Por Jorge Esteban
Hace unas semanas tuve una reunión con el señor Rafael Benítez, Fita para los que conocemos su lado oscuro, a la sazón, uno de los directores de la Revista Don y compañero de correrías y desmelenes sin cuento.
La reunión trataba sobre una posible colaboración para un proyecto de unas ilustraciones y unas ideas que nos rondaban por las cabezotas y que queríamos plasmar al alimón desarrollando una suerte de brainstorming creativo del que vete tú a saber qué podría salir. Total, que barajando la opción de trasladar mi equipo a las oficinas de la revista para lidiar codo con codo con las mamarrachadas que se le podían ir ocurriendo a nuestro buen viejo Rafaé, comprendimos que no era logísticamente factible por las dimensiones y peso de mi parque informático artístico.
Me explico. Yo trabajo ya casi todo en digital y soy el feliz propietario de una CINTIQ 21UX con la que desarrollo la mayor parte de mi trabajo como ilustrador. Para los ajenos a este mundillo, es una pantalla bastante grande en la que puedes dibujar directamente con un lápiz especial y que junto con un ordenador potente y el software adecuado puedes emular cualquier técnica pictórica habida y por haber y que abre un abanico de posibilidades artísticas y creativas cuasi infinito. Pero es enorme y pesa un huevo.
Acabamos desechando la idea y comenté que ya llevaba tiempo con el propósito de buscar una alternativa portátil con la que poder trabajar y poder moverme para este tipo de casos en los que tuviera que trabajar fuera de mi estudio. Yo la verdad dudaba poder encontrar algo lo suficientemente potente y versátil como para mover los pesadísimos archivos de imagen y capas con los que suelo trabajar y que exigen un motor gráfico adecuado y un potente procesador. Y una pantalla en la que poder dibujar, claro.
Ya le había echado un ojo a la Surface Pro 4 y tenía ganas de probarla y así se lo dije. “Ah pues le pedimos una a Microsoft y la probamos” dijo él. Yo como persona sin fe ni fundamento me reí y me olvidé del asunto. A la semana recibí un mensaje que decía “EL MOCHUELO ESTÁ EN SU OLIVO” y salí disparado a la oficina dejando un rastro de baba por todo el camino.
Nada más llegar y tras el chupito de rigor, encendimos el bicho, le instalé el ArtRage y le hice una caricatura express de 5 minutos a mi compi benefactor, con la que comprobé que el tacto y las posibilidades que ofrecía el que tuviera Windows 10 como sistema nativo, prometían horas de goce y disfrute sin par.
Me la llevé a casa pensando en cómo sacarle el mayor partido y testear las posibilidades de la tablet y decidí utilizarla para crear un página entera de un proyecto de cómic en el que estoy trabajando para venderlo en el mercado francés, pasando por todas las fases del proceso creativo, desde la conceptualización hasta la consecución final en color.
Eso permitiría probar realmente las posibilidades de la Surface mostrando todo su potencial, ya que para este tipo de trabajo utilizo varios programas a la vez y además uso diferentes técnicas y tipos de pincel. Así que, ni corto ni perezoso, instalé todo el software necesario, configuré y personalicé los espacios de trabajo y me puse al lío.
Al empezar con las instalaciones aprecié que los tiempos de carga eran bastante cortos y que el bicho corría a una velocidad endiablada, buen comienzo.
Primero abrí una plantilla de la página en blanco en Photoshop con las medidas standard y una resolución de 300 pp., luego creé y organicé las capas en función de las viñetas de la página y aboceté rápido y guarramente en azul para ver la composición de la página.
Instalé la versión completa del paquete de Adobe CS6 y me dí cuenta de que la versión no tenía muy en cuenta el soporte táctil del sistema ni que se trataba de una tablet. Las fuentes de los menús estaban en un tamaño muy pequeño y al pellizcar con los dedos para jugar con el zoom no era todo lo preciso que debería. Eso sí, el tacto del lápiz y la respuesta del trazo, impecables. Página abocetada.
Vale pasamos a los lápices. Para los lápices y las tintas voy a probar un software nuevo que se llama CLIP STUDIO PAINT EX. A priori pinta bien, parece que está optimizado para la tablet, los menús están a un tamaño correcto y la respuesta de la pantalla a los dedos es correcta. De hecho, responde al giro con los dedos y permite mover la pantalla con un dedo mientras dibujas con el lápiz, cosa que el Photoshop no hace.
La buena sorpresa es cuando cojo el lápiz, el software va fuido y la presión responde increíblemente bien, pruebo varios tipos de lápices y las texturas y el tacto resultan muy reales. La punta del lápiz no es tan rígida como en la Cintiq y la sensación es un poco diferente, pero lo bastante precisa como para que los trazos salgan limpios y naturales.
Pasamos a las tintas. Oye pues mola mucho el CLIP STUDIO PAINT EX, la selección de plumas es muy variada y responde a la presión del lápiz muy bien. Estoy encantado, oiga. Utilizo una plumilla de trazo variable y el resultado es tremendamente real. La tablet no se ralentiza en ningún momento y todo va como la seda. Aprobado con nota.
Como no tenemos tiempo de entintarlo todo, vamos a probar a darle un poco de color a una viñeta nada más para ver cómo responde el sistema. Abrimos el Art Rage y seleccionamos las acuarelas. Este software emula magistralmente la sensación pintar con cualquier técnica pictórica pudiendo configurar tanto los tipos de papel como los materiales y las texturas. Va de lujo, no hay retardo y el programa está totalmente optimizado para la tablet, tanto con los dedos como con el lápiz la sensación es de naturalidad y realismo total. Sobresaliente.
Volvemos a Photoshop para jugar con los degradados, duplicando las capas, ajustando niveles de color y editando con las diferentes herramientas. Parece que va todo bien. Muy bien.
De todas maneras cuando acabo de colorear del todo una página la cantidad de capas creadas puede acabar siendo escandalosamente alta y con tanto archivo y a tan alta resolución hay veces que cuesta moverlo todo con fluidez, por eso voy a abrir un archivo creado anteriormente de una página terminada con más de 90 capas a ver si la mueve. Le cuesta un poquito abrirlo pero una vez abierto y con todos los programas cerrados excepto el Photoshop funciona sin ningún problema. Triunfo total.
Conclusión: En pocas palabras, es una pasada. Portabilidad, potencia, precisión, versatilidad y fluidez. Es una máquina maravillosa con unas posibilidades y un potencial inaudito para su tamaño. Encantadísimo. Muchas gracias.