‘Ozark‘, la nueva producción de Netflix nos lleva a un infierno donde lo peor no es que te persigan narcos de todo pelaje si no enfrentarte al día a día. Una buena propuesta que completamos con otras familias de la tele que no pueden ser catalogadas como convencionales.
Pocas carreras tan interesantes como la de Jason Bateman que, de actor juvenil de series de televisión con seria tendencia a quedar encasillado en papeles malos, se sobrepuso a su infausto destino aceptando retos, papeles incómodos y esta desarrollando una carrera más que interesante como director con dos largometrajes a tener en cuenta: “Juego de palabras” (2013) y “Los Fang” (2015) donde dirige e interpreta a dos perdedores de manual con claras tendencias misántropas. En “Ozark”, serie original de Netflix, da vida a Marty Byrde un contable (ahora se llaman asesores financieros) que tiene un problema con su mejor cliente: el segundo mayor cártel mexicano. Para intentar ganar tiempo decide marcharse con su familia a Ozark, un pueblo de Missouri, con la promesa de lavar dinero para el cártel a cambio de que no le corten el pescuezo. Esa parece ser la línea del Señor Bateman, interpretar a personajes algo chungos.
Laura Linney interpreta a Wendy Byrde, su mujer, con unas necesidades vitales diferentes a las de su marido y por la serie pululan paletos, criminales, agentes del FBI y personajes chalados de distintas cataduras. Una de las sorpresas del verano, sin duda, que algunos identifican como el nuevo “Breaking Bad”. El tiempo lo dirá.
THE RICHES, FAMILIA DE IMPOSTORES
Poco duró esta serie, dramática cancelación tras 20 episodios, que juntó en sus papeles protagonistas a Eddie Izzard y Minnie Driver. Una elección de casting tan extraña como acertada si nos ceñimos a la altísima calidad de la producción que, como ya hemos comentado, no tuvo la complacencia del pueblo soberano catódico. La cosa es tan sencilla como retorcida: una familia de gitanos estadounidenses toma la identidad de una familia rica e intentan dejar su pasado de timadores. Pero, claro está, el pasado siempre está presente y los Malloy (que ahora son los Riches) tendrán muchas dificultades para completar su transición de nómadas dedicados al noble arte de la cartomancia a respetable familia de suburbio.
THE AMERICANS
Cinco temporadas lleva en antena esta serie que, en España, parece tener una base de adeptos pequeña pero muy fiel. La historia parte de una leyenda nunca confirmada de que los soviéticos habían introducido en USA a parejas que se hacían pasar por familias norteamericanas, se instalaban en sociedad, abrían negocios, vivían como ciudadanos nortemaericanos y espiaban para la Unión Soviética. Keri Russel y Matthew Rhys dan vida a una de estas familias, Los Jennings, que tienen un emporio del espionaje desde su discreta vida como agentes de viajes en la América de Reagan. Brillante, fría, contradictoria, con una gran base histórica o, por lo menos con la mezcla necesaria de ficción y realidad, esta producción retrata muy bien los problemas a los que se enfrenta una pareja con la misión de socavar el capitalismo pero que ha alcanzado, aparentemente, todas las metas del “American way of life”.
RAY DONOVAN
Lieb Schreiber da vida a un matón de categoría llamado Ray Donovan que se dedica a cuidar de la vida privada de los ricos y famosos hollywoodienses mientras tira del carro de sus traumas infantiles y de una familia socavada por el abuso infantil, el alcoholismo y la miseria moral de un padre, Mickey (Jon Voight), que les ha impreso el gen de la pequeña delincuencia a todos sus hijos. Mientras Ray intenta cuidar de sus dos hermanos, Terry (Eddie Marsan) y el quebradizo Bunchy (Dash Mihok) tendrá que sobrellevar los de su propia familia: la dura relación que mantiene con su esposa Abby (Paula Malcomson) y sus hijos Conor (Devon Bagby) y Bridget (Kerrys Dorsey). En fin, una serie que parece partir de esa reflexión de Freud sobre la imposibilidad de poder psicoanalizar a los irlandeses que va ya por su quinta temporada y que parece empujada por la fiereza de seguidores y detractores.
WEEDS
Nancy Botwin (Mary-Louise Parker) es la reina del tráfico de marihuana en la elegante y desahogada zona residencial en la que vive. Una vida que ha tenido que elegir para poder mantener su status económico tras el fallecimiento de su marido y tener que lidiar con las facturas y con la educación de sus dos hijos, Silas (Hunter Parrish) y Shane (Alexander Gould), a los que se unirá un cuñado un poco desordenado llamado Andy (Justin Kirk). La serie, a través de sus ocho temporadas, es una buena reflexión sobre la familia, sobre como se articula y, sobre todo, sobre el absurdo de prohibir una sustancia menos dañina que el tabaco o el alcohol. Un punto de vista interesante de su creadora, Jenji Kohan, que ha seguido el camino del éxito con la carcelaria “Orange is the new black”. Pese a haberse estrenado en 2006 no ha perdido ni un punto de frescura y/o actualidad y, ahora que parece que la legalización de la hierba está más cerca que nunca, se convierte en buen material para comprender los errores de la guerra contra las drogas.
