Se cumplen 30 años del estreno de ‘Todo en un día‘, la película de John Hughes que marcaría a toda una generación de actuales treintañeros y cuarentones. Para celebrar semejante aniversario hemos querido rescatar otras películas de los 80 que no consiguieron el éxito de esta pero, por derecho propio, deberían de estar mejor valoradas o han sido injustamente olvidadas. La mayoría de ellas han pasado bien el test del tiempo y son pequeñas joyas que se alejan de las habituales recomendaciones. Seguro que a ti se te vienen a la memoria muchas más pero esta es nuestra selección de películas juveniles de los 80. Si quieres ver las ocho primeras películas seleccionadas pulsa aquí.
‘Escuela de genios‘ (Martha Coolidge, 1985)
‘La revancha de los novatos‘ (Jeff Kanew, 1984) era una película de bajo presupuesto que se estrenó en los USA en el circuito de autocines en fechas veraniegas. La 20th Century Fox no pensaba que se convertiría en un gran éxito, a escala mundial, y que su influjo rejuvenecería el espíritu de película universitaria gamberra inaugurado por “Desmadre a la americana” (John Landis, 1978). Una de las hijas de “La revancha de los novatos” fue esta divertida comedia protagonizada por Gabriel Jarret que se metía en la piel de un superdotado llamado Mitch Taylor. Mitch aterriza en la universidad para convertirse en el impulsor de un programa de ciencias con laser que, hasta el momento, estaba siendo dirigido por el díscolo Chris Knight (Val Kilmer) que, como él, llegó siendo un pimpollo impresionable y se ha convertido en un juerguista y un ligonazo que pone más interés en gamberrear que en terminar el dichoso laser.
‘Escuela de genios‘ es una película todavía fresca que, además, fue la inspiración directa de ‘The Big Bang Theory’ ( Chuck Lorre y Bill Prady, 2007). En muchos aspectos supera a esta quasi-versión televisiva aunque solo sea por el nivel de surrealismo provocado por el grupo de superdotados protagonistas. Resulta original dentro del género porque no hay ni un solo antagonista que no tenga un coeficiente intelectual alto y escapa del juego tonto-listo al que este tipo de pelis nos tienen acostumbrados.
‘El gran despilfarro‘ (Walter Hill, 1985)
Richard Pryor interpreta a un jugador de beisbol de segunda que, por cuestiones del destino, es el único heredero de una fortuna milmillonaria. Para cobrarla por completo solo deberá cumplir una condición: conseguir gastar 30 millones de dólares en 30 días sin comprar ninguna propiedad, sin regalar un solo centavo y sin revelarle a nadie el por qué del despilfarro. Ayudado por su cátcher habitual, al que da vida un increíble John Candy, Pryor intentará llegar a la meta con el objetivo de que, de ganar la bolsa, habrá aprendido a no derrochar el dinero.
‘El gran despilfarro’ es una comedia comercial que va a calzón quitado, es decir, no tiene ni una sola sutileza y se tira a su cuello para hacerlo cosquillas hasta sacarle una sonrisa o una carcajada cada tres minutos. Es una producción honesta en sus objetivos y cuenta con el mayor talento cómico de su generación: Richard Pryor.
Pese a que siempre fue un reputado artista lo cierto es que Pryor tuvo que aceptar películas abiertamente comerciales para engordar sus maltrechas arcas. La adicción del cómico a todas las drogas y bebidas conocidas habían puesto ya en jaque sus finanzas y acabó de rematar estas cuando, allá por 1981, intentó encenderse una pipa de crack frente a una chimenea de gas que permanecía apagada pero con la espita del butano abierta. El resultado fue una deflagración que alcanzó al cómico en el rostro y en el cuerpo e incendió la pipa (rellena con alcohol) haciéndola estallar y depositando todo el líquido sobre Pryor que se lanzó a la calle, en llamas, pidiendo auxilio.
El cómico de Peoria (Illinois) salió de aquel trance y se centró en los años siguientes en hacer más cine, acaso de menos renombre que la brutal “Blue collar” (Paul Schrader, 1978) o “California Suite” (Herbert Ross, 1978), pero igualmente comprometido con la carcajada. Esta misma película parece, en realidad, un simil bastante acertado de los años en los que Pryor estuvo tirando el dinero por la ventanilla de su limusina.
