¿Es posible que exista una nexo de unión entre Wagner y el cine? Pues, aparentemente, sí. Chaplin llegó a decir que el arte cinematográfico se parece a la música más que cualquier otro arte. Y razón no le faltaba. Al fin y al cabo, desde su creación a principios del siglo XX ha existido una interrelación entre las dos vertientes artísticas hasta el punto de que la música se ha utilizado como un recurso narrativo más. Compositores como John Williams, Hans Zimmer, Ennio Morricone o Angelo Baladamenti han basado gran parte de sus bandas sonoras en un término que popularizó el propio Wagner en el sigloXIX: el leitmotiv.
Del alemán, leiten (guiar) y motiv (motivo), tiene su origen en las óperas y dramas musicales. Wagner lo utilizó como herramienta artística para vincular el material musical con el argumento o los estados de ánimo de los intérpretes y, con este mismo objetivo, se utiliza en la cinematografía actual. En la actualidad, el leitmotiv musical, ese tema central recurrente de una película, ya se ha convertido en un elemento artístico equivalente a la fotografía o la iluminación capaz de hacer énfasis en personajes, escenas o ambientes.
Estos son algunos de los leitmotivs más recordados:
1. ‘Kill Bill’ – Bernard Herrmann
Uno de los sonidos más característicos de ‘Kill Bill’ es ese silbidito de Elle Driver en el hospital. Compuesto originalmente para la película “Twisted Nerve”, Tarantino reinventa la melodía de Bernard Herrmann para una sintonía un tanto amenazadora. “La música debe suplantar lo que los actores no alcanzan a decir, puede dar a entender sus sentimientos, y debe aportar lo que las palabras no son capaces de expresar” explicó Herrmann y, en este caso, se convierte en la mejor alternativa para California Mountain Snake, el nombre en código del personaje de Daryl Hannah.
2. ‘Tiburón’ – John Williams
Dos únicas notas le bastan a John Williams para acechar con la presencia de este depredador que protagoniza la película de Steven Spielberg. En ‘Tiburon’, el reconocido compositor consiguió que sintiéramos verdadero pavor ante algo que aún no habíamos visto en pantalla. Un travelling bajo el agua y unos cuantos acordes suaves y lentos, en consonancia al movimiento de la cámara, provocan una sensación un tanto amenazadora que se encarece cuando pasa al ataque. Ese sutil cambio de suave y lento cuando está al acecho, a fuerte y rápido cuando ataca “era tan simple, insistente y cautivador, que parecía imparable, como el ataque del tiburón”. Williams aseguró que deseaba que la música realizara una aportación superior a la imagen y parece que lo consiguió.
3. ‘Psicosis’ – Bernard Herrmann
La escena en la que Norman Bates apuñala en la ducha a Marion no hubiera sido la misma sino hubiera estado acompañado de ese característico chirrido de violines, violas y violonchelos que Bernard Herrmann compuso. Al principio, Hitchcock deseaba este momento de la película sin música, con el objetivo de centrar el foco en el crimen. Sin embargo, a la vuelta de unas vacaciones, se encontró con la banda sonora compuesta, incluyendo un tema propio para esta escena. Hay quien dice que esta aguda melodía simboliza los gritos de Marion o el sonido del cuchillo al clavarse en su cuerpo, pero, en realidad, Herrman decidió eliminar todas las familias instrumentales, excepto la de la cuerda, por el bajo presupuesto del filme y complementar así la fotografía en “blanco y negro”. Creó, sin pretenderlo, uno de los acompañamientos musicales recurrente en la cinta y uno de los más aterradores del cine. Es escucharlo y empezar a pensar en el trastornado de Bates.
4. ‘M, el vampiro de Düsseldorf’ – Fritz Lang
Ya hemos visto que los compositores clásicos sirven de inspiración a los actuales, pero lo que hizo Fritz Lang en su primer filme sonoro fue más allá. Convirtió la pieza ‘En la gruta del rey de la montaña’ de la ópera ‘Peer Gynt’, compuesta por el noruego Edvard Grieg, en el leitmotiv del infanticida Hans Beckert. Este pegadizo silbido se repite siempre que éste comete un crimen y anticipa su presencia. De hecho, es lo que lleva a su detención: un ciego al que había comprado un globo con el que embaucar a una de sus víctimas le reconoce por el tarareo de la canción. A modo de curiosidad, Peter Lorre, quien daba vida a Beckert, era incapaz de silbar tal y como Lang quería así que lo grabó este mismo y lo incorporó a posteriori a la banda sonora.
5. ‘El Padrino’ – Nino Rota
Es imposible escuchar esa conjunción de violines y acordeón y no pensar en Marlon Brando interpretando a Don Vito Corleone. Coppola deseaba un vals lento y melancólico que reflejara a la perfección la personalidad del capo de la mafia y eligió a Nino Rota, conocido entonces por su trabajo para Fellini, para trasladar a la música ese carácter italiano tradicional que inunda el tema principal. El resultado es esa melodía calmada que todos conocemos y que plasma ese modus operandi astuto, cauteloso y a la vez violento que caracteriza a la familia Corleone.
6. ‘Los Intocables de Eliot Ness’ – Ennio Morricone
Sustituyamos a Corleone por Al Capone y a Rota por Morricone. Evidentemente, ‘Los Intocables de Eliot Ness’ y ‘El padrino’ poco o nada tienen que ver, pero sus directores, Coppola y Brian de Palma, decidieron a confiar en dos grandes de las bandas sonoras para representar a dos capos del crimen organizado. En ‘Los Intocables de Elliot Ness’ nos trasladamos al Chicago de los años 30, en plena Ley Seca, para perseguir al gángster por excelencia de la época. Morricone convierte la mandolina, el violín y la trompeta en los instrumentos básicos para construir este himno a la ambición y estilo de vida de Al Capone.