A veces la realidad supera a la ficción. España cuenta con numerosas gestas, que servirían como material para innumerables películas. Estamos saturados de historias sobre la República, la Guerra Civil y el Franquismo. ‘1989. Los Últimos de Filipinas‘ llega como un soplo de aire fresco al cine nacional.
En su ópera prima para la gran pantalla, el director Salvador Calvo (‘Motivos personales’, ‘Sin tetas no hay paraíso’) ha contado con seis millones de euros, un presupuesto muy generoso para los estándares nacionales en los que la media son el millón y medio. Ello le ha permitido rodar en diferentes localizaciones espectaculares: Guinea Ecuatorial, Tenerife y Gran Canaria. También ha podido contar con un reparto con algunos de los mejores actores de la actualidad: Luis Tosar (‘Celda 311′), Javier Gutiérrez (‘La isla mínima’), Karra Elejalde (‘Ocho apellidos vascos’), Álvaro Cervantes (‘Carlos, el emperador’), Carlos Hipólito (‘Ninette’), Eduard Fernández (‘En la ciudad’), Miguel Herrán (‘A cambio de nada’), Ricardo Gómez (‘Cuéntame cómo pasó’) o Patrick Criado (‘Primos’).
¿Qué pasó en Filipinas durante el 3o de junio de 1898 y el 2 de junio de 1899? Un grupo de 50 soldados españoles fue sitiado en la iglesia de San Luis de Tolosa durante 337 días por la insurrección tagala en Baler, un pueblo de la isla filipina de Luzón. Aquello fue un esperpento marca España, pues el Gobierno envió a soldados jóvenes y poco preparados. Uno a uno fueron cayendo tiroteados pero también debido a elementos externos como la hambruna, la sed y las enfermedades tropicales. Lo más trágico de todo fue que España firmó la paz con Estados Unidos en diciembre de 1998, pero esos 50 militares resistieron frente a 400 rebeldes filipinos durante seis meses más debido al empecinamiento del capitán Saturnino Martín Cerezo, al que trataron de convencer hasta en cinco ocasiones de que la guerra había acabado, pero él desconfiaba. El resultado fue que 16 militares murieron por nada, por algo que había sido vendido (junto con Cuba y Puerto Rico) a los americanos por 20 millones de dólares.
El director ha negado toda intención de hacer un remake de la película de título homónimo realizada por Antonio Román en 1945. Hija del franquismo, exacerba el heroísmo español, cuasi quijotesco y el belicismo. Salvador Calvo ha buscado plasmar el elemento humano en la guerra y actualizarlo para conectarlo con el presente, preguntándose por las víctimas civiles y mostrando también a los soldados desertores, que se vieron envueltos en una guerra que unos hombres de traje y corbata habían decidido sin mancharse las manos de sangre en momento alguno.
‘Los últimos de Filipinas’ es una película épica que busca ser un alegato antibelicista. Lo importante no radica en la trama, que todo el mundo conoce o puede consultar en los libros de historia, sino el retrato de una España ahogada, de un imperio en el que se puso el sol y que dejó de ser una gran nación porque una vez más sus políticos, movidos por el interés personal, no supieron gestionar sus riquezas ni defender a sus ciudadanos, a los que dejaron a su merced en medio de una jungla. Resulta paradigmático que las últimas palabras del sargento Gimeno (Javier Gutiérrez), uno de los defensores de la resistencia, fuera: “A la mierda España”.