En verano hace calor, no descubrimos nada nuevo (y sin embargo a los informativos y a “España directo” les funciona…). El calor es democrático y llega a todas partes de España (el caso vasco es otro cantar), pero es que en Madrid los termómetros se vuelven supercrazy 0dramasiempresmyle (Aless Gibaja dixit).
Antes, cuando yo era más joven y la sociedad menos mundana, lo de llevar bermudas y chanclas en Madrid era una frivolidad, o una catetada no recuerdo bien. Pero ahora con la globalización, lo hipster, el poliamor, el (¿o es lo?) online, el ibex 35 y Primark todo vale y es mucho más divertido. No decimos ná y lo decimos tó.
Sirva esta divagación absurda como introducción para recordar una vez más que nada es como antes (ahí están la serie ‘Cuéntame’ y la versión Muñeco Michelín de Belén Esteban como ejemplo), y que ni el país se paraliza en agosto ni Madrid se queda vacía. Eso era antes, cuando los representantes del pueblo se inventaban actividades para entretener a los súbditos que no querían o podían ‘veranear’. Y así nacieron los ‘Veranos de la Villa’, los cines de verano, las noches de flamenco en Sabatini… a las que se sumaron la Verbena de la Paloma, los atardeceres en el templo de Debod, las carrozas multicolor y las azoteas chic.
Como más es siempre más, el Real Jardin Botánico Alfonso XIII (no el que está al lado del Prado, el otro) se ha inventado las Noches del Botánico. El nombre no se lo han currado mucho, pero el cartel sí: Entre el 27 de junio y el 29 de julio desfilaran por el escenario un ramillete (era por meter un término jardinero) de artistas que no fueron flor de un día (este está más forzao, lo reconozco). A saber: Robert Plant, Rozalén (hasta aquí todo muy botánico ¿no?), Wilco, Seal, M83, Quilapayún… y así un montón más que lo puedes leer en su web.