Por: JORGE ESTEBAN
Ford acaba de sacar su nueva línea luxury de coches y eligió Viena para presentarla a los medios, y nosotros claro, hemos estado allí. Tenemos una tendencia insana de ir a todo evento interesante al que nos invitan. Un vuelo cómodo y en un par de horas y pico nos plantamos en el aeropuerto de Wien-Schwechat que está situado a unos 16 km al este de Viena. Y tú piensas, nos esperará un bus, todos arriba y para el hotel. Una presentación, un aperitivo, una ducha y al circuito a hacer trompos.
Pues no.
Ford pensó que si hay que probar un coche, déjate de circuitos y date un garbeo en otoño por las cuidadas y espectaculares carreteras de la hermosa Austria. Y tal cual, nos esperaban unos flamantes Ford Kuga y Edge de la línea Vignale para que los cogiéramos y siguiéramos una ruta programada en sus navegadores, y así pudiéramos experimentar las auténticas sensaciones de conducir estas máquinas que son la niñita de los ojos de Ford.
¡Ey! Pero no corramos, ¿Qué es esto de Vignale? ¿De dónde viene ese nombre?
La historia de Vignale
Alfredo Vignale, que es el tipo en el que se han inspirado los chicos de Ford para dar nombre a su línea más lujosa y cuidada, fue un artista carrocero que nació en 1913 en Grugliasco, cerca de Turín. En 1948, tras haber trabajado varios años en los talleres de Stabilimenti Farina, Vignale decidió crear su propio negocio y fundó su propia firma, Carrozzeria Vignale.
Su trabajo se centró en los fabricantes italianos, las grandes marcas de entonces: Alfa Romeo, Ferrari, Cisitalia, Fiat, Maserati y Lancia. En plena expansión y con cada vez más reconocimiento, Vignale pasó a ser fabricante en la década de 1960 creando su compañía De Tomaso, y convirtiéndose en una leyenda gracias al mimo y el cuidado diseño con el que caracterizaba sus trabajos.
Vignale fallecería en un accidente de tráfico a los pocos años. La producción Vignale cesó, y en 1973 De Tomaso fue absorbida por Ford; en 1974 la marca Vignale desapareció durante casi 20 años.
Hasta hoy.
Y es que Alfredo Vignale fue uno de los primeros carroceros en darse cuenta de que un coche es algo que se puede personalizar con diseños a medida. “La pasión por el detalle que poblaba los diseños de Alfredo Vignale es claramente visible en nuestra nueva interpretación de Vignale” nos cuentan desde Ford.
Eso es lo que busca Ford, personalización, cuidado, mimo y acceder a un tipo de cliente que busque algo más que un coche de lujo. Lo que Ford ofrece es un trato VIP en todos los sentidos.
El objetivo de estos Vignale es ofrecer un entorno diseñado para que los clientes “se sientan valorados y respetados, relajados y cómodos”. Cada uno de estos espacios ofrecerá servicios personalizados como ayudar a los usuarios a configurar sus vehículos a través de mesas táctiles especiales y tablets. Una vez efectuada la compra, los clientes Vignale recibirán un servicio personalizado según sus necesidades mientras sean propietarios del vehículo. De esta forma, contarán con la asistencia de un gerente postventa y asistencia telefónica gratuita 24 horas. Accesos Vip a aeropuertos y recambio automático del automóvil en caso de necesidad en cualquier lugar del mundo.
La pera, vamos.
Pero… ¿Cómo una marca de coches como Ford puede permitirse este salto cualitativo de línea tal y como está el mundo de la automoción? ¿Es que no han sentido la crisis? ¿No tuvo el gobierno estadounidense que rescatar a las principales marcas del sector?
La respuesta a esto tiene nombre y apellidos:
Alan Mulally
Cuando Mulally tomó las riendas de Ford en 2006, la marca estaba reportando ese año pérdidas por 12,700 millones de dólares. El tipo la cogió y le dio la vuelta a la tortilla pero bien.
Su mayor apuesta fue hipotecar numerosos activos de la empresa, desde sus fábricas productivas a su icónico logotipo azul. Describió esa decisión como “un préstamo de 23,500 millones de dólares para mejorar la casa”.
Alan Mullaly pidió dinero a los bancos justo antes de la gran crisis y con ello pudo refinanciar y relanzar todo su grupo, cosa que los demás no pudieron o lo intentaron tarde, cuando los bancos ya no daban crédito. Preguntamos a Pepe Pérez, gerente de comunicación de Ford España acerca de esto, ¿Visión? ¿Previsión? ¿O hubo algo más?
Pepe, que es más majo que las pesetas, se sonríe con los ojillos traviesos, y nos dice que el tipo es un genio…
El caso es que nos contó, que, cuando Obama reunió a los grandes de la automoción americana y les ofreció un muy criticado plan de rescate, Mullaly, con una sonrisa de desdén, los mandó a pastar, y así, Ford ganó puntos, y ventas, ante muchos compradores estadounidenses por ser el único fabricante de autos que no buscó fondos gubernamentales para ser rescatado.
El coche
Y volvemos a Austria, al coche, a las carreteras idílicas ribeteadas de ocres y grises, a los árboles de color de fuego y las montañas brumosas, a las sensaciones. Austria es precioso en otoño, se nota que se han pensado muy bien la ruta que debemos seguir, las carreteras están perfectamente cuidadas y el coche parece que se desliza sin esfuerzo entre curvas y pequeños pueblos de montaña.
Mola mucho conducir este coche, tiene un reductor de ruido que no deja que el motor se te suba a las barbas, responde al tacto del volante suave y firmemente, como si fueras por raíles y el cambio automático es suave y discreto.
Es un coche bonito de cojones y muy cómodo: cromados (tiradores de las puertas, carcasas de los retrovisores y molduras interiores, entre otros), llantas de 20 pulgadas, placa ‘Vignale’, parrilla de malla, paragolpes delanteros y faros antiniebla de diseño exclusivo, tapizado de cuero acolchado, reposabrazos de cuero en los interiores de las puertas y alfombrillas de lujo. Los complementos multimedia de Sony se integran con el software de Microsoft y el asistente de aparcamiento con cámaras delantero y trasera facilitan las maniobras de atraque.
En el apartado tecnológico, los últimos avances, con el sistema de infoentretenimiento Ford SYNC 3.0 con una pantalla táctil a color de 8 pulgadas, lector de señales de tráfico, sensores de aparcamiento delanteros y traseros, acceso y arranque sin llave, espejo interior fotosensible, espejos retrovisores exteriores plegables eléctricamente, freno de mano eléctrico, sensores de lluvia y luces y asientos delanteros con regulación termoeléctrica.
Nos metemos en una autovía y comprobamos que control de crucero adaptativo o ACC, detecta delante un vehículo que va más despacio, y automáticamente desacelera para guardar la distancia prefijada. Luego, una vez que la carretera está despejada, vuelve a acelerar hasta recuperar la velocidad de crucero deseada.
Viena se recorta en el horizonte al atardecer, orgullosa y atemporal, entre una neblina anaranjada y concupiscente, promesa de una buena cena y un buen descanso. Ya llegamos. No tenemos prisa. Mola mucho conducir este coche, ¿lo he dicho ya?
Pues si tienes alrededor de 50 mil pavos ya sabes …