Podríamos decir que Pablo Valbuena (Madrid, 1987) es un iluminado. O al menos, es capaz de jugar con la luz a sus anchas, transformando los espacios, iluminando lo que normalmente permanece oculto o escondiendo aquello que en principio no se puede mover. Con su última instalación Kinematope (Paisaje Técnico), este artista visual convierte una sala de Espacio Fundación Telefónica en la propia obra. Una especie de proyector de cine donde, en palabras del artista, la película se desarrolla dentro del espacio.
La instalación, que podrá verse hasta el 15 de mayo, se trata de un circuito de luz y sonido que recorre el falso techo de la galería, dibujando según el crítico Pau Waelder, “espacios y volúmenes efímeros en las paredes y columnas a medida que luz y sonido se desplazan por la sala, siguiendo patrones de movimiento y ritmos cambiantes”.
Pablo Valbuena, que se ha formado como arquitecto y diseñado espacios virtuales para cine y videojuegos, sabe como fusionar y trasladar las proyecciones digitales a espacios reales, alternando nuestra percepción. Desde 2008 ha renunciado al soporte escultórico para trabajar sobre lugares ya existentes. “Considero que no trabajo en el espacio físico, sino en el mental del espectador”, apunta. Por primera vez, ha transformado la sala de Fundación Telefónica en un ambiente diáfano en el que introducir al espectador.
Une lo material con lo digital, lo estático con lo dinámico, casando la rigidez de la arquitectura existente con lo efímero de la luz . Muchas veces no somos conscientes de su importancia, sin embargo, es la herramienta que utiliza para señalarnos lo que no seríamos capaces de apreciar e introducirnos en un espacio totalmente distinto. El resultado es todavía más anecdótico cuando se conoce previamente el lugar, ya que crea una sensación extraña entre el recuerdo del sitio y el que se experimenta.
En paralelo a la exposición, hay una serie de actividades programadas para todos los públicos, en donde se trabajarán la intervención de en los espacios, o cómo la luz y el sonido modifican nuestra percepción del espacio y el tiempo, así como nuestra respuesta corporal.