Imagina por un momento que toda tu familia se convierte a la fe católica. Primero tu cuñado y una hermana, después tu madre y al final tu otra hermana. Esto es lo que le sucedió a David Arratibel, que decidió filmar el proceso en ‘Converso‘, una película en tono documental que te deja pegado a la pantalla observando una catarsis familiar real como la vida misma.
El documental trata de intentar comprender qué demonios le sucede a la familia del director, cuya ópera prima ‘Oírse‘, que trataba el problema del acúfeno, fue muy premiada tuvo muy buenas criticas. ‘Converso‘,que ganó la Biznaga de Plata al Mejor Director en la Sección Oficial de Documentales del pasado Festival de Málaga, y el Premio del Público en el Festival Internacional de Documentales Punto de Vista de Navarra 2017, se estrena en salas comerciales el próximo 29 de septiembre y hemos querido hablar con David Arratíbel sobre el Espíritu Santo y las conversaciones pendientes.
- No sabía en lo que me metía porque no tenía una premisa concreta, nunca supe si saldría una película de aquellas primeras ideas. Al principio, me movió una especie de curiosidad, incluso morbo, por lo que mi cuñado podría contarme sobre los órganos de iglesia -un elemento muy importante de la película- y la vivencia religiosa, pero en la primera conversación con él ya surgió el tema de la conversión de mi hermana, y ahí la película da el primer giro que yo no esperaba.
- Fueron pequeños shocks, detalles que me dejaban perplejo: un libro sobre la mesilla, una conversación entre ellos, bendecir la mesa, ir a misa… Yo intentaba no verlo pero poco a poco se convirtió en un muro entre nosotros, un tema tabú, como otros tantos que se generan en las familias.
- Fue fruto del azar, pero la clave de la película está en la música. Comienza con mi cuñado diciendo que el órgano se ha entendido como una metáfora de la iglesia, donde hay distintos tubos/personas y, entre todos, forman una armonía. Yo estaba desafinado, no participaba de su acorde. Entonces les propongo hacer una polifonía vocal porque con esta película busco generar esa armonía, pero al margen de la fe y de la iglesia, sin instrumentos de por medio.
- Así es, y yo no lo podía creer porque, hasta entonces, mi hermana estaba en las antípodas de cualquier postura religiosa.
- Sí, también estuvo muchos años de parlamentaria. Al estar toda su vida en política, mi madre siempre ha estado expuesta públicamente, por eso creo que para ella ha sido menos duro lo de aparecer en una película.
- Puede ser el germen de su vivencia, pero sólo el de ella, no creo que hubiera influenciado en el resto de la familia. De hecho, cuando mi hermana mayor y mi actual cuñado -entonces eran solo amigos- comenzaron su proceso de conversión, mi madre les miraba con mucho recelo.
- El caso de Paula fue muy personal, íntimo, reflexivo; como es ella. Tiene una mente privilegiada, siempre ha sido una estudiante muy brillante y, desde muy joven, sus reflexiones existenciales o filosóficas han sido muy complejas y profundas. Desde esa actitud llegó a encontrar sentido a la fe.
- Es cine de lo real. Me gustaría pensar que está entre esas películas en las que la cámara gira sobre sí misma y desarma al propio cineasta. Ese cine me conmueve especialmente.
- He intentado aprender a escuchar, y a hacerlo sin prejuicios, pero creo que nunca lo conseguiré del todo.
- Claro, esta es una película sobre conversaciones pendientes, de ahí el doble sentido del título: ‘Converso’ como primera persona del verbo conversar.
- ¡Calla! ¡No me hagas esto! La película tuvo 22 montajes distintos y creo que, si por mí fuera, no se habría acabado nunca. Aquí tengo que nombrar a David Aguilar y Pello Gutiérrez, de Zazpi t’erdi porque ellos son tan responsables como yo de todo lo que hay en esta película. Sin ellos nunca hubiera hecho cine.
- Aunque el proceso creativo en ‘Oírse‘ también fue muy libre, a nivel formal y narrativo sí que había ciertas premisas relacionadas con la escucha: silencios, paisajes sonoros, ruidos… Era mi primera película, esta muy perdido, pero trabajar con Zazpi t’erdi y con Xabier Erkizia fue una gozada, me llevaron en volandas.
- El recorrido que tuvo ‘Oírse’ fue un regalo, una sorpresa, porque mis expectativas eran absolutamente nulas. Fue alucinante ir a festivales en los que me sentía un intruso, y ni te cuento cuando nos dieron algunos premios. Y claro, al hacer la segunda película ya tenía expectativas, y eso genera cierta presión, la verdad.
- El festival Punto de Vista tuvo la culpa, y concretamente la edición de 2007, con Muguiro al frente. Allí descubrí Diary’, de David Perlov, y me dejó extasiado. Una película de 1973 de más de trescientos minutos ¡rodados en la intimidad de una familia! La película comienza con un plano desde una ventana y la voz en off dice “me he comprado una cámara y esto es lo que se ve desde mi ventana”. Cuando salí de la sala le dije a mi querido amigo Jabato “no sé para qué, pero me voy a comprar una cámara”.
- Trabajo en publicidad desde hace más de veinte años. Esto me da una cierta estabilidad que me permite hacer películas con total libertad, y con la tranquilidad de saber que puedo abortar el proyecto en cualquier momento, o que se puede alargar en el tiempo tanto como sea necesario.
- ¡Se puede! Siempre hay una capa más que des(a)nudar.
- Tengo poco pudor a la hora de mostrar mis sentimientos. Lo complicado es implicar a otras personas para que hagan lo mismo.
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