Hoy queremos homenajear al ‘fred’, ese polo de piqué adornado con dos ramas de laurel, símbolo de antiguos y nobles torneos. Icono de estilo, sinónimo de rebeldía callejera y cultura underground. Y con él a todo una marca emblemática: Fred Perry.
«SIENDO REALISTA COMO SOY, NUNCA ME HA PREOCUPADO ADMITIR QUE MI NOMBRE ES MÁS CONOCIDO EN EL MUNDO NO POR GANAR WIMBLEDON TRES VECES, SINO POR LOS POLOS Y EL SPORTSWEAR», Fred Perry
Fred Perry no solo fue uno de esos escasos tenistas de origen proletario (su padre era un obrero inglés del textil en Manchester), un hombre hecho a sí mismo que consiguió medrar a fuerza de tesón y originalidad, sino también el esbelto y felino deportista que dominó las canchas de tenis mundiales en la década de 1930. Y el mejor vestido de su época. Sí, daba gusto verle y puede que ahí empiece nuestra historia.
Desde el más humilde de los inicios y equipado tan solo con una endeble raqueta, Perry derribó las aparentemente indestructibles barreras sociales del deporte británico, -una demolición en toda regla que tuvo repercusiones mucho más allá de esas líneas blancas en cuyo interior jugaba- e hizo historia del deporte.
Puede que su biografía se asemeje a la del también tenista francés René Lacoste. El alma mater de la marca del cocodrilo creó su propia firma al retirarse de las pistas, que a día de hoy continua rivalizando con la firma inglesa. Pero, y aquí reside la principal diferencia, Fred Perry ligó su historia desde el principio a la clase trabajadora y a las tribus urbanas. Y es que cuenta la historia (de la moda) que fueron los mods quienes solicitaron a la firma que manufacturara polos de distintos colores -no solo el primigenio polo blanco-, una prenda icónica que ellos lucirían durante décadas con fervor. Adoraban el corte clásico y urbano de el ‘Fred’, pero ansiaban variedad. Flechazo eminente, amor verdadero. Y hasta hoy.
El polo de piqué (o puntada de nido de abeja)
Tras abandonar el deporte profesional debido a un accidente (Perry se rompió el codo durante un partido de exhibición en el Madison Square Garden) nuestro tenista se vio obligado a buscar fortuna en otro lado. Fue en ese momento cuando se alía comercialmente a Tibby Wegner, un austriaco experto en textiles que había emigrado a Gran Bretaña al estallar la guerra. Y así, en 1952, nace Fred Perry Sportswear.
La primera idea de la nueva firma fue confeccionar una prenda deportiva en algodón de piqué, un tejido fijo y transpirable perfecto para la práctica del noble deporte del tenis, en blanco impoluto, con manga corta y botones en la parte frontal. Y con esas ramas de laurel -en recuerdo a la corona que recibían los vencedores en la Grecia clásica y más tarde los condecorados en Wimbledon en sus medallas grabadas-, cosidas y no planchadas, en el pecho de la prenda. Éxito eminente. Tras aparecer en televisión, las existencias de las tiendas se agotaron en tan solo una hora. Durante los años cincuenta, el polo Fred Perry conservó intacta toda su popularidad.
Y será a finales de esa misma década, con el advenimiento de la fiebre mod y su obsesión por el arte del buen vestir, cuando la firma cobra una segunda vida: con esa excesiva atención por el detalle, tanto en sus outfits como en sus gustos musicales, fueron los mods quienes convirtieron a Fred Perry de una marca deportiva a una firma de casual wear. Así, el ‘Fred’ tomó las calles y ciertos garitos, y pasó a ser un básico en el vestuario de la clase obrera, de generación en generación, de subcultura en subcultura. Un testigo privilegiado de la moda urbana británica. Bueno, también de la moda mundial. Los icónicos polos de piqué son, hasta la fecha, el producto de Fred Perry más vendido en su ya larga historia.
De tribu urbana en tribu urbana
En los sesenta sería el estilo northern soul el que tomaría el testigo de la moda del norte industrial inglés en clubes legendarios como The Twisted Wheel, The Torch and the Wigan Casino. Y allí el polo triunfó, y cómo, claro. En los setenta serían los punks de Londres quienes comenzaran a utilizar prendas Fred Perry como cierta afición. Y no podemos pasar por alto el uso del polo Fred Perry también entre los skinheads en esos mismos años, sería falsear la historia (de la moda). Ya en los noventa el ‘Fred’ vivió un auténtico revival con el britpop: ni un festivalero sin su polo Fred Perry. En la pasada década, en ciertos circuitos homosexuales como el de los osos, se convirtió en la prenda clásica para salir a bailar.
El polo de piqué original de algodón, slim fit todavía hoy se manufactura en Gran Bretaña de la misma forma que cuando se lanzó por primera vez en 1952. Nosotros tenemos varios Fred Perrys en el armario. De siempre. Eso es así.