Con el ‘Madrid Orgullo‘ a la vuelta de la esquina (del 29 de junio al 3 de julio), continuamos el listado de películas (ver las catorce primeras) que tratan la temática LGTBI desde diferentes puntos de vista. EL cine en la era pre Grindr.
‘Los chicos de la banda‘ (William Friedkin, 1970)
Basada en un éxito de Broadway del mismo nombre, ‘Los chicos de la banda’ es una película coral que pretende que el espectador heterosexual de los años 70 comprenda la inmensa diversidad humana del mundo homosexual. Un grupo de amigos (de todo credo y condición) se reúne en una fiesta de cumpleaños de uno de ellos y, lo que comienza como una celebración inocente, acaba como el rosario de la aurora. Los personajes de la película pueden resultar un tanto tópicos para el espectador actual pero, en la época, la película sirvió para combatir tímidamente algunos topicazos. Una película notable y valiente para su época que ahora puede disfrutarse como una interesante pieza para comprobar la evolución moral de las sociedades occidentales.
‘Juego de lágrimas‘ (Neil Jordan, 1992)
Estaba en un cine de la Gran Vía de Madrid viendo esta película el día del estreno y, en la escena en la que Dil (Jaye Davidson) muestra su secreto a Fergus (Stephen Rea), el grito de algunos espectadores inundó la sala. Uno de ellos completamente mosqueado salió de la sala gritando que aquello era una vergüenza. Recuerden esta anécdota cuando vean este película que va de redención, secretos, cantantes de club de jazz y terroristas del IRA. Contaríamos más de la trama pero, tememos, la gracia está en ver la película y en sacar conclusiones sobre de quién o de qué nos enamoramos.
‘Vicios pequeños‘ (Edouard Molinero, 1978)
Adaptación de la obra teatral ‘La jaula de las locas’, de Jean Poiret. Obra de gran éxito que estuvo interpretándose en el Palais de Paris durante quince años consecutivos. Michel Serrault y Ugo Tognazzi dan vida a Renato Baldi y Albin Mougeotte, la pareja madura que regenta un cabaret de gran éxito llamado “La jaula de las locas”. Renato y Albin han formado una (por aquél entonces) peculiar familia ya que ambos han criado con total normalidad a Laurent, el hijo que Renato tuvo tras un desliz heterosexual con una conocida. Las cosas comienzan a complicarse cuando Laurent comunica su decisión de casarse con la hija de una familia conservadora y convencional y pretende ocultar la forma de vida de sus padres. La película tuvo tal éxito que tuvo una secuela, esta vez sí titulada como ‘La jaula de las locas’ en nuestro país, y un remake norteamericano titulado ‘Una jaula de grillos'(Mike Nichols, 1996). En esta ocasión los papeles protagonistas recayeron en Robin Williams y Nathan Lane.
‘Jeffrey‘ (Christopher Ashley, 1995)
Esta es una de esas películas de las que se mantienen en el inconsciente colectivo gracias a un “boca a boca” espectacular. Un discreto resultado de taquilla en su época que, sin embargo, no ha evitado que se haya convertido en una recomendación casi obligada cuando se trata de hablar de comedias gay. Quizás 1995 era demasiado pronto para hacer una comedia sobre el SIDA o, más bien, sobre Jeffrey (Steven Weber), un homosexual neoyorquino que decide pasarse al bando de los célibes porque desarrolla un pánico extremo a contraer la enfermedad. Quizás fue demasiado tiempo para hacer una comedia alrededor de una epidemia que estalló a comienzos de los 80 y que, por aquellas fechas, alcanzaba un pico de fallecimientos. Pese al trasfondo trágico de ‘Jeffrey’ es toda una invitación a vivir sin miedos y sin prejuicios y una estupenda relectura de un problema global desde un punto de vista tierno y afectuoso.
