannabis cumple con todas las expectativas como como punto de reunión para todo aficionado, curioso, fumeta y/o productor de marihuana. Un lugar en el que poder comprender la dimensión de la cultura de la marihuana y todo lo que tiene detrás. Un buen lugar donde dejar atrás la serie de prejuicios históricos que siempre se le han adjudicado. No vamos ahora a decir que la marihuana es buena, pero mala tampoco es.
[ FOTOGRAFÍAS: RAFAEL DESCANES ]