A principios de los 2000, en el circuito de grupos punk y garage de Malasaña se escuchaba hablar siempre de Guillermo Farré con admiración. El tipo de admiración de alguien que siendo menor de edad destacaba por sus capacidades musicales. Farré tenía una banda de punk melódico llamada Spanky Darth Vaders, con la que grabó varias maquetas. Han pasado muchos años, la banda Mittens entre medias y ahora su proyecto Wild Honey corrobora esas primeras impresiones a través de un pop sofísticado, luminoso pero oscuro, muy personal, influido por el espíritu de Beach Boys, el tropicalismo y Stereolab.
Wild Honey acaba de publicar su tercer LP titulado ‘Torres Blancas’ en referencia al popular edificio de Sáinz de Oiza en Madrid, iconos del brutalismo en arquitectura, pero bajo un delicado manto sonoro, nada bruto. El álbum inicia una senda de canciones en castellano que comenzó hace dos años con el EP ‘Medalla de Plata’ (el arranque de ‘Tu Propia Montaña Sainte-Victoire”, de aquél disco, coincide con el final de ‘El volcán de Montserrat’, de este nuevo álbum como un guiño de continuación).
La nueva de colección de canciones de Wild Honey da todavía un paso más allá en esa búsqueda por la orfebrería pop gracias a los arreglos de cuerda del álbum, obra de Sean O’Hagan, de The High Llamas y la colaboración en la producción y las mezclas del músico californiano Frank Maston, maestro del pop de baja fidelidad.
- Ya me pasó en ‘Medalla de Plata’, pero esta vez todavía más: por primera vez me gusta lo que he hecho. Grabar discos me ha causado siempre una sensación de insatisfacción, de bajón. Me arrepiento de muchas cosas una vez terminado, … Incluso me daba vergüenza. Creo que cantar en castellano es una de las razones, quizás por haber aprendido un montón de cosas sobre producción que he podido poner en práctica y también porque llevo cuatro años aprendiendo a tocar el piano y creo que se nota en el disco [Farré siguiendo los pasos de Jeff Tweedy, de Wilco, con el guitarrista Richard Lloyd, de Television, recibe clases de piano con el músico Remate]. En ‘Torres Blancas’ he unido todas las piezas bien.
- Sí, te haces mayor y tienes más seguridad en ti mismo. Wild Honey es un proyecto súper personal. En mi día a día soy muy racional pero con la música me dejo llevar por la intuición y hasta ahora no me había quedado satisfecho con ella.
- Hay varias personas muy ligadas al proyecto Wild Honey, aunque sea muy personal. Una de ellas es Pablo Serret ‘GrandeGraphix‘. Comparto con él el proceso creativo de todos los proyectos de Wild Honey desde el comienzo. Los títulos de los discos siempre los pone él. Le doy tres posibilidades y como me fio mucho de su gusto estético le hago caso cuando elige sin dudar una de las tres opciones.
- Cuando tienes veinte años, todos los días de tu vida pasan cosas. Tu vida da un vuelco tras otro muy rápidamente. va a toda velocidad. Me di cuenta de que llevaba trece años con la misma persona, diez años en el mismo trabajo y me dio vértigo. Era como un yonki de esos cambios y me preguntaba qué había pasado significativo en este tiempo. Pensé que tenía que irme de Madrid, una cosa irracional porque tengo una vida guay en Madrid. Era como una especie de necesidad de cambio por el cambio. Era como ver algo más allá de Torres Blancas, que son en parte como una frontera donde termina Madrid. Así que el disco supone aceptar la vida que tengo y disfrutar sin la necesidad absurda del cambio por el cambio. Ver que lo guay son muchas cosas del día a día.
Con esa idea en la cabeza, me encerré a trabajar el verano pasado en el estudio de mi casa. ya tenía cerradas las fechas para mezclarlo en Amsterdam con Frank Maston. Fue un poco locura porque además tenía que acabar la banda sonora del documental ‘Nostromo: el sueño imposible de David Lean’ para TCM. Durante Julio y Agosto tenía horario de verano en mi trabajo y todas las tardes se las dedicaba a un proyecto u otro, de manera alterna. Cuando le dedicaba mucho tiempo al documental y me cansaba, cambiaba al disco.