‘Exploradores‘ (Joe Dante, 1985)
¿Hay un tipo con más sensibilidad que Joe Dante en esto de hacer películas para la chavalada? Pensamos que no, que es un tipo fenomenal, que de algún modo loco te alcanza el corazoncito. Su fórmula es sencilla: meter a gente corriente en situaciones chifladas. Así es “Rock and roll High School” (1979), “Gremlins” (1984) o la nunca bien reivindicada “Pequeños guerreros” (1998). En este caso la historia va de tres preadolescentes que se construyen una nave espacial en el garaje de uno de ellos y consiguen viajar más allá de los confines de la Tierra. Ethan Hawke, River Phoenix y Bobby Fite dan vida a tres nerds entrañables perseguidos por la mala suerte y los acosadores escolares que se refugian en la construcción de una quimera que se convierte en real y consiguen así abandonar durante unos instantes la mediocre vida que llevan. Por su carácter tristón y los ingredientes de drama la película, que contó con un espectacular despliegue publicitario gracias al éxito de “E.T., el extraterrestre” (Steven Spielberg, 1982), no llegó muy bien al público español de la época que esperaba, sin ninguna duda algo al estilo de “Gremlins” y se encontró con una película juvenil con mucho mensaje y un ritmo apacible. Con los años “Exploradores” se ha ido instalando en la categoría de película de culto porque resulta madura, quizás demasiado para su target, y también escondía un culto a la tecnología que, en la actualidad, es algo con lo que convivimos con total normalidad.
‘Quicksilver‘ (Thomas Michael Donnelly, 1986)
Sería injusto hacer una lista de ochentazos y no incluir a Kevin Bacon. Kevin Bacon es lo más. Todos estamos conectados con Kevin Bacon, un actor que lleva trabajando ininterrumpidamente desde su debut en “Desmadre a la americana” y va camino de haber interpretado todos los papeles posibles, haberse reinventado como cien mil veces y haber conseguido estar de moda y, a la vez, no estarlo nunca sin ser un segundón pero tampoco una grandísima estrella.
En esta ocasión Kevin se mete en la piel de un yuppie que acaba de perder su trabajo (otro de los papeles-estereotipo de los 80, el ejecutivo brillante pero desencantado o traicionado por el capital…no todo podía ser farlopa y reaganismo) y tiene que buscarse la vida. Como tiene una bicicleta y dos piernas pues se hace mensajero con bicicleta. La magia de ‘Quicksilver‘ es que consigue que una película de mensajeros sea interesante, no solo porque contiene su tramita criminal y un malo malísimo interpretado por Laurence Fishburne si no, también, porque en la época se puso de moda eso de las agencias de repartir paquetes y correo en bici (toda una subcultura de la que ahora recoge los frutos el hipsterismo con la fiebre por las “fixies”) y esta era la versión hollywoodiense de esa muchachada que atravesaba la ciudad de NY saltándose el tráfico y jugándose la vida por unos pocos dólares.
Aunque solo sea porque todos tus vecinos están hablando de comprarse una bici o han adquirido una de segunda mano retocada y sin frenos con la que, dentro de poco, acabarán estrellándose (deseamos que con resultados poco graves) deberías de ver esta película si eres joven para haberla visto en su momento o si, por un casual, la sacaste de las estanterías del videoclub de tu barrio. Recuerda: en los 80 ya estaba casi todo inventado. Incluso el trabajo precario.
‘Proyecto X‘ (Jonathan Kaplan, 1987)
Matthew Broderick es otro de esos currantes del Arte Dramático que nunca ha dejado de trabajar: ni cuando era un adolescente de franca sonrisa, ni ahora que parece el mismo adolescente de entonces pero después de haberse pasado una tarde entera en una sauna. Si en su filmografía cuenta con verdaderos taquillazos ochenteros lo cierto es que, entre sus tropiezos, se encuentra esta fabulita de mensaje ecologista y antimilitarista que tan poco pegaba con el ambientazo de triunfo que transmitía la Casa Blanca de aquel entonces y que recogía con alegría el público estadounidense. Tan poca repercusión tuvo que, en nuestro país que es el segundo consumidor de cine USA del mundo y el lugar donde se estrenan una de cada tres películas de dicha nacionalidad, llegó a los cines el mismo año de su estreno pero no pasó a vídeo hasta 1989.
Matthew encarna a un joven y arriesgado piloto de las Fuerzas Aéreas que, tras un problema disciplinario, es asignado a una base militar donde se lleva a cabo un proyecto que tiene como objetivo enseñar a unos primates a pilotar aviones de combate. La cosa parece de chiste, aunque ese mismo proyecto impulsó los primeros pasos del programa espacial americano, y el muchacho pierde el interés por descubrir que está allí, básicamente, para alimentar a los monetes. Las cosas se complican cuando se enamora de una de las científicas civiles del centro, la talentosísima Helen Hunt, y traba amistad con un chimpancé especialmente listo al que se ha enseñado el idioma de signos y habla mejor que, por ejemplo, el 32% de nuestros actuales senadores. Lo que no sabe Matthew es que la pandilla se deshará pronto ya que el objetivo del ‘Proyecto X‘ es enseñar a los primates a pilotar aviones con el objeto de tripularlas hasta Moscú en caso de Guerra Nuclear y hacer de segunda oleada destruyendo lo poco que haya que destruir. Como se entiende que, en estos ataques, la atmósfera ya estará convenientemente contaminada por la radiación las pruebas se hacen irradiando realmente a los primates para estudiar su aguante a la energía termonuclear. Lo demás, todo spoilers y no queremos desvelar nada por si, de algún modo, se te ocurre disfrutar de esta película que convertirá cualquier sobremesa aburrida en una entretenida sesión de cine.
‘Golpe al sueño americano‘ (Marek Kanievska, 1987)
El consumo de cocaína y de crack estuvo bastante disparado en los años 80. Unos niveles altos, posiblemente cercanos a los de la España del pelotazo urbanístico. Pese a ser una adaptación de la novela ‘Menos que cero‘ de Bret Easton Ellis lo cierto es que dista bastante de ser muy fiel a la novela porque, bueno, no tiene apenas nada que ver excepto, claro está, que hay gente en pantalla todo el rato poniéndose como Las Grecas. Pero, ojo, no al nivel de “Kids” (Larry Clark, 1995) o “Colegas” (Eloy de la Iglesia, 1982) todo queda en un asunto de chicos de clase alta de Beverly Hills y de un triángulo amoroso retorcido entre Andrew McCarthy, Jamie Gertz y Robert Downey Jr. Que, de algún modo, representan la decadencia de la sociedad norteamericana y la pérdida de valores educativos de las familias americanas de clase alta. La película resulta un interesante ejercicio de cómo se vieron aquellos años y de cómo llegaba el problema de las drogas enfocado, no desde la prespectiva marginal, si no desde la que ofrecían las fiestas de los chavales más acomodados. Una película lenta y premonitoria que, a día de hoy, resulta más potente por el delicado mensaje que intenta transmitir que por las propias imágenes que, a día de hoy, no podrían ser definidas de escandalosas. Pese a todo vale la pena sumergirse en ella y conocer los 80 desde otro punto de vista.
‘Atracción diabólica‘ (George A. Romero, 1988)
Otra película que tiene como protagonista a un ser humano y a un mono. En este caso narra la relación enfermiza entre Allan Mann (Jason Beghe), un deportista que ha quedado paralítico, y Ella (Boo) que es una mona capuchina alterada genéticamente en laboratorio por un amigo del protagonista, un científico yonki al que se le ha ido la olla, que le hace las veces de ayudante. La mona comienza a desarrollar una atracción física y romántica hacia el ex deportista desarrollando unos celos tremendos de la pareja de este, Melanie (Kate McNeil), y montando unas zapatiestas infernales. El papá del género zombie se encargó de ponernos los pelos de punta relatando un triángulo amoroso enfermizo que, en la época, era alquilado en versión VHS por pandillas de adolescentes y, transversalmente, era conocido como “la peli esa de la mona salida que da un miedo que te cagas”. Normalmente, y si había posibilidad, esta película se pasaba en programa doble junto a “Re Animator” (Stuart Gordon, 1985) que también era conocida como “la peli esa del tío al que le arrancan la cabeza pero sigue vivo porque le ponen una inyección fosforita”.
‘Seducir a Raquel‘ (Damian Harris, 1989)
Otra adaptación de una novela juvenil, esta vez de ‘El libro de Raquel‘ de Martin Amis, que pasaba por alto la versión literaria –más sucia, chunga y realista- para ofrecernos la historia de cómo un seductor vendemotos, Charles (Dexter Fletcher), descubre que su vida no tiene sentido si no abandona su faceta tarambana y se decide por la monogamia y el amor representados por Rachel (Ione Sykes). ‘Seducir a Raquel‘, con los años, resulta rara en tanto en cuanto, y pese a ser una adaptación francamente aguada, está a la altura de producciones actuales como “Girls” (Lena Dunham, 2012). Incluso en el tono y en la forma honesta en la que muestra las relaciones de una sola noche o las relaciones “abiertas” o como explica la búsqueda de una pareja ideal. Lejos de las propuestas más romanticoides de la época y con menos intenciones aleccionadoras que las películas americanas para adolescentes (aunque avisa varias veces de la necesidad de usar condón porque era 1989 y la gente vivía aterrorizada por el SIDA) resulta una verdadera delicia por la sola presencia de la pareja protagonista. Una pena que, con los años, ninguno de los dos se haya convertido en las grandes estrellas que esperábamos los espectadores de entonces y que las apariciones de Dexter Fletcher e Ione Sykes, hija del cantante Donovan, se nos regalen con cuentagotas.