¿Se puede ser fan de Hitler, Mussolini, Franco o José Antonio Primo de Rivera; alabar el Holocausto, la expulsión de inmigrantes; defender el discurso de la violencia; ejercer la violencia sobre otros por pertenecer a otras confesiones religiosas, a otras razas o a otras opciones sexuales y, sin embargo, ser un defensor a ultranza de los derechos de los animales?
Por contrariante que pudiera resultar, al parecer sí. La nueva extrema derecha, esa que viene pisando fuerza y que se intenta abrir un hueco entre el desencanto, la desafección a las ideologías y la crisis económica, tiene en cuenta al animalismo como un contenido importante dentro de su agenda de acción política.
Como dato curioso, más que como argumento, aludiremos a que fueron los nazis alemanes los primeros en emitir leyes en contra del maltrato animal, la vivisección e, incluso, una regulación de la caza desconocida hasta entonces. Publicadas entre 1933 y 1935 estaban inspiradas directamente por Adolf Hitler que fue, toda su vida, un amante de los perros. Una costumbre esta, la del cuidado de los animales y la naturaleza, que no desentonaba con los usos de los militares nazis prusianos que venían de una de las más ricas tradiciones de la nobleza europea. Los nobles cuidan la naturaleza (porque los campos le pertenecen y sirven para pasear y para cazar por ellos) y cuidan a los animales (un rasgo de riqueza de otros tiempos: el animal doméstico no tiene un fin alimenticio o laboral. Simplemente es una compañía). Otro dato curioso: Himmler visita Madrid en 1940 y se le agasaja con una corrida de toros. Uno de los hombres más crueles del Tercer Reich dice que el espectáculo le parece en exceso violento y sangriento, sale del coso taurino horrorizado y sufre un mareo.
Ni que decir tiene que los nazis de entonces no son los neonazis de los 80 ni estos nuevos neo-neonazis que tanto interés han puesto en camuflar su ideología y que no hay una conexión directa entre ser nazi y ser animalista.
Sí se puede establecer una línea directa entre la ultraderecha de finales de los 70, la de los 80 y 90 y la actual. En la Transición afloraron los “niños pera”. Jóvenes engominados, normalmente de “familias bien”, que en Madrid patrullaban la “zona nacional” (Barrio de Serrano y sus aledaños) haciendo demostraciones de fuerza y bajaban, de cuando en cuando a barrios obreros. Las palizas con cadenas y bates de beisbol eran la seña de identidad y el objetivo principal sindicalistas y estudiantes significados con la izquierda. El germen tradicional muy apegado al franquismo y profundamente clasista se alejaba de Falange que, en sus bases, era de extracción popular y que comenzaba a desaparecer y desangrarse en los primeros años de la democracia. La mayoría violenta se decantó por reunirse alrededor de las siglas de Fuerza Nueva, el partido fundado por Blas Piñar, y los niños bien menos violentos entraron en Alianza Popular donde recalaría un joven Jorge Vestrynge –arquetipo del “niño pera” capitalino- que era una formación que ya pretendía gobernar.
Himmler, uno de los hombres más crueles del Tercer Reich, fue invitado a una corrida de toros en su visita a Madrid en 1940. El espectáculo le parece en exceso violento y sangriento, sale del coso taurino horrorizado y sufre un mareo.
Entre estas dos formaciones afloró la CEDADE (Círculo Español de Amigos de Europa) que se fundó en Barcelona en 1966 y se disolvió por el año 93. Se creó como “centro irradiador” del nazismo en España que siempre había sido bastante casposo y reunía a ex combatientes de la División Azul de ideología nazi (no a aquellos que combatieron obligados por el hambre o por las circunstancias) y mantenía lazos con gente como Leon Degrelle –nazi belga escondido en nuestro país-, que fue uno de sus impulsores, y Jean Thiriat –colaboracionista francés antisemita fundador de la Jeune Europe francesa-. De corte mucho más populachero a la CEDADE le debemos los altercados alrededor de la infame librería Europa de Barcelona y todo el soporte a grupos de neonazis aparecidos como reacción a la cultura punk y al rojerío patrio que despuntó tras la victoria socialista del 82. De esta amalgama salieron acciones armadas como el atentado contra los Carlistas en Montejurra (1976), el asesinato de los abogados de Atocha (1977), el atentado con bomba en la redacción de la revista “El Papus” (1977) o el asesinato de la estudiante Yolanda González (1980), por destacar los más conocidos. De las tripas de CEDADE emergió Bases Autónonomas y comenzó la infiltración de estos grupos en las hinchadas de los equipos de fútbol también le debemos la creación del partido Democracia Nacional y la disgregación de todo tipo de grupúsculos marginales de skinheads ultraderechistas en nuestro país llevando a cabo una soterrada pero, en el fondo, efectiva y minuciosa labor propagandística por medio de fanzines, edición de libros y, claro está, redes sociales.
El movimiento ultra en España pasó de ser un enquistado y esclerótico grupo de ‘nostálgicos’ que pretendían ‘románticamente’ la reinstauración franquista (desde Blas Piñar, pasando por el ex dirigente de los Sindicatos Verticales Juan García Carrés o el Teniente Coronel Antonio Tejero Molina, estos dos últimos implicados en los dos intentos de golpe de estado de nuestra democracia: La Operación Galaxia y el asalto al Congreso del 23-F) a abandonar su filosofía clasista y de tendencia a la dirigencia para bajar a la calle a buscar militantes y simpatizantes entre los menos favorecidos económicamente.
Como referencia de esta nueva ultraderecha se encuentra el Frente della Gioventú y la conocida como Casa Pound. Un grupo italiano que comenzó a actuar a comienzos de los años 90 siendo una fracción del MSI fundado por Mussolinni que, en ese momento, había abandonado la “acción callejera” para convertirse en un partido normalizado y aspirar a captar votos en la Italia convulsionada por los escándalos de corrupción. El FDG optaba por abandonar las estructuras políticas tradicionales y no jugar a oficializarse para pasar a la acción directa. Así comenzaron un proceso de asunción de sus raíces obreras ocupando casas y propiedades para cuidar de los desfavorecidos. La acción social, solo para ciudadanos italianos, se basaba en el reparto de comida y en asegurar un techo a los que no podían tenerlo. Una vuelta al fascismo tradicional, a la recuperación del orgullo patrio, de los valores etc.
El Hogar Social Ramiro Ledesma y Democracia Nacional
Las acciones de Casa Pound han tenido una repercusión enorme en toda Italia y han conseguido sus objetivos: son un músculo juvenil y ruidoso que se manifiesta, que se mueve, que da ejemplo de vitalidad y de buena disposición propagandística. En nuestro país no hubiera sido posible la fundación del Hogar Social Ramiro Ledesma en Madrid si no hubiera sido por la influencia directa de la ultraderecha italiana que ha servido como inspiración y como hoja de ruta.
Mucho populismo, mucha discurso donde prima “lo práctico” sobre “lo político”, mucha frase campanuda sobre los peligros de la inmigración y de la inmersión de otras culturas o religiones, racismo, xenofobia y, claro está, la extensión de la idea de que son víctimas que no pueden hacer otra cosa que defenderse (con la violencia) porque están a merced de la maldad extranjera o marxista y abandonados por el gobierno. Para tapar todo esto, que no es muy decoroso o civilizado, la ultraderecha española se ha ido vistiendo con diferentes pieles. Incluso organizaciones como Falange (una de todas las que hay) se apuntó al discurso “social” joseantoniano e incluye en su programa político la nacionalización de la banca y el reparto de la propiedad privada, incluso en algún momento, han sostenido un discurso pro-inmigración.
DEMOCRACIA NACIONAL, LA CASA POUND ESPAÑOLA O EL HOGAR SOCIAL RAMIRO LEDESMA NO HAN SIDO TAN OSADOS
Democracia Nacional, la Casa Pound española o el Hogar Social Ramiro Ledesma no han sido tan osados pero, sin duda, aprovechan cualquier veta en la que puedan destacar como una organización moderna, urbana, transversal y que solo busca el bienestar y la paz social pero, sobre todo, apolítica. No hay un ultraderechista en España que no sostenga el discurso “ni de izquierdas, ni de derechas” y que justifique cada matanza fascista en el mundo con un reguero de episodios de conspiraciones y victimismo (“los judíos tenían toda la riqueza y hubo que actuar” o “los comunistas siempre han luchado por eliminar nuestras tradiciones”, “Empezaron ellos”, “Los burgueses nos engañaron” etc.).
Pese a no tener ningún aprecio por la situación de los inmigrantes, abogar por su expulsión o intentar reventar actos de partidos legales usando métodos poco pacifistas, el Hogar Social Ramiro Ledesma ha organizado jornadas de comida vegetariana y la organización se ha manifestado, muchas veces, en sintonía con PACMA en sus reivindicaciones animalistas.
Digamos, salvando las distancias, que PACMA es bastante sensible a convertirse en la pátina de modernidad que pretende darse la ultraderecha. Es un partido apolítico, de fuerte tradición urbana, con una base inquieta y que ha crecido mucho gracias a un planteamiento publicitario poco escrupuloso. PACMA pocas veces rectifica en redes sociales y es una organización que gusta de titulares de trazo gordo. Para PACMA lo importante, parece, es tener razón y da igual si el camino que usan está plagado de innecesario enfrentamiento o de malas palabras porque lo que importa es que se cumplan sus objetivos.
Esta bizarra actitud hace que muchas asociaciones y grupos imiten a PACMA en su comunicación que juega, muchas veces, con los dobles sentidos y los juegos de palabras dislocados. Pese al aspecto inofensivo de su imagen corporativa PACMA tiene un discurso agresivo y poco pacífico con los que considera sus enemigos.
Vídeo del Toro de la Peña 2016 en Tordesillas, rodado por PACMA.
Salvando las distancias, repetimos, el animalismo y ecologismo radicales (que no PACMA) a nivel internacional han actuado con cierta inconsciencia dando la sensación de tener mucha prisa. Gran parte de la conspiranoia alimentaria, de la mala información sobre las vacunas, sobre los cultivos transgénicos o sobre la naturaleza y los animales viene de fuentes poco autorizadas que actúan en base a provocar alarma social además llevar a cabo liberaciones en la naturaleza de animales enfermos, que habían vivido en cautividad o que se convierten en especies invasivas que alteran los ecosistemas.
Una causa tan urbana, tan activa y tan moderna que parece ganar adeptos día a día y que tiene la atención de los medios y disfruta de un espacio informativo con el que antes no podía ni soñar es normal que sea abrazada por aquellos que quieren darse una pátina de modernidad. Que las reinvindicaciones sean más o menos justas no es tan importante como el hecho de que se hagan realidad.
Los planteamientos de la ultraderecha son sencillos: la gente tiene mascotas, los parques están llenos de chavales con perros, a la gente le gustan los animales y, a nosotros, también nos gustan los animales.
En otra de esas anécdotas, que no datos, es verdad que es imposible no encontrar a un ultraderechista, rapado, skinhead español que no tenga/desee un perro al que poder educar como una fiera corrupia al que mimar y tratar mejor que a cualquier inmigrante o sindicalista.
Tordesillas como escenario
El colmo de este circo mediático ha tenido uno de sus puntos álgidos en la localidad de Tordesillas donde se celebrara por primera vez ‘El Toro de la Peña‘, un festejo que viene a sustituir al ‘Toro de la Vega‘ y que, como todo el mundo sabe, consistía en la suelta de una res brava por la dehesa de la localidad y en darle muerte usando unas lanzas. Pese a que la Junta de Castilla y León prohibió el festejo y que el toro que paseó ayer por la localidad fue devuelto a los corrales para ser sacrificado por un matarife (lejos de la mirada de la gente) los animalistas decidieron manifestarse igual en contra también de este festejo porque, no se puede negar, la cosa atrae a los medios de comunicación y ya nadie puede permitirse existir si no tiene cierta publicidad. Un poco al estilo de las peregrinaciones a los lugares de apariciones marianas, Tordesillas se ha convertido en una cita obligada aunque allí ya no haya nada que ver.
Este año, además, la cosa traía una curiosa cola. Desde Barcelona el portavoz y fundador de ‘Chatarra Palace‘, Javier García Roche, había advertido de que iría a Tordesillas a defender al toro y que lo haría con sus puños. “Chatarra Palace” fue descubierto por la revista Vice cuando hacía un reportaje sobre la recogida ilegal de chatarra en el cinturón industrial de Barcelona y consiste en un club de boxeo (ilegal) donde se entrena a chicos y se celebran combates. García Roche y otros miembros de su club no quisieron faltar a la cita (pese a que el Toro de la Vega ya estaba prohibido) y, según sus propias palabras, acudieron al festejo para que se cumpliera la prohibición junto a otro grupo llamado ‘Gladiadores por la paz‘ cuyo fundador, Oscar del Castillo, lleva dos años saltando a la arena de diversas plazas e interrumpiendo los festejos para protestar contra la tauromaquia. Contaron también con el concurso de un ex Gran Hermano, Julio “El Feroz”, que quiso unirse a la protesta. La adscripción política de todos ellos dista de ser pública y todavía se discute de la misma.
Teaser del documental sobre Javier García Roche y ‘Chatarra Palace‘.
Ardieron las redes sociales, por enésima vez, por la exquisita cobertura de los medios de comunicación (Mediaset con mucho interés en el trance porque prepara un programa con García Roche en el que lo veremos rescatando perros…tiene madera de estrella) y las acusaciones de nazismo e intolerancia típicas de estos circos. En el verdadero centro de la polémica está una cuestión enquistada en la que es imposible el diálogo y que está tan sumamente polarizada que es imposible no tener una opinión al respecto que no contemple muchos matices. Por lo pronto la polémica (animada de forma artificial) parece que sigue radicalizándose y creciendo en enfrentamiento tanto que corre el peligro de ser absorbida convenientemente por los que gustan más de la trifulca y la publicidad gratuíta que de los que están convencidos –en un sentido u otro- de que no es necesario más ruido.
Mientras tanto la ultraderecha camina con paso firme y comienza a normalizarse en nuestra sociedad utilizando todos los medios a su alcance, apropiándose de todas las causas posibles y haciendo llegar su mensaje a donde quiere llevarlo. Es un aliado silencioso y fiel hasta que deja de serlo y, si no, que le pregunten a Stalin. Si la causa del animalismo quiere ganar adeptos es posible que sea el momento de quitarse dicho peso muerto y no convertirse en un filón que la ultraderecha explote, como acostumbra, de modo perverso. Recuerden: desconfíen de quien trata mal a las personas.
[Imagen principal: PACMA]