- No tengo ni idea (risas). Como soy autodidacta, no lo sé. Me informo mucho de todo el proyecto y después me paso tres días con un piano tocando melodías a lo loco, en plan tormenta de ideas. Suelo grabar unas sesenta ideas, las escucho, me dio cuenta que la mayoría son una mierda (risas), y de ahí escojo las mejores. Son como breves leit motivs que se repiten con diferentes ritmos y diferentes instrumentos a lo largo del proyecto [ puedes escuchar la música de Farré en el corto documental ‘Regreso a Viridiana’, que ganó el Goya en 2012 ].
- Mi proceso de grabación es peculiar. Suelo cerrar primero una fecha de estudio con el bajista y el batería sin tener aún las canciones. Y así me pongo una fecha para acabarlas. Grabamos las bases y muchos ritmos sueltos, retazos que luego utilizo en casa cuando grabo solo el resto de los instrumentos. Para mí el estudio es un instrumento más de composición.
- Me gusta trabajar con gente diferente porque es una especie de salvavidas. Trabajar solo en las canciones es a veces un rollo. Y también porque aprendo muchísimo de todos ellos. En este caso además he podido contar con presupuesto para los arreglos, que es quizás el proceso que más me gusta de una canción. También tiene un lado de fan, de intentar trabajar con músicos de los que eres fan y pasar tiempo con ellos. Es gracioso verte comprando con Tim Gane (de Stereolab, productor de su anterior LP ‘Big Flash’) en un Lidl de Berlín mientras grabas un disco.
Con Sean O’Hagan he trabajado a distancia, pero ha sido muy interesante ver cómo ha llevado las canciones a otro sitio con los arreglos de cuerda. Me gusta mucho su banda The High Llamas pero también los arreglos de los discos de Super Furry Animals. No he podido conocerle en persona, pero nos puso en contacto Tim Gane (O’Hagan fue miembro también de Stereolab). Hemos trabajado vía email y teléfono. Me gusta tanto su banda High Llamas y sus arreglos en general, que tampoco necesitaba hacerle muchas indicaciones. Le dí como referencia tres nombres de arreglistas que me gustan mucho: Jean-Claude Vannier, el arreglista de ‘Histoire de Melody Nelson’, de Serge Gainsbourg; Rogério Duprat, que trabajaba con Os Mutantes y Van Dyke Parks, arreglista de los Beach Boys. Los tres tienen ese punto de colaborar con bandas pop y un gusto por arreglos expresionista y expansivos, muy de los años sesenta.
Cuando Sean me iba enviando el trabajo pasó algo muy curioso: los arreglos eran muy melódicos y me recordaron a las bandas sonoras clásicas de Disney, las que hacían los hermanos Sherman, como ‘Mary Poppins’. Él no lo sabía porque no suelo contar que soy muy fan de estas cosas porque muchas veces suele llevar a equívoco, así que fue muy guay.
Al principio, me envió una propuesta realizada con un software de cuerdas y luego lo grabó con sus músicos. Después a la hora de mezclar el disco, tener un cuarteto de cuerda detrás fue alucinante.
- Frank Maston es un músico que me flipa. Ha recuperado la estética de la música más vanguardista de la California de finales de los 80 y soy muy fan. Daba la casualidad de que estaba viviendo en Amsterdam porque toca también en la banda de Jacco Gardner, así que pude ir allí para trabajar en la parte final del álbum.Se encargó de dar su toque de efectos sonoras al álbum y de mezclarlo.
- Yo creo que no. No deja de ser música pop. Es la accesibilidad de la canción pop con un armazón diferente. Lo que hace diferente al disco son los detalles. Hay muchos detalles si escuchas con atención las canciones.
- Sí, me flipa Kanye West y también Kendrick Lamar. Pero también Taylor Swift y Katy Perry. Detrás de su éxito hay una artesanía a la hora de grabar canciones pop perfectas.[/su_don_preguntas
[su_don_preguntas]¿Y el trap?
- Me fascina al nivel de cómo me puede fascinar las historias de la escena de metal nórdica. Un submundo en el que la música es una ramificación más. Me gusta como fenómeno social.
- No lo sé todavía. Tengo un bebé recién nacido en casa y aún no he pensado cómo llevar los arreglos de cuerda al directo. Me acaban de pedir el rider para un concierto en Galicia y aún no sé qué decirles (risas).