BIG LOVE
Si una familia tradicional, formada por papá/mamá/hijo(s), es ya complicada de sobrellevar imaginen lo que tiene que ser lo de intentar alimentar, proteger y administrar a una unidad familiar formada por papá/mamá1/mamá2/mamá3/Muchos hijos. Esa es la curiosa premisa de esta serie que sigue los pasos de los Henrikson, unos mormones cuyo cabeza de familia es Bill (Bill Paxton) que, a la vez, está casado con Barb (Jeanne Tripplehorne), Margene (Ginnifer Godwin) y Nicolette (Chlöe Sevigny) en un clima enrarecido por los turnos para compartir lecho, cuidar de los muchos niños y, sobre todo, que no falten tres comidas al día. La serie, en el año de su estreno, creó mucha controversia porque, como entenderán, las prácticas poligámicas de los mormones en el Estado de Utah están prohibidas por ley pero se siguen practicando en la discreción de la intimidad. Una realidad desconocida para muchos telespectadores que pusieron el grito en el cielo y no se quedaron con lo importante: la forma en la que se narra que se puede amar a mucha gente a la vez y no estar loco.
A DOS METROS BAJO TIERRA
Posiblemente esta es la serie que abrió la puerta de las series raritas y de calidad. La cosa va así: Los Fisher son los orgullosos dueños de una funeraria que, poco a poco, es un negocio cada vez más ruinoso en un segmento empresarial en el que los negocios comienzan a dejar de ser familiares para ser absorbidos por grandes cadenas. Cuando el padre de familia fallece, Ruth (Frances Conroy) convoca a todos sus hijos para que se encarguen de todas las cosas que están mal mientras intentan poner sus propias vidas en orden: Nate (Peter Krause) vive de la venta de productos orgánicos en Seattle, Claire (Lauren Ambrose) es una postadolescente llena de dudas que quiere dedicarse al arte y solo David (Michael C. Hall) parece querer encarar los retos del futuro junto al único asalariado, Rico (Freddy Rodríguez), pero es gay, no ha salido del armario y teme que su vida privada de mala fama al negocio y lo haga naufragar.
Una serie dramática y emocionante sobre la condición humana y la forma en la que afrontamos nuestros problemas con vivos y muertos. Lo mejor: la serie crece y crece hasta un desenlace final del que nos acordamos poco pero que es mejor, incluso, que el de “Los Soprano”.
SHAMELESS
Aunque su versión inglesa ya era de traca es cierto que la versión USA, que se ha estirado mucho más en el tiempo y ha hecho entender mejor nuestro difuso concepto de ‘vergüenza ajena’ a los espectadores anglosajones, es completamente gloriosa. Frank Gallagher (William H Macy) es un desgraciado borracho, drogadicto y ladrón que intenta, por todos los medios, transmitir su sabiduría a sus vástagos, una familia de cuatro hijos y todos los allegados que uno pueda imaginar reunidos alrededor de la idea reflejada por Siniestro Total en “la sociedad es la culpable”: Salir a la calle a buscarse la vidilla. Ocho temporadas en antena y seguimos con esa mezcla de risa nerviosa y de mareo existencial ante las correrías de los Gallagher que, a los más viejos del lugar, le recordarán a una versión estiizada de aquellos Flodder, protagonistas de los exitazos del cine holandés “Una familia tronada” (1986) y la secuela “Los Flodder en America” (1992) pero con una marcha más de vitriolo y mala leche.
ARRESTED DEVELOPMENT
Los Bluth son una familia formada por George (Jeffrey Tambor) y Luccille (Jessica Walter) y sus hijos: Buster (Tony Bluth), Lindsay (Portia Di Rossi), Gob (Will Arnett) y el único que parece tener los pies en el suelo, el consecuente Michael (Jason Bateman). Sobre él recaerá el honor de presidir el grupo inmobiliario del padre que es intervenido por las autoridades justo el dia en el que toma posesión por lo que, desde entonces, Michael, y su hijo George-Michael (Michael Cera), se verán obligados a bandear con los problemas de arrastrar a una panda de indolentes chiflados que no han pasado necesidad ni cinco minutos en toda su vida y cuyo único objetivo es hacerle la vida cada vez más difícil a su hermano. La serie, injustamente cancelada tras tres temporadas, volvía a la vida gracias a Netflix que quiso que siguiéramos disfrutando de las aventuras de estos chalados.
MALCOLM IN THE MIDDLE
Malcolm (Frankie Muniz) es un genio de gran coeficiente intelectual atrapado en una familia formada por gente tan cariñosa y con los sentimientos a flor de piel como inútil a la hora de tomar una decisión correcta: Lois (Jane Kaczmarek) es la madre que intenta que los hijos no se le desmanden mientras que su marido, Hal (Bryan Cranston), procura ser más amigo que padre de sus hijos. Francis (Christopher Maerston) es el hijo mayor conflictivo que salió de casa pitando y Reese (Justin berfield) el típico abusón de instituto sin muchas luces. El plantel lo remedia Dewey (Erik Per Sullivan) que hace cosas increíbles pero que resulta completamente invisible para el resto de la familia por ser el más pequeño. Una gozada de sitcom divertida, inteligente y muy, pero que muy borrica para los años en los que fue estrenada que se plantea que las familias más desastrosas pueden ser completamente felices y criar a gente sana aunque un poco desconectada de la realidad sin cismas mentales aparentes.
TRANSPARENT
Los Pfermann tendrán que enfrentarse a todos los problemas que tienen cuando el padre de familia se reasigne el sexo y se convierta en Maura (Jeffrey Tambor). Este cambio de identidad hará que su familia re replantee su propia existencia y su supervivencia a través del cambio radical de la protagonista. Una serie tan dramática como cómica, si uno lo mira bien, que nos enseña a poner al tiempo cambiante buena cara y a llevar los pasos de los cambios con más tranquilidad que histeria. A veces delirante, siempre sorprendente, “Transparent” demuestra que la televisión y los medios de comunicación ya no necesitan ese tiempo de gracia que antes se concedían para hablar de temas espinosos y que ahora los afrontan con naturalidad.