La oveja más famosa del mundo (con permiso de Shaun) habría cumplido hoy 20 años. Si no fuera porque la esperanza de vida de una oveja está entre los 10 y los 12 años, y que en el caso de Dolly, por ser copia, fue mucho menos. El primer mamífero clonado, nacido un 5 de julio de 1996 en Escocia, envejeció prematuramente, sufrió artritis, desarrolló una enfermedad pulmonar y fue finalmente sacrificada en 2003, a la edad de 7 años. Su cuerpo embalsamado se encuentra en el museo nacional de Escocia.
Seguramente pensaréis que la muerte de Dolly fue el final de la historia de la clonación. Nada más lejos de la realidad. Aunque dejó de ser de interés informativo (entre los pactos postelectorales, las altas temperaturas y el ‘apocabrexit’ ya tienen bastante), la clonación ha seguido su curso y actualmente se viene realizando en países como Estados Unidos, Argentina, Brasil, Canadá y Australia con fines ganaderos.
Como se trata de una técnica muy costosa (cada animal clonado sale a unos 10.000 euros) el objetivo no es tanto disponer de clones para comercializar su carne sino el de mejorar la raza del rebaño: vacas que dan más leche, ovejas y porcinos de gran potencial…
De momento, la Unión Europea no autoriza la producción de animales clonados, sin embargo, no podemos estar seguros de que no acabe en nuestro plato una copia de Dolly debido a las políticas de importación.
De entre todas las compañías que se dedican a este negocio destaca la china Boyalife que a finales de 2015 anunció la construcción de una planta de clonación de distintos animales. La sociedad promete 100.000 embriones de vacas el primer año y a mediano plazo de un millón por año. Mientras tanto se sigue intentando subsanar algunos “errores técnicos” en los que el animal acaba naciendo con dos cabezas o tres patas.
Aunque la clonación humana está prohibida en casi todos los países, existe un bloque liderado por Bélgica, Reino Unido, China y Japón que abogan por políticas menos restrictivas que permitan, de momento, la clonación terapéutica, la que fabrica embriones y los destruye investigando con ellos, con la esperanza de que sirva algún día para ayudar a tratar alguna enfermedad. Así que mientras llega el momento en el que todos seamos Dolly (aunque la globalización ya lo ha conseguido en cierta forma) repasemos como ha tratado el cine a los clones.
HAY UN MINERO EN LA LUNA…
No es que Sam Rockwell luciera pelo largo, barbita y escuchara temas de Vetusta y Love of Lesbian, simplemente que al hijo de David Bowie, Duncan Jones, le salió una peli muy baratita y con un único protagonista. Bueno dos. Bueno, uno. Cuando veas la peli lo entenderás. Kevin Spacey ponía voz al robot Gerty, el único compañero de Sam. Bueno, casi el único. Y todo ello a miles de kilómetros de la tierra.
En ‘Moon’ un minero lunar está a punto de terminar su jornada de trabajo de tres años cuando se encuentra consigo mismo…
CLONES A LA CARRERA.
Se le fue la mano a Michael Bay con esa estética tan blanca, tan radiante, tan pura, tan “vengo del futuro para enseñaros a lavar la ropa”. También se le fue la mano con el desarrollo de la acción que empezaba guay pero se enredaba entre explosiones y una acción disparatada al gusto de los americanos. Ewan y Scarlett viven felices en un mundo Neutrex sin saber que en realidad son clones de sujetos que en algún momento necesitarán un transplante. ¿Adivinas quién va a ser el donante? Exacto, el que gane el pasaje a ‘La isla’.
QUE DIVERTIDO ES SER CLON.
Por si no lo sabías el verdadero nombre de Michael Keaton es Michael John Douglas, pero se vio obligado a cambiar de nombre artístico al entrar en conflicto con el de su homónimo Michael Douglas. Eligió Keaton, por el actor Buster Keaton. Tal vez eso le llevara a decir que sí a ‘Mis dobles, mi mujer y yo’, una comedia de enredos en el que el bueno de Batman decide clonarse a sí mismo para hacer frente a todas las obligaciones que tiene la vida moderna: el trabajo, la esposa, ser padre…
EL CLON QUE VINO DEL ESPACIO.
¿Qué tienen en común los extraterrestres y los comunistas? Hoy en día nada (excepto el marciano de Putin), pero en la América de los años 50 y 60 todo. En ‘La invasión de los ladrones de cuerpos’, un pueblo de Estados Unidos sufre la invasión silenciosa de unos “extraterrestres” que traen unas esporas que devienen en vainas que clonan a los habitantes del pueblo sin que nadie se de cuenta reemplazando a sus habitantes por copias carentes de cualquier tipo de sentimiento ni voluntad. O sea, en comunistas.
EL ZOOCLÓN.
Tres años antes de que naciera Dolly, Steven Spielberg ya se había inventado la reserva natural / parque de atracciones más grande del mundo repleta de maravillas prehistóricas: ¡pasen y vean al Tyrannosaurus que arranca cabezas! ‘Contemplen al Spinosaurus que se come a los niños! ¡Admiren al Triceratops que la lía parda!… Y todo gracias a la clonación genética de materia fósil hallada en mosquitos prehistóricos que se alimentaron de la sangre de dinosaurios durante la época jurásica, preservados en ámbar a través del transcurso del tiempo. Luego ‘Jurassic Park’ se les va de las manos y hace una reacción que lo flipas.
¡CLON, HITLERl!
A medio camino entre la historia, la ciencia ficción y el terror más absoluto, ‘Los niños de Brasil’ planteaba lo que podría ocurrir si a un imaginativo Josef Mengele le diera por ponerse a crear pequeños Adolfitos, 94 para ser exactos, aprovechando su estadía brasileña tras la caída del III Reich. ¿Da o no da miedito?
NO ESTABA MUERTA, ESTABA SIENDO CLONADA.
Cuando en 1992 la teniente Ripley decidió suicidarse para matar el alien que llevaba dentro y salvar así a la humanidad, poco podía imaginar que cinco años después (200 años en la saga) la ciencia la iba a clonar para volver a enfrentarla con su némesis y protagonizar ‘Alien: Resurrección’. Para eso mejor quedarse uno como está.
Por supuesto hay muchos más: ‘Las mujeres perfectas’, ‘Star Wars: El ataque de los clones’, ‘Código 46′, ‘Nunca me abandones’, ‘El sexto día’… Pero nos reservamos algunas para el próximo cumpleaños clonado de la oveja Dolly.