Quizás ahora nos pueda parecer una idea de lo más simple y lógica, pero, para los primeros cineastas de la historia, la continuidad espacio-temporal era un concepto más bien inexistente. Carecían de un método técnico que permitiera establecer una conexión entre planos aislados. Con el tiempo, el descubrimiento del montaje les posibilitó dotarlos de sentido y establecer una relación entre ellos.
Las posibilidades expresivas del montaje fueron aumentando al mismo tiempo que la creatividad de los directores, la experimentación técnica y la mecánica del relato se profesionalizaba. Desde entonces, las transiciones han sido utilizadas como un recurso capaz de unir, ampliar y relacionar imágenes entre sí y agotaban el manido y tradicional montaje por corte. Facilitaban la comprensión y creaban una estética que impresionaba a los espectadores.
Ahora nos parecería cómico ver la habitual transición por iris (‘iris in/out‘) en una película, pero, en aquel entonces, era una tónica habitual. Los asistentes al cine se sorprendían ante el cierre a negro circular de una imagen, o su apertura. Aunque era una práctica más propia del cine mudo, directores como Orson Welles lo utilizaron hasta en la década de 1940. ‘El Cuarto Mandamiento’ es un ejemplo de ello:
Al montaje por corte, “iris in/out” y fundido encadenando, pronto, se unieron nuevas formas de montaje que revolucionaron el sistema cinematográfico. El mejor ejemplo es “match cut” o “corte de raccord”, una de las técnicas más difíciles del montaje y, al mismo, de las más alabadas. Consiste, básicamente, en la relación de dos planos sucesivos mediante la asociación, similitud o contraste de elementos, música, personajes o ideas comunes a ambos.
Es posible que, a priori, ni te suene, pero has visto alguno seguro. Es un recurso tan utilizado que hasta Hitchcock recurrió a él para la película ‘Psicosis’. Una vez que Norman ya ha asesinado a Marion Crane, en la famosa escena de la ducha, el ‘maestro del suspense’ decidió relacionar a la protagonista con el desagüe por el que cae su sangre. Una superposición de éste y el ojo, ya inerte de Marion, hace ver que su vida se cuela por el sumidero de la bañera.
Un recurso que también utilizó en ‘Con la muerte en los talones’ en su escena final. Es difícil no haber visto este clásico de Hitchcock, pero, por si aún existe algún rezagado, aconsejamos que no siga leyendo. Roger O.Thornhill (Cary Grant) ayuda a Eve Kendall y la impulsa con su mano, ya sea para evitar su caída por el abismo del monte Rushmore o para subir a la litera del tren en el que viajan. Un match cut que funciona, a su vez, de elipsis temporal.
Con el mismo objetivo lo utilizó Stanley Kubrick en ‘2001: una odisea del espacio’. Un hueso prehistórico en el aire y una nave espacial se asocian por corte y, en pocos segundos, el director de ‘El resplandor’ ha conseguido avanzar miles de años en la historia.
El match cut también puede ser una forma de asociar ideas. Al menos, eso hizo David Lean en ‘Lawrence de Arabia’. El teniente británico interpretado por Peter O.Toole acaba de recibir la noticia de que va a ser enviado en una misión diplomática al desierto. El funcionario Mr. Dryden se lo ha comunicado y O.Toole decide encender unos cigarrillos. El protagonista se queda con la cerilla en la mano mirando fijamente durante unos segundos la llama anaranjada que prende hasta que la apaga suavemente. El siguiente plano es un amanecer de las mismas notalidades con las que Lean nos hace ver que el viaje, finalmente, ha comenzado.
Si aún tienes ganas de ver más fragmentos de películas que utilizan este original modo de montaje, Celia Gómez ha realizado una recopilación con 25 ‘match cuts’ cinematográficos. ‘El sentido de la vida’, ‘Up’, ‘Indiana Jones y la última cruzada’, ‘Grease’, ‘Piratas del caribe: la maldición de la Perla Negra’, ‘Forrest Gump’ o ‘Titanic’ demuestran que la técnica cinematográfica todavía tiene mucho que ofrecer.
MATCH CUT: The Art of Cinematic Technique from Celia Gómez on Vimeo.