Coincidiendo con ARCOmadrid, que comienza esta semana con Argentina como país invitado, el Espacio de la Fundación Telefónica inaugura la exposición ‘Certezas efímeras‘, que se podrá visitar del 23 de febrero al 23 de abril, con dos instalaciones del artista argentino Leandro Erlich (Buenos Aires, 1973), uno de los artistas visuales latinoamericanos más reconocidos de su generación.
- ¿Qué son las ‘Certezas efímeras’?
- Es el título que le he dado a la muestra, que está compuesta por dos obras: el ‘Changing Rooms’, que son esta serie de probadores que te adentran en una especie de laberinto con falsos espejos, y luego el ‘Nido de las nubes’, que son unas esculturas que están compuestas por una superposición de cuadros que conforman nubes con la forma de mapas.
- ¿De dónde nacen estas dos ideas?
- Son dos obras, la de las nubes más reciente y la otra de 2008, que tratan sobre nuestras certezas, sobre aquellos sentimientos claros y definidos que podemos tener sobre el orden del mundo. De qué forma hay un momentos en los que se generan pequeñas fracturas, en el que el orden de los establecido nos pone un poco a prueba y nos permite entrever que las cosas no son siempre exactamente lo que pensamos que son.
- ¿En qué tipo de fracturas pensabas?
- Creo que ahí hay varios puntos que han inspirado la muestra, que están vinculados a los tiempos que corren, faltos de certezas en varios aspectos, en los cuales uno no siente estar pisando tierra firme. Un artista siempre está trabajando en función de lo que piensa y de lo que siente. A veces sucede que lo que uno piensa y siente se exhibe de aquí a tres años, porque el calendario de la organización de una exposición demanda de mucha preparación. Esta muestra se ha gestado y creado en un tiempo récord, y eso ha sido a la vez una limitación, un desafío, pero a la vez también una fuente de inspiración para poder producir una muestra que está muy en sincro entre lo que pienso, lo que siento y el momento en que vivimos.
- Hablas de una cierta urgencia, ¿cómo fue el proceso que te llevó a exponer en la Fundación Telefónica?
- La verdad es que hacía tiempo que queríamos hacer algo juntos, pero la oportunidad se abrió hace poco tiempo, a mediados del año pasado. Y a partir de ahí comenzamos a concebir la exposición. Uno va pensando muchas cosas, y por eso digo que es una muestra que termina cobrando su título hace no tanto tiempo. Me parece que es la primera vez en la cual lo que tenía que decir está tan vigente como el momento de exhibirlo.
- Sueles crear instalaciones enormes, repletas de efectos visuales (como juegos de espejos) que modifican la visión de los objetos y ofrecen dobles lecturas.
- Me interesa la percepción, no necesariamente engañarla. Es un recurso que genera una sorpresa y nos vincula, genera una cierta seducción en el espectador y nos permite comenzar la aventura, involucrarnos con la obra. La percepción es inherente a la condición humana, ya de niños la forma de conocer el mundo es la percepción, más allá de lo que los adultos nos transmiten. No es un conocimiento transmitido por conceptos en libros, más allá de que estos nos condicionan. En un cierto momento de nuestra vida (quizás en la adolescencia), más allá de que sepamos que hay muchas cosas que no sabemos porque no las hemos aprendido, creemos conocer el orden de las cosas del mundo: sabemos que una puerta es una puerta, una casa es una casa, una tienda es una tienda, un móvil es un móvil, una nube es una nube, y ya está, y sobre esas cosas no vamos a volver a pensar. A mí me interesa eso, volver a pensar sobre las cosas que sabemos.
- ¿Como Magritte, como los surrealistas?
- No todo lo que habla o modifica la realidad es surrealista. Hoy creemos que todo lo que no responde a lo real es surreal. No nos referimos a la realidad virtual como surreal. El mundo va cambiando y nuestras reflexiones sobre el orden de lo real son siempre pertinentes, es algo tan antiguo como el hombre.
- ¿Cómo llegó el arte a tu vida?
- Llegó muy tempranamente. Provengo de una familia de arquitectos y en la cual siempre el arte siempre fue de interés, el tema de la cultura y el arte. Me zambullí en la piscina muy tempranamente, sin saber a ciencia cierta a dónde iba, pero era lo que me tiraba. Con 15 años sabía que era a lo que me quería dedicar.
- ¿Cómo ha ido evolucionando tu arte?
- Creo que ha habido una evolución. De todas maneras, el otro día vi un vídeo de hace 20 años y, palabras más palabras menos, uno sigue evolucionando en sus reflexiones, pero hay mucho que sigue siendo muy similar a lo que ha sido el principio.
- ¿Cuáles son tus referentes artísticos o culturales?
- Hay influencias que van permeando en uno en función de lo que le gusta. Yo siempre digo que las influencias no están ni en la literatura ni en particulares realizadores, sino en mis propia experiencias de vida. No tengo presente haber visto una particular película ni haber leído un particular libro y que de ahí surgiera una obra. Pero están presentes en el cerebro, que va mezclándolo todo como una lavadora. Luego, lo que uno encuentra son muchas cosas que uno siente cercanas en el pensamiento, como te puede pasar con las personas.
- Como artista consagrado, ¿Qué opinas de las ferias internacionales de arte contemporáneo del estilo de ARCO, del establishment del arte?
- Creo que las ferias han popularizado muchísimo las artes visuales, que le han generado un dinamismo. Es una reflexión permanente la del rol de las ferias y del mercado. Me parece que son estructuras positivas de intercambio. ARCO, por ejemplo, es un evento muy vital. No solo se acercan coleccionistas, hay mucha gente que va a dar un paseo y recorrer y ver lo que los artistas estamos produciendo. Muchas veces se ha escuchado la cuestión de ¿es artista o es mercantilista?, y yo creo que hay que pensar que también el mercado es una de las primeras expresiones culturales de la humanidad, el intercambio. Al igual que el mercado del barrio, es un espacio que genera una dinámica particular y participativa que es positiva culturalmente porque nos permite ir dándole un dinamismo. Si los artistas no vendemos nada no podemos producir tampoco, correr con la suerte de Van Gogh no es algo que sea tan sencillo ni tan sano para la sociedad y los artistas. Es un esquema que ha cambiado mucho, ahora veo mucho más público en las ferias y bienales que veinte años atrás, las artes visuales han dejado de ser de la élite y se han popularizado.
- ¿Este fenómeno se debe a que los artistas se han sabido adaptar al nivel de comprensión del público en general o porque hay un mayor interés por parte del público con respecto al arte?
- Las dos cosas, pero justo te faltó mencionar la de en medio, que es el articulador, el agente que nos pone en contacto a los artistas que estamos produciendo y al público que está en la calle: la prensa, las ferias, el mercado, las bienales, las instituciones… ¿Dónde nos encontramos? Gracias a todo ello se ha masificado el público y el interés.
- Este año Argentina ha sido el país invitado a ARCO. ¿Cuál crees que es el interés del arte argentino en la actualidad y cómo lo compararías con el arte que se produce en España?
- Creo que hay muchas particularidades en el arte argentino, pero para mí son muy difíciles de definir y tampoco creo que sea importante identificarlas. Argentina tiene una identidad cultural muy compleja e interesante y el público podrá sacar conclusiones al respecto. Pero te diría que España y la Argentina tienen una larga historia y mucha cercanía y, quizás lo que la Argentina, por decir una de tantas cosas que podría estar aportando, puede aportar distancia. La Argentina es un país con un origen cosmopolita, asociado a España, pero que luego su sociedad se construye a través de una mezcla entre los nativos y europeos. Es acá en España donde todavía ustedes discuten si sos catalán, vasco o de Navarra o de Castilla. Estas identidades culturales están tan definidas, y en un territorio tan pequeño… Quizás la Argentina es un contenedor, una plataforma en donde el territorio es grande y las identidades están muy fusionadas. Esto genera una suerte de antítesis, que no es tal, porque al mismo tiempo somos muy hermanos, no es como hablar con alguien de la estepa rusa que te viene a contar algo en otro idioma. En este sentido siento que el intercambio puede ser muy rico.
- ¿Consideras cierta la corriente de pensamiento que plantea que no ha habido nada nuevo en el arte desde los años 70?
- El arte no está disociado del ser humano. Indefectiblemente siempre habrá cosas nuevas, independientemente de que el movimiento no sea lineal: hay siempre un paso para delante, y luego un pasito hacia atrás, y luego dos pasos hacia adelante y luego un terremoto. Los temas han sido siempre bastante los mismos.
- ¿Cuáles son tus proyectos futuros?
- Estoy preparando una gran retrospectiva en un museo en Japón, en Tokyo, que será en noviembre de este año. Luego hay varias cosas, la verdad que las tengo anotadas, la gente en mi estudio las sabe, yo prefiero no tener tantas en la cabeza. Tengo mucha suerte de poder seguir desarrollando mi trabajo.
- ¿A veces no tienes un poco de miedo hacia el no saber qué hacer, hacia dónde tirar o te inundan las ideas?
- Es una ida y vuelta, en la medida que las ideas también se van generando en la actividad, es parte de una dinámica, de un ejercicio. Siempre estoy aprendiendo algo nuevo, pero en la medida que uno está trabajando y va generando una idea y esa obra nos lleva a otra cosa, y por ahí va. La idea de no tener ideas no es una cosa que tenga en mente porque es un miedo que, de alguna manera, uno va superando con la experiencia. Ese miedo es absolutamente natural y normal pero, como el abismo, hay un punto en el que uno se da cuenta de que puede sobrevivir y que las ideas siempre están. A veces estamos más o menos alerta o bloqueados y, en la medida que uno pierde el miedo, habrá problemas, pero miedo ya no.