George A. Romero ha fallecido a la edad de 77 años, acompañado por sus familiares y escuchando la banda sonora de su película preferida: “El hombre tranquilo”. El dato lo ha dado el productor y asociado del director, Peter Grunwald, que comenzó su colaboración con él en 1988 con la fantástica ‘Atracción diabólica’, un cuento pequeño pero, a la vez, terrorífico sobre la extraña relación entre un atleta que queda postrado en una silla de ruedas y una mona capuchina alterada genéticamente que le sirve como ayudante. ¿Han leído de un tirón? ¿Se les ha venido a la cabeza el adjetivo “delirante”? Si es así, enhorabuena. Ya saben ustedes casi todo lo que hay que saber, a primer vistazo, del cine del director que nos ha arrebatado el cáncer de pulmón. Pocas veces se alejó de ese adjetivo.
Nacido en el Bronx y de ascendencia lituano-cubana (ahí es nada) siempre fue un apasionado del cine y un amante del cine clásico. En su adolescencia y en su etapa de la universidad siempre lleva consigo una cámara de Super 8mm con la que rueda pequeños cortos. Sus primeros trabajos, sin embargo, los consigue dirigiendo anuncios y trabajando en el programa infantil de televisión ‘Mister Roger´s Neighborhood’. De aquellos años aprende dos cosas que también son fundamentales para comprender la filosofía fílmica de Romero: el presupuesto puede ser bajo si la historia es grande, hay que divertir.
A finales de los 60 consigue un poco más de 100.000 dólares y rueda ‘La noche de los muertos vivientes’. Nadie cree que vaya a ser un éxito pero la película se cuela en el circuito de Serie B y en la exhibición en autocines. Una especie de segunda división que, por aquel entonces, ya daba buenos beneficios a productoras independientes y que es el lugar donde otros talentos, desde Coppola a Scorsese pasando por Cimino o Dennis Hopper, se están haciendo un hueco gracias a ese entrañable tacaño conocido como Roger Corman. Corre el año 68 y la gente conecta con la película. Una película de 100.000 dólares dirigida a un público adolescente, sin estrellas conocidas y, sobre todo, de género (en este caso el género de terror) se convierte en un taquillazo en una época en la que confluyen algunos interesantes ingredientes: la generación hippy se encuentra con una película terrorífica pero, a la vez, simbólica y que tiene todo el sentido en su contexto histórico; los franceses, desde Europa, están reivindicando el cine de género y, finalmente, el público gracias al empuje de la televisión y a una profunda crisis en la política de producción hace que la gente sea reacia a ver películas de grandes estudios y prefiera pescar en otros mares de entretenimiento.
Romero, sin ser un revolucionario consciente, fue una de las puntas de lanza de este cambio y, como todos ustedes saben, se permitió el lujo de fundar un nuevo género de terror, el de ‘zombis’, pese a que en todo el metraje de ‘La Noche de los muertos vivientes’ no se dice la palabra ‘zombi’ ni una vez.
En los años posteriores, sin embargo, Romero intentaría escapar del género. ‘There´s always vainilla’ (1971) y ‘La estación de la bruja’ son cintas de serie B que nada tienen que ver con los zombis. Su siguiente película, ‘The Crazies’ (1973), que tiene un remake de 2010 firmado por Breck Eisner, se puede decir que inaugura el subgénero zombi más conocido, el de los infectados, que se caracteriza porque las personas que reviven una vez fallecidas lo hacen gracias a la interacción con un agente químico (normalmente propiciado por un escape de un gas maligno o una prueba de un arma química que deja a la gente con un pie en este mundo y otro en el más allá). Lo hace también de forma inconsciente.
En los años siguientes, y ante un fracaso comercial evidente, Romero sigue trabajando para TV y aparca durante cinco años su trabajo como director cinematográfico. Vuelve en 1978 con la segunda parte de ‘La Noche de los muertos vivientes’ titulada ‘Zombi: el regreso de los muertos vivientes’. Es decir: “Dawn of the Dead” o, como ya se la conoce entre los aficionados, “El amanecer de los muertos” (Gracias a que esa fue la traducción que tuvo el remake que hizo Zack Snyder en 2004). La película se centra en los supervivientes refugiados en un centro comercial y, pese a lo chusco de los maquillajes de los zombis, la película resulta otro gran éxito. Ese mismo año George A. Romero competiría en Cannes con la chalada ‘Martin’ que ahondaba en el género de los vampiros pero desde una perspectiva más psicológica…algo así como lo que hizo “Besos de vampiro” (1988, Robert Bierman) con Nicholas Cage pensando que se estaba convirtiendo en un vampiro pero con la imagen de ‘Arrebato’ (1979, Iván Zulueta).
Romero rodaría hasta 2009 un total de cuatro películas más sobre zombies: ‘El día de los muertos’ (1985), ‘La tierra de los muertos vivientes‘ (2005), ‘El diario de los muertos‘ (2007) y ‘La resistencia de los muertos‘. Todas ellas, todas, hicieron evolucionar el género que él mismo había creado y, todas ellas, añadieron un aliciente nuevo tanto al zombi como al entorno de los mismos. Pequeños toques, detalles que parecen insignificantes (los zombis pueden aprender, los bebés zombi, la relación humana en el entorno apocalíptico etc.) pero que han alimentado ‘The Walking Dead’, “Guerra Mundial Z” o ’28 días después’ y a todos los que,desde entonces, han querido rodar una película sobre el género.
Paralelamente a su trabajo como director de estas películas hay que reconocerle a Romero su trabajo en su única superproducción, la adaptación del texto de Stephen King ‘La mitad oscura’ (1993) (King es un fan irredento de Romero) y, claro está peliculones como la divertida ‘Creepshow‘ (1982) (otra vez por intermediación de Stephen King) o la muy loca y entrañable ‘Los caballeros de la moto’ (1981) en la que Romero se alejó momentáneamente del terror para ofrecernos una película sobre un espectáculo de justas medievales pero con motos que se enfrentaba a los peligros del poder local o la ya mencionada ‘Atracción diabólica‘ donde consiguió asustar a la platea (y a todos los que se alquilaban la película en VHS…fue un éxito de videoclub) usando una mona capuchina como villana malvada.
A la vuelta del tiempo nos quedamos con la tristeza de que un revolucionario de estas características no llegara a rodar 20 largometrajes en toda su vida. Por desgracia para Romero, o para directores como John Carpenter, su línea profesional ha sido a duras penas defendida por el carácter de su cine, un cine rarito durante décadas que no atraía el interés de las grandes majors y, sobre todo, que resultaba extrañamente incómodo porque, pese a ser un artefacto de entretenimiento siempre ha tenido una interesante moraleja detrás. No se puede olvidar que Romero llevaba retirado de la dirección desde 2009 por diversas razones que van desde el problema de que una aseguradora firme una póliza laboral para que un director que pasa de los 65 años pueda rodar una película (algo que sufrió Billy Wilder) hasta el hecho, denunciado por el propio Romero, de que su mensaje era demasiado incómodo para las grandes productoras que le fueron tirando proyectos a medida que iba aceptando otros que, a priori, resultaban mucho menos arriesgados o que habían sido convenientemente suavizados en su discurso.
Como fans de su cine lamentamos la pérdida de uno de los directores que más ha influido en el reconocimiento del cine de género y en la invención de los zombis, una de las pesadillas recurrentes de generaciones de humanos que, antes de que George A. Romero la inventara, simplemente no existía. Gracias por aterrorizarnos, divertirnos y hacernos reflexionar.
[ Ilustración: Jorge Esteban]