La cadena Cinemax se ha especializado en producciones tan originales como descarnadas. Ahí está ‘The Knick‘, una serie producida por Steven Soderbergh y protagonizada por Clive Owen, que giraba alrededor de la genialidad y la adicción de un cirujano jefe de un hospital neoyorquino, el Knickerboker. Un compendio de dolor y cosita chunga (a este que suscribe, le dio un mareo –literal, de poner la patita en alto, de perder el conocimiento- viendo el primer episodio) que, sin embargo, encerraba una enorme belleza y una enorme sensibilidad. Posiblemente porque la historia era delirante pero realista y estaba rodada con tino cinematográfico (en algún momento habrá que empezar a dejar esa comparación entre cine y TV pero, por ahora, y para llegar donde quiero es necesario tirar de esta frase hecha). También podríamos hablar de ‘Banshee’, de Anthony Starr y Lucas Hood (creadores de ‘True Blood’), que era una especie de adaptación a los nuevos tiempos de la ‘violencia poética’ de Peckimpah y circulaba, a veces, entre la deshumanización de Lynch y los pulps literarios de Jim Thompson.
‘Quarry’ parece seguir la tradición de ambas series: está rodada como si se tratara de una película “indie” a veces (planos clavados, por ejemplo, a ‘Mistery train’ de Jim Jarmusch) y, otras, como una película de acción de esas que te levantan de la silla. En medio una historia tierna y, a la vez, descarnada: en 1972 los soldados Mac Conway (Logan Marshall-Green) y Arthur Solomon (Jamie Hector) regresan a su Memphis natal tras su segundo y definitivo reenganche en Vietnam. Si la integración de los veteranos de guerra no es fácil la de ambos ex soldados es casi imposible ya que se vieron envueltos en un operación militar que desembocó en una matanza de civiles. Pese a que son declarados inocentes la gente no está dispuesta a olvidar el asunto y les resulta imposible conseguir un trabajo. Un misterioso hombre, que se hace llamar ‘The Broker’, le ofrece a Mac un puesto como asesino a sueldo. La posibilidad de la miseria harán el resto.
La serie, que en nuestro país se puede ver a través de HBO, es una de esas rarezas que aparecen de cuando en cuando y que pasan desapercibidas para los espectadores. Es normal. El catálogo de la cadena norteamericana es lo suficientemente nutrido para que una producción sin caras conocidas (hay que hacer un severo esfuerzo mental para recordar a su protagonista en algún papel) llame la atención.
En ‘Quarry’ encontrarán un thriller al uso, envuelto en toda la problemática que se encontraron los veteranos de la Guerra de Vietnam al volver a aterrizar en casa. En este sentido la adaptación de las novelas de Max Allan Collins al texto televisivo han sufrido un giro de tuerca interesante: La acción de los textos originales sufren un vuelco y la cosa se centra bastante más en la percepción del protagonista de la sociedad en la que trata de integrarse de nuevo que en la acción (en las novelas originales, Quarry es un francotirador y aquí es un marine) o en lanzar una diatriba contra los liberales (en las novelas se culpa a estos de la caída en desgracia de Quarry…en realidad, el rechazo a los veteranos de dicha guerra fue generalizado. Unos porque eran pacifistas y otros porque no querían convivir con perdedores).
Ya saben, Vietnam fue el primer conflicto armado con una cobertura mediática inmensa que dio cuenta de la violencia y la falta de sentido del conflicto (basado en una teoría geopolítica un poco loca llamada ‘El dominó’ que decía que si un país caía en el comunismo los de alrededor se contagiarían y en los intereses de la industria armamentistica), el primero en contar con un rechazo mayoritario dentro del conjunto de la sociedad norteamericana y, claro está, fue la primera guerra que los USA perdieron en todo el siglo XX. La mezcla resultó explosiva.
No es la primera vez que la TV o el cine hablan de esta tragedia, que puede trasladarse ahora a la complicada reinserción de los veteranos de las guerras de Afganistán e Iraq, pero sí es la primera vez que el escenario es usado como excusa para desplegar una historia cruda que contesta a algunas grandes preguntas sobre la explosión de conflictos innecesarios que, sin embargo, atienden a grandes intereses.
El reparto principal de la serie cumple con solvencia la labor encomendada y no tardarán ustedes mucho en identificarse con un perdedor que ha perdido la fe en el sistema y que regresa a casa para descubrir que ya no le queda otra que volver a matar porque es el único trabajo que le permiten hacer.
Si la historia, el reparto y la realización de la serie no son razones de peso para ustedes es porque todavía no hemos dicho que uno de los puntos fuertes de ‘Quarry’ es su banda sonora que nos da una muestra de la viveza musical de la ciudad de Memphis (Tennessee) desde los tiempos en los que Elvis entró en Sun Records para grabarle a su madre un single como regalo de cumpleaños. Desde el enorme homenaje a Big Star –banda local por excelencia- y su ‘#1 Record’ (uno de los más brillantes discos de la historia y también uno de los que menos vendieron en su salida) hasta la aparición de músicos y bandas locales cantando temas propios o la banda sonora original de un desconocido Kris Dirksen. El resultado es el ingrediente secreto de la serie la que dota de significado a todo el entramado, la que nos sumerge en una ciudad y nos mete de lleno en su espíritu y en una época en la que los Estados Unidos no se sentían triunfantes, no se sentían ganadores, una nación con la guardia baja que comenzaba a ser dominada por Nixon, por su dichosa guerra contra las drogas y una forma de entender la economía que podría definirse como ‘creativa’. En medio, y si no quieren ustedes comerse el tarro demasiado, pueden disfrutar de la pieza central de ‘Quarry’: una historia cruda y violenta en un escenario crudo, violento y algo bajonero. Nuestra recomendación: Sean ustedes los primeros en descubrirle esta joya escondida a sus amistades. Y aprovéchenla bien porque, hasta la fecha, no hay noticias de la renovación para una segunda temporada.
Ilustración: Guacimara Vargas