Quizás el chileno Carlos Droguett (1912-1996) encontrara con ‘Patas de perro’ la extraña belleza de lo diferente y, también, la infinita tristeza de saber que no eres como los demás. Olvídate de esa memez de declararse ‘orgullosamente friki’ (como si ver manga y comprar figuritas cabezonas de tus ídolos fuera una rareza) o de esa gente que convierte un intercambio de puntos de vista en una ‘situación traumática’ en la que se representa como una víctima. ‘Patas de perro’ es una obra de ficción que, sin embargo, encierra el secreto de cómo no dejar doblegarse por la adversidad y no dar un paso atrás ante el acoso o los que creen que pueden tratarnos mal por el hecho de ser verdaderamente diferentes y especiales.
Bobi, el protagonista, es un niño que nació con patas de perro. En su casa le tratan como un perro completo: duerme en el suelo y es alimentado con carne cruda. ¿Son sus patas de perro lo que me confiere atributos perrunos? Claro que no, pero los que le rodean creen que sí.
Carlos Droguett es uno de esos autores bastante desconocidos en nuestro país y cuya carrera fue, en cierto modo, oscurecida por el famoso boom literario hispanoamericano que tuvo a García Márquez y a Vargas Llosa como sus figuras visibles. ‘Patas de perro’, sin embargo, por su historia y por su fecha original de publicación (1965) bien podría haber encajado en el ‘realismo mágico’ pues incorpora un hecho inverosímil (un niño con patas de perro) en la realidad para denunciar los males de esta y, si se quiere, describirla un poco mejor.
Portada de ‘Patas de perro’, de Carlos Droguett (Editorial Malpaso) – Comprar
La historia de ‘Patas de perro’ no es cierta pero sí tiene visos de realidad: el autor se basó en una noticia de un periódico chileno en la que se contaba la vida terrible y miserable de un niño que había nacido con una horrible deformidad. Droguett, en lugar de detenerse en descripciones morbosas, decide en ‘Patas de perro’ no detenerse tanto en la figura de Bobi como que en el hecho de que su aspecto inverosímil sirve como contrapunto para describir el mundo cabrón que le rodea, su situación de miseria, la maldad en la que ha nacido. A veces la narración nos recuerda a referencias audiovisuales como ‘El hombre elefante’ (David Lynch, 1980), ‘La parada de los monstruos’ (Tod Browning, 1932) o la serie de culto ‘Carnivàle’ (Daniel Knauf, 2003). Las tres producciones explotan a la perfección la aparición de personajes deformes que sirven para conocernos mucho mejor a nosotros mismos.
Droguett tendría que salir de Chile tras el cruento golpe de estado de Pinochet en el 73. Fue así como el intelectual vivió la persecución y la tragedia del rechazo y la violencia por ser (pensar) diferente al dictador chileno y ‘Patas de perro’ se convirtió en un mal augurio y en una trágica metáfora de la vida de miles de chilenos exiliados, encarcelados, torturados o asesinados que comenzaron a ser cazados y acosados porque un ser aparentemente humano y sin taras físicas notables resultó ser un depredador sanguinario que creía estar rodeado de monstruos.