‘La muerte de Mikel‘ (Imanol Uribe, 1986)
La homofobia es un problema de esos transversales que afectan por igual a gente de toda condición económica y social. Uribe así lo dejó claro en este drama en el que la muerte de su protagonista (interpretado por Imanol Arias) sirve como reflexión sobre los crímenes de odio y como los colectivos políticos no tienen ningún empacho a la hora de manipular su sentido y aprovecharse de ellos. ‘La muerte de Mikel’, como era de esperar, provocó mucha incomprensión y muchos ríos de tinta y los voceros habituales abogaron desde las tribunas habituales por el “mariconeo” de la película. Es verdad que era otro país. Aunque se llamara igual que ahora.
‘Mi hermosa lavandería‘ (Stephen Frears, 1985)
Un guión de Hanif Kureishi ( ‘Sammy y Rose se lo montan’, la novela ‘El buda de los suburbios’) que cuenta el reencuentro de Omar (Gordon Warnecke) y Johnny (Daniel Day-Lewis). Ambos fueron pareja en el instituto y, un buen día, se encuentran cuando el coche de Omar es rodeado por un grupo de ultraderechistras y, entre ellos, reconoce a Johnny. Retoman su amistad y su romance pese al rechazo de los antiguos compinches de Johnny. Frears filmaría dos años después la notable ‘Ábrete de orejas’ en la que contaba la relación tormentosa entre el dramaturgo Joe Orton y su pareja, el artista plástico Kenneth Halliwell.
‘Las aventuras de Priscila, Reina del Desierto‘ (Stephan Elliot,1994)
Ya decíamos ayer que en los 90 se vivió una fiebre por la moda “Drag Queen”. Digamos que abrió la veda Pedro Almodovar con ‘Tacones lejanos’ (1991) –aunque todo es culpa del siempre gozable John Waters que se adelantó a todos y a todo porque vive en un universo paralelo vintage del futuro- pero la australiana ‘Las Aventuras de Priscila, Reina del desierto’ se llevó todos los méritos. Seguramente con razón porque tiene a tres actores en estado de gracia como protagonistas (Hugo Weaving, Guy Pierce y Terence Stamp), Abba y Disco de los 70 y un tono que nos hace pensar en Mad Max y las comedias australianas de los años 80. Película que debería haber sido una rareza de culto de esas para guardar pero que se convirtió en un éxito y arrastró consigo a toda una legión de fans y nuevas drags. Apúntate una, Australia.
‘Go fish‘ (Rose Troche, 1994)
En los 90 también había modernos y postmodernos. Hacían música y, sobre todo, películas. Por aquel entonces se llamaban “películas independientes”, una extensión de la etiqueta de “películas de autor”. La película lo petó en Sundance, y de ahí en todo el mundo, por ser una obra que contaba sin tapujos los problemas del colectivo lesbiano desde dentro, con ágil discurso y narración optando además por la fórmula de la comedia dramática que, sin duda, hacía más cercano una situación que, por aquel entonces, quedaba bastante lejos del espectador medio. Contenida, rodada a cámara en mano (a veces recuerda a la ‘Nola Darling’, de Spike Lee) cumple con todas las normas no escritas del indie noventero pero ha traspasado el tiempo (y el espacio) gracias a que su la historia que cuenta sigue estando vigente.
‘Lazos ardientes‘ (Lana y Lily Wachowski, 1996)
Las hermanas Wachowski, cuando todavía eran los Hermanos Wachowski, rodaron este thriller sobre la intensa relación y el brutal romance que se desata entre Violet (Jennifer Tilly), que es la mujer de un mafioso, y Corky (Gina Gerson). Una película influenciada por ‘Los timadores’ (Stephen Frears, 1991) y ‘Las diabólicas’ (Henri Georges Cluzot, 1955) que, en la época, fue un tanto despreciada por la crítica que la acusó de ser una versión lésbica del clásico thriller erótico de moda en los 90 con guión de Joe Szterhas como ‘Jade’ (William Friedkin, 1995) o “Instinto Básico” (Paul Verhoeven, 1992). Con el paso de los años, y a raíz del giro radical que ha dado la biografía de Lana y Lily Wachowski, podemos decir que el subtexto de la película ha crecido en interés y ha perdido el sentido que le dio la crítica de su época.
‘Bent‘ (Sean Mathias, 1997)
Se calcula que entre 10.000 y 15.000 homosexuales fueron condenados a campos de concentración durante el Tercer Reich. Solo en Alemania porque seguir el rastro de las reclusiones en los países invadidos por el ejército nazi se hace mucho más costoso. Esta persecución fue especialmente dolorosa para un país que donde se vivía con toda naturalidad la condición sexual de cada uno hasta el punto que un conocido nazi, Ernst Röhm, que fue cofundador de la SA y ministro sin cartera del primer gobierno de Adolf Hitler era homosexual reconocido y llegó a sugerir que se equipararan los derechos de los homosexuales. La caída en desgracia de Röhm y su asesinato acabaron con este clima de igualdad y se tornaron en una persecución abierta. ‘Bent’ cuenta la historia de Max (Clive Owen) y de cómo se convierte primero en un perseguido y luego en un prisionero de un campo de concentración. Un drama terrible que cuenta la historia de un holocausto silencioso. Una buena ocasión para reflexionar un poco.
‘Fucking Amal, descubriendo el amor‘ (Lukas Moodyson, 1998)
Pese a ser sueco, porque lo es, Lukas Moodyson se empeña en mostrarnos siempre la imagen menos amable de su país de origen. En contra de la imagen modélica de libertad y de civilización que se tiene de los países nórdicos Moodyson retrata siempre lo que, desde el exterior, no vemos que no es otra cosa que la vida cotidiana. ‘Fucking Amal’ fue la primera película del director y en ella nos acerca a un pequeño pueblo donde viven dos adolescentes llamadas Elin (Alexandra Dahlström) y Agnes (Rebecka Liljeber). El ambiente frío, rural y deprimido de la población donde los adolescentes pasan el rato sin hacer nada o empleándose con dureza contra otros adolescentes hace que la atmósfera sea irrespirable. Es en ese sospechoso caldo de cultivo donde se refuerza a la amistad de ambas jóvenes y donde nace una tormentosa relación…bueno, tormentosa porque la gente es muy de meterse en la vida de los demás.
‘Nadie es perfecto‘ (Joel Schumacher, 1999)
Cuando Walt (Robert de Niro), un policía homófobo y derechón, sufre un ataque de apoplejía piensa que su vida se ha desmoronado por completo. Para intentar recuperarse le recomiendan una terapia musical en la que, aprendiendo canciones y cantándolas, vaya recuperando su capacidad cerebral y motriz. Para ello no tiene más remedio que acudir a su vecino, Rusty (Philip Seymour Hoffman), que es cantante, gay y Drag Queen. La relación entre ambos va haciendo que se comprendan mejor y que Walt acabe aceptando que lleva una vida entera haciendo el tonto. No es mala moraleja: salgan, dense aire, conozcan a otras personas y, a lo mejor, este mundo comienza a ser un lugar mejor.
‘Pride‘ (Matthew Warchus, 2014)
Cuando en 1984 Margaret Thatcher había comenzado a cerrar todas las minas de Reino Unido y la situación de los mineros comenzó a convertirse en dramática el Sindicato Nacional de la minería recibió un ofrecimiento poco común: Un colectivo de Gays y Lesbianas se ofrece para, durante la manifestación del Orgullo, recaudar fondos para su causa. Por culpa de los prejuicios, los dirigentes del sindicato rechazan el ofrecimiento pero el colectivo, lejos de arredrarse, decide ponerse en contacto con los propios trabajadores y escogen un pequeño pueblo de Gales para solidarizarse con sus trabajadores que, si en un principio, también muestran algo de reticencia y rechazo acaban por aceptar que las luchas de ambos colectivos son muy parecidas. Pride es una de esas películas que deja un sabor estupendo, una feel good movie en toda regla, porque es cercana, divertida, cómica y, sobre todo, porque reúne a alguno de los mejores actores británicos de los últimos tiempos como Bill Nighy, Imelda Staunton, Dominic West o George Mackay que cumplen de sobra con su cometido de interpretar a unos personajes amables, cómicos y realistas. Si quieren pasar una tarde agradable con una persona agradable les recomendamos fervientemente que repasen juntos esta película.
[ Ver primera parte de ‘El cine en la era pre Grindr‘ ]