“Las pinturas tienen una vida propia que nace del alma del pintor”. Ésta es solo una de las muchas citas que Van Gogh nos dejó a través de las cartas que escribía a sus amigos y familiares. Ahora son la pintora Dorota Kobiela y el oscarizado Hugh Welchman, que logró la estatuilla a Mejor Producción por la versión en stopmotion del clásico ‘Pedro y el Lobo’, quienes se encargan de que las pinturas y el alma de Van Gogh cobren vida en la película ‘Loving Vincent’, un auténtico homenaje a uno de los mayores exponentes del postimpresionismo.
El biopic realiza, a modo de falso documental, un retrato de la tumultosa vida del artista, que nació tal día como hoy en 1853, y los acontecimientos que le condujeron a su muerte en 1890. Como es lógico, Van Gogh es el personaje que más peso tiene en el filme y, paradójicamente, el que menos aparece. Su presencia se reduce a varias escenas que protagoniza y a la voz en off que lee sus cartas, aquellas con las que se ha construido el argumento. La numerosa correspondencia que el pintor holandés enviaba a sus conocidos han permitido a los creadores introducirse en su mente imaginativa y reflejar su faceta más íntima a través de las personas que formaban parte de su vida cotidiana en Arles como Armand Roulin, Adeline Radoux o Paul y Marguerite Gachet.
La gran particularidad de la cinta reside en que es fruto de diferentes sinergias creativas entre el cine y el arte. Los noventa minutos de metraje recrean el estilo pictórico del pintor. Con un estilo sosegado y contemplativo que huye de un montaje rítmico, cada fotograma de ‘Loving Vincent’ es una pintura al óleo que toma los propios lienzos del holandés como referencia. “Sus cuadros son como páginas de un diario“, asegura Kobiela. El procedimiento es similar al utilizado cuando se realiza una película de animación. Los habituales dibujos e ilustraciones son sustituidos aquí por más de 56.800 pinturas que, con la técnica del stop-motion, retratan al artista a partir de su propia obra.
Sin embargo, esta fue la última fase del proceso. En primer lugar, se rodó la película al completo en plató con actores de modo convencional. A continuación, cada fotograma real se digitalizaba en ordenador para convertirlo en una plantilla que pudiera ser usada por los 40 artistas que los transformaban en un lienzo al más puro estilo Van Gogh. Después de seis semanas, en las que cada uno de ellos tuvo que aprender la técnica postimpresionista, los pintores dedicaban una media de 40 minutos a cada fotograma.
El resultado es una hora y media de película que se postula así misma como una verdadera obra de arte y en la que han participado grandes nombres del ámbito cinematográfico como Aidan Turner y Eleanor Tomlinson, ambos conocidos por la nueva adaptación televisiva de ‘Poldark’, Saoirse Ronan, Douglas Booth o Robert Gulaczyk, el propio Van Gogh. Pero la película, que en la actualidad se encuentra en fase de postproducción, no destaca únicamente por su inmejorable apartado técnico y artístico. A ellos se une, Clint Mansell, que ha compuesto la banda sonora y tiene en su haber la música de películas como ‘Réquiem por un sueño’, ‘Sahara’ o ‘El luchador‘.
Los rostros de Van Gogh
Las biografías cinematográficas se constituyen como un género en constante renovación. Son muchas las películas que centran su trama en vidas ajenas y Van Gogh es uno de esos personajes que ha despertado una permanente curiosidad. Quizás sea por su trayectoria pictórica, su autoaprendizaje, su desequilibrio psíquico o su innovación técnica. Van Gogh se ha convertido en protagonista de múltiples películas y series que intentan plasmar su aprendizaje, locura, existencia, relación con su hermano pequeño Theo o los dos últimos e intensos meses de su vida con rostros como Kirk Douglas, Tim Roth o Jacques Dutronc. Es el caso, por ejemplo, de ‘El loco del pelo rojo’, ‘Vincent y Theo’ o ‘Van Gogh’.
Asimismo, se han llevado a cabo más de diez documentales entre los que destacan ‘Vida y muerte de Vincent Van Gogh’, ‘Yo, Van Gogh’ y ‘Van Gogh: Painted with Words’, el último docudrama realizado y protagonizado por Benedict Cumberbatch. El único punto en común de todas las producciones es que han sido creadas a partir de las más de ochocientas cartas que Van Gogh envió a su hermano pequeño Theo y a otras personas de su entorno. De esta forma, construyen una narración de la atormentada vida de un artista que aseguraba poder hablar únicamente a través de sus cuadros. Ahora también puede hacerlo en el cine.