Marty Mcfly aterriza en Hill Valley el 5 de noviembre de 1955. Es la cifra que Doc ha apuntado en el temporizador del Delorean con el que pretende viajar en el espacio-tiempo desentrañando los grandes secretos de la humanidad. Es la fecha en la que se golpea en la cabeza mientras está en el baño y bosqueja el primer boceto de lo que luego sería el condensador de fluzo.
Marty aterriza en un mundo que no conoce el rock and roll pero, la misma noche de su marcha, en el Baile del encantamiento bajo el mar, toca ‘Johnny B. Goode’ (“un riff de blues en SI” como advierte Marty) para que su padre y su madre se besen y él pueda seguir existiendo en 1985.
Es raro imaginarse un mundo anterior a una fecha en la que no existiera el rock and roll que, en definitiva, es un género que no solo cambió la música popular (y la industria musical) para siempre si no que, además, fue una revolución en todos los ámbitos de la alta y la baja cultura en todo el planeta: parió ídolos, intelectuales, artistas plásticos, publicaciones, libros…
El rock and roll no nació en 1955. Si nos atenemos a una definición académica (una amalgama de estilos de la música folk americana) podremos decir que ya a finales de los años 40 lo que hacía Muddy Waters era rock and roll. Incluso antes de que el disc jockey Alan Freed comenzara a programar canciones de músicos negros en su programa de radio y acuñara el término ‘rock and roll’ para referirse a eso que no era blues o rythm and blues y que sonaba a otra cosa es posible, más que posible, que en el sur de los Estados Unidos, en Nueva Orleans, y en los múltiples garitos que se repartían por varios estados americanos alguien ya interpretara rock and roll.
Sí se popularizó en los 50 gracias a dos artistas blancos (su color de piel les permitía salir en la tele o en las portadas de los discos sin miedo a que se resintieran las ventas): Carl Perkins escribió publicó ‘Blue suede shoes’ y Bill Halley sacaría ‘Rock around the clock’. A ambos les debemos el honor de llegar a la masa de consumidores jóvenes blancos y sacar el rock and rollo de un circuito mínimo, peligroso y, económicamente tan marginal, que apenas llamaba la atención de las grandes discográficas que estaban entretenidas en sacar otro tipo de artistas. Por cierto: Perkins también popularizó la primera leyenda urbana sobre el rock que dice que su primer éxito es una canción maldita que lanza un maligno hechizo sobre los que osan tocarla. A saber: Perkins tuvo un accidente de coche cuando iba con la banda al programa de Ed Sullivan a resultas del cual fallecieron su hermano y su manager mientras que él pasó postrado un año en cama perdiendo definitivamente el tren de la fama; Elvis Presley fue reclutado para hacer el servicio militar ¡En Alemania! ; Buddy Holly murió en un accidente de avión,John Lennon a manos de un chalado…
Chuck Berry publicó ‘Johnny B. Goode’ en 1958 pero antes ya había tenido éxitos notables como ‘Maybellene’ (1955),’Roll over Beethoven’ (1956) y ‘Rock and roll music’ (1957) –una de las canciones preferidas de Lennon y Mcartney-. Para entonces el rock and roll ya estaba concebido (hasta el punto de que a Little Richard ya le había dado la ventolera y, tras un incidente aéreo, decidió tirar todos los anillos de diamantes con los que engalanaba sus dedos a un río y había decidido convertirse en predicador) pero hay que decir que, hasta la fecha, pocos guitarristas tan brillantes habían subido a un escenario a interpretar un rock and roll.
Se puede decir que Chuck Berry no fue una estrella del rock complaciente o que concediera muchos gestos a la galería: fue un tacaño irredento, no concedía muchos bises y solía soltar frases como ‘no te dejes morder dos veces por el mismo perro’. ¿Rock and Roll attitude? La invento él. Todo el mundo destacará hoy su rollo chungo. Hay que decir que su vida no fue fácil y que sus comienzos fueron duros: de adolescente fue condenado a dos años en un correccional por atraco a mano armada (un delito que siempre negó, aunque en el momento de detenerle, le encontraron un revolver) y siempre desconfió de los blancos. Como su compañero en Chess Records, Howlin´Wolf o como Screamin´Jay Hawkins (fue prisionero de guerra en un campo de concentración japonés. Durante toda su vida contó que cuando fue liberado le pidió a otro soldado una granada de mano, se dirigió a donde se encontraba el jefe de las instalaciones maniatado, le abrió la boca y le metió el artefacto en ella alejándose del lugar con la anilla colgándole de un dedo) , nunca fue un tipo obediente, nunca sonrió más de la cuenta, nunca dijo gracias por tocar. Fue escrupuloso, se encargó de que todo su trabajo fuera por contrato y paraba actuaciones si entendía que le estaban mangando dinero. Su carácter, sin embargo, se convertía encima del escenario en virtuosismo y buen rollo.
50 canciones inmortales de Chuck Berry
Odiado por un sector importante (hablamos de los USA de finales de los años 50 donde la gente comenzaba a bailar rock and roll pero no sabía pronunciar ‘derechos civiles’) dicen que su juicio de 1960 fue poco más que un montaje. En 1959 Berry conoció a una joven apache en Arizona. La mujer le dijo que tenía 21 pero, en realidad, tenía 14. Berry la creyó y se la llevó consigo a Saint Louis (Misuri) para que trabajara como camarera en Bandstand, el club del que Berry era dueño. Estaba en una de las mejores zonas de la ciudad y no seguía la política de segregación racial lo que era un escándalo. A los pocos meses la joven es detenida por ejercer la prostitución en un hotel de la ciudad y se descubre su verdadera edad. Detienen a Chuck Berry por ‘trasladar a una menor de un estado a otro (un delito federal) con fines inmorales’. Es condenado a pagar una multa de 50.000 dólares y a cinco años de prisión. El juicio resulta tan escandaloso y los comentarios racistas del juez se escucharon tan alto (pone en duda la capacidad de un negro para llevar un negocio, por ejemplo, o alude a la forma ilícita en la que posiblemente haya conseguido el dinero) que, al final, la sentencia se queda en tres años. Berry solo cumpliría dos (de 1961 a 1963) pero eso le agriaría definitivamente el carácter.
Sobre lo de tacaño y lo de no conceder ni un centavo: John Lennon, gran fan, incluyó el verso ‘Here come on flat op/He come groovin´slowly’ que era un homenaje de ‘Here come a flat-top, he was movin’ up with me’ un verso de la canción ‘You can´t catch me’. Berry no dudó en demandar a Lennon. ¿Era fan John Lennon? ¿Se endadó con él? Suya es esta frase: ‘Si hubiera que rebautizar al rock and roll habría que llamarle Chuck Berry’.
Berry, en España
Chuck Berry tocó por primera vez el 20 de julio de 1981 en el Campo de la Mina de Carabanchel. Según cuenta la crónica para El País del desaparecido Agustín Tena (un documento que deberían leer con fines sociológicos y ver lo que ha cambiado –o no- el patio) sus teloneros fueron Cucharada y Pata Negra. El concierto congregó a unos 5.000 fans entre los que se encontraba un nutrido grupo de rockers (entre ellos ‘Los Franceses’, la banda de rockers más antigua y temida de Madrid que, cuatro años más tarde, saltó a los periódicos nacionales cuando uno de sus miembros, Demetrio Jesús Lefler, fallecía apuñalado en la puerta de Rock-ola a manos de un grupo de mods. El crimen adelantaría el cierre de la sala. La paz se firmaría años más tarde y ahora rockers y mods celebran, incluso, eventos en conjunto en la capital española). El concierto pasó sin incidentes notables y fue muy bueno (de hecho estuvo más simpático de lo que cuenta Agustín Tena en su crónica y, según testigos presenciales, se permitió el lujo de pedir al público que bailara y que le acompañara en algunas canciones…Juan Antonio Vara en ABC comentó que había sido el mejor concierto del verano) aunque la prensa, en general, destacaría que Chuck Berry era un sieso. La visita se había inaugurado con un detalle feo: Berry le había dado dos hostias a un fotógrafo en Barajas y, al llegar al hotel, montó el pollo porque la cama era muy pequeña. Poco después se filtró el dinero que había cobrado por el concierto (dos millones y medios de pesetas, es decir, 15.000 euros) y se desató una enorme tormenta mediática sobre el alcalde Enrique Tierno Galván al que la oposición acusó de gastar dinero en cosas a las que no iba nadie (¿Esto les suena? ¿Podrían ustedes unir los puntos y esta acusación del pasado con otras que rodean al actual gobierno municipal de Madrid?). Por cierto, tras volver a su país, tras una gira de 12 días por Europa tuvo que cumplir 120 días de reclusión menor por un problema (tampoco nunca aclarado) de impago de impuestos.
En los años venideros regresaría a España. Siempre arrastrando un poco de esa fama de malencarado. Bien lo sabe una estrella de nuestro país que quiso convencer a Berry de subirse con él al escenario a cantarse un tema porque estaba de invitado en su programa y casi recibe un guitarrazo en plena frente (No diremos el nombre de los implicados).
El año pasado anunció que este año vería la luz un nuevo disco. No editaba uno desde 1979, el estupendo ‘Rock it’. Se titulará ‘Chuck’ y será un disco póstumo e inédito que ofrecerá nuevas canciones a los fans del guitarrista negro, de uno de los apóstoles del rock and roll, qué narices, de uno de sus padres.
Hoy lloramos el fallecimiento de una leyenda, de uno de los tipos que, con su sola presencia, mejoró las relaciones entre blancos y negros, que rompió barreras musicales y barreras sociales, que fue íntegro, que nunca se vendió. La música de Chuck Berry viajará a través del tiempo y el espacio sin necesidad de un Delorean equipado con un condensador de Fluzo y regresará puntualmente a nuestras vidas. El rock nació con él pero le sobrevivirá. Buen viaje, Mr. Berry.
Roll Over Beethoven and tell Tchaikovsky the (bad) news…