Es la monda, Donald Trump, jajá Lo malo es que este disparatado impresentable aspira a ser el jefe del país más poderoso del mundo.
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VIOLENTO
Lo cuenta el periodista Harry Hurt III en su libro ‘Lost Tycoon: The Many Lives of Donald J. Trump’ (1993). En 1989, tras someterse a una dolorosa reducción de cuero cabelludo para eliminar una calva, el magnate se encaró con su entonces mujer, cliente del mismo cirujano plástico. “¡Tu puto doctor me ha jodido la vida!”. Lo que vino después fue un “violento asalto” en el que Donald inmovilizó a Ivana y comenzó a arrancarle mechones de pelo, en un intento de hacerle sentir el mismo dolor que padecía él. Después le quitó la ropa, se desabrochó los pantalones y la penetró. Ivana huyó aterrorizada de la habitación. Cuando regresó a la mañana siguiente, Trump, aún tendido en la cama llena de pelos, le preguntó desafiante: “¿Duele?”.
ESPECULADOR
Donald J Trump (Nueva York, 14/6/46), se puso al frente del negocio inmobiliario de su padre a comienzos de los años 70 y, aunque aunque ha amasado una ingente fortuna por el camino, este especulador tiene entre sus honores el de llevar varias veces a su imperio a la bancarrota y arruinar a cientos de inversores por el camino. Su patrón de negocio es básicamente un fraude legal que no duda en reconocer con asombrosa naturalidad: “Utilizo las leyes de este país para equilibrar la deuda… Vamos y compramos una compañía. Vamos y nos declaramos en bancarrota. Vamos y negociamos con los bancos. Vamos y conseguimos un acuerdo fantástico”. Deshonesto, cuando menos.
HIPÓCRITA
Gracias al dinero y las influencias de su padre, el joven Donald consiguió librarse de ser reclutado para combatir en Vietnam. Aún así, Trump no ha dudado en descalificar a su compañero de partido el senador John McCain (héroe de guerra que fue prisionero del vietcong durante un tortuoso cautiverio de seis años de duración) negándole despectivamente cualquier mérito militar: “No creo que sea un héroe por haber sido capturado. A mí me gustan los que no se dejan apresar”. Así que no es de extrañar que, siendo nieto de escocesa y alemán, una de las principales víctimas de sus improperios sean los inmigrantes.
ABUSÓN
Donald luce maneras de matón que –amparándose en una batería de abogados– gusta de intimidar a cualquiera, por humilde que sea, a base de demandas judiciales, pero luego se asusta como un pelele ante el cabeceo de un águila amaestrada. Su desfachatez llega a tales extremos que es capaz de vallar de forma ilegal la propiedad de un matrimonio de Aberdeen (Escocia) porque le molesta su presencia en los terrenos en los que pretende construir un campo de golf… ¡y mandarle la factura de las obras! Es como si te partieran la cara a puñetazos y el agresor te pasara los gastos médicos de sus lesiones de nudillos.
ABSTEMIO
A pesar de que sus disparates verbales y salidas de tono pudieran parecer fruto de una mente dipsómana enajenada por el alcohol, el caso es que, según confeso el propio Trump a la revista Forbes, el magnate nunca ve sus facultades mentales alteradas por el consumo de espirituosos. “Yo no bebo, y es muy fácil para mi mantenerme alejado de la bebida”. Lo que si le gustan son las mujeres. Ha estado casado tres veces, se le atribuyen romances con Anna Nicole-Smith y Carla Bruni y fue propietario de los derechos del concurso Miss Universo. “Tuve la desagradable experiencia de trabajar para él durante un año y conozco perfectamente sus niveles de racismo”, denunció Alicia Machado, ganadora en 1986.
GROTESCO
Donald Trump es un fantoche bocazas, extremista, ególatra, vanidoso, misógino, machista, xenófobo, corrupto, hipócrita, grotesco… Si no fuera por eso, nos haría hasta gracia, pero a este tipejo no lo salva ni su fascinante, patética, cómica y asombrosa megaestructura capilar, su principal seña de identidad a su pesar. En constante batalla contra la fuga masiva de pelo, este galán caduco ha ideado un sistema para tapar el cartón a base de círculos concentricos de cabello, cabello para más inri teñido de un fabuloso rubio tono ‘dientes de fumador’.
TURBIO
En 1986, Trump compró la propiedad que luego se convertiría en el fastuoso Trump Plaza, en Atlantic City, por el doble de su precio estimado de mercado; el vendedor era Salvatore Testa, un gángster de Filadelfia. En muchas de sus construcciones, casi siempre erigidas por inmigrantes ilegales a los que pagaba la miseria de 4 dólares la hora en turnos de doce ídems, el Especulador del Pelo Imposible trabajó con contratistas del famoso clan del crimen organizado de los Gambino. También hay constancia de negocios realizador con Fat Tony Salerno, de la familia de los Genovese.
EGÓLATRA
A pesar de sus numerosos fracasos en el ámbito de los negocios, Trump ha escrito varias decenas de libros de autoayuda y pseudoteoría económica con títulos tan elocuentes como ”Piensa a lo grande y patea traseros en los negocios y en la vida’. En pleno egotrip, comercializó su propio juego de mesa, que era básicamente una copia de Monopoly pero con sus propiedades más emblemáticas y su careto en los billetes. Y se convirtió en estrella televisiva al presentar el reallity show ‘The Apprentice’, orientado al mundo corporativo y por el que estuvo dos veces nominado al Emmy. Lo que si consiguió fue un Razzie al Peor Actor de Reparto por hacer de sí mismo en la película de 1990 ‘Ghosts Can’t Do It’